Starwhal es un llamativo arcado con un acabado un tanto psicodélico.
Echa un vistazo a estos otros análisis
- Análisis de Metal Slug Tactics – Regresa una franquicia, con un género que encaja completamente con su estilo
- Análisis de Sonic Shadow Generations – El regreso de un joya recargada
- Análisis de STALKER 2: Heart of Chornobyl – Brutal, realista y único
No te pierdas nada y ¡Síguenos en Google News! |
Seguro que todos recordáis aquel episodio especial de Halloween de Los Simpson en el que los delfines se revelaban y salían de los mares y océanos para conquistar el mundo. Pues bien, tanto si eres de los que lo recuerda como de los que no, parece que al equipo de desarrollo de STARWHAL les debió marcar y les dejó huella, aunque también puede que sea fruto de la casuística más aleatoria… La cuestión es que este juego nos pone a los mandos de una especie de delfines con hocico picudo, llamados narvales, para enfrentarnos a una serie de desafíos o para competir con nuestros amiguetes más habilidosos.
Nuestros narvales deberán navegar en un océano espacial luminiscente que nos hará plantearnos la posibilidad de que igual hemos ingerido alguna sustancia psicotrópica antes de sentarnos frente a nuestras Xbox One. Originalidad y vistosidad no le falta, es innegable, al igual que tampoco carece de confianza en sí mismo, solo hay que echarle un vistazo al título: STARWHAL, escrito así, con mayúsculas. Puede parecer una tontería, pero en el mundo del marketing nada es casual, todo tiene una explicación y se hace con un objetivo. Realmente no sabemos cuál será el que tenía el estudio en mente cuando decidió optar por las mayúsculas, aunque todo apunta a que es probable que pensaran que tenían un producto muy grande entre manos.
Starwhal es un partygame extravagante pero frenético, simple pero directo y aunque no enarbola la variedad como bandera, hay que reconocer que es bastante divertido y recomendable para pasar una buena tarde de piques con los colegas. Como buen partygame que es, no tiene argumento ni modo campaña ni personajes con un pasado tormentoso ni un motor gráfico que deje sin aliento. Estos coloridos delfines…, perdón, narvales, se limitarán a corretear…, perdón, navegar, por nuestras pantallas para enfrentarse entre ellos o para poner a prueba nuestra paciencia y habilidad sin más pretensiones que hacernos pasar un rato agradable.
Si relees esta última frase, será bastante probable que no la asocies a un triple A, con lo que es posible que las mayúsculas le vengan un poco grandes al título, al fin y al cabo. De todos modos, no estamos aquí para hablar de gramática ni de recursos de marketing, así que vamos a desgranar este nuevo juego descargable de Xbox One, que es para lo que hemos venido.
APARTADO TÉCNICO
Lo primero que se te puede venir a la cabeza tras el primer contacto con STARWHAL puede que sean las recreativas de los noventa. Esto se debe, en mayor parte, a los fondos espaciales y rarunos en los que se superponen los narvales voladores que controlaremos. El marco de la zona por la que nos movemos está recreado como si de barreras vectoriales se tratasen y se solapan a las mil maravillas con cualquiera de los cinco fondos disponibles. El resto de elementos se caracterizará por hacer gala de unos colores chillones, casi como de cartel de neón, lo que le confiere un aspecto muy psicodélico.
Para reforzar esta impresión se le suma un apartado sonoro con melodías bien trabajadas que parecen estar compuestas con sintetizadores. En conjunto, tanto en lo visual como en lo auditivo, el juego contribuye a que la sensación de angustia en el usuario se recrudezca. Por angustia entiéndase la ira que hace palpitar tus sienes cuando ves que vas perdiendo o el desasosiego que se siente cuando pierdes por completo el control de tu delfín. De este modo resulta casi imposible que exista alguien que sienta indiferencia al ponerse a los mandos del juego, lo que es de alabar en estos tiempos en el que hay tanto juego descafeinado suelto.
En el lado negativo de la balanza hay que decir que nos llega sin traducir. Y vale que no pasa nada, que es un partygame sin hilo conductor y sin diálogos pero, por esa misma razón, por el simple hecho de que solo tenían que traducir los menús, no podemos pasar por alto el hecho de que no se lo hayan currado ni un poquito en ese aspecto.
En cuanto a rendimiento no hay mucho que contar, el juego apenas tiene scroll lateral y vertical y tampoco tiene excesiva carga gráfica ni cinemáticas. Sí que es cierto que puede presumir de no adolecer de ningún bug ni de errores de ningún tipo, pero justamente por su naturaleza simplona sería un pecado mortal que los tuviese. Los efectos de luces y de sonido sí que son llamativos y coloridos, como el resto de apartados producto, sin embargo no están llamados a crear escuela y tampoco ofrece una experiencia notable sino más bien correcta y coherente dentro de ese mismo universo surrealista en el que nos introduce.
JUGABILIDAD
Arremánguense los machos, chicas y chicos, y será mejor que se provean de tilas o de infusiones tranquilizantes porque el sistema de control es para arrancarse hasta el último pelo de la cabeza o, en su defecto, para estrellar el mando contra la pared y bailar un zapateado encima. Y lo peor es que es muy esquemático, pero cuando ves que se te va de las manos, que a penas puedes hacerte con las riendas de tu delfín y que la mayor parte de los éxitos que consigues son por pura chiripa, es cuando comienzas a sentir que o eres el peor jugador de la historia o que jugar a esto no es lo tuyo.
Durante las primeras partidas tu narval dará continuamente vueltas sobre sí mismo mientras te preguntas qué diantres tienes que hacer, ya que no existe ningún tutorial ni comentarios previos a cada una de las pruebas para ponerte en situación. Gracias al viejo truco de ensayo y error, descubres que con el stick izquierdo seleccionas hacia dónde quieres que se mueva tu personaje y con el botón A aceleras, sin embargo el stick es tan sensible que un simple roce hará que vayas hacia cualquier lugar salvo el que tenías en mente. Es solo tras decenas de partidas cuando conseguirás controlar tu pulgar para que esos roces sean casi imperceptibles y conseguir así un mínimo de control sobre la situación.
En cuanto a los modos de juego tendrás el típico modo de desafíos, que podrás jugar sin compañía, y que consiste en superar una serie de escenarios en contrarreloj y obtener las mejores puntuaciones. Según el tiempo que consigas obtendrás una medalla de bronce, plata, oro o platino. En total son 32 desafíos divididos en dos categorías de juego diferentes (obstáculos y objetivos) y tres dificultades en cada uno (fácil, normal y difícil). Este modo es el más tedioso, ya que le falta el aliciente de la competición con otros jugadores (en local) que ofrece el modo versus.
En él, el narval de cada jugador tiene un corazón que cada contendiente debe proteger mientras intenta atravesar con su hocico el del rival y es con este simple reto con el que se romperán familias, noviazgos y amistades, porque seguro que uno de los jugadores sea más habilidoso que el resto y acabará machacando a los demás sin despeinarse, partida tras partida.
Este modo versus es la estrella del juego y el que ofrece mayor variedad, ya que incluye cuatro modos de juego de enfrentamiento diferente y el menú da muchas opciones de configuración antes de empezar (número de vidas, tiempo, por equipos, todos contra todos y números de rounds). Además, antes de empezar cada ronda, cada jugador podrá personalizar su narval eligiendo color, complementos (como sombreros, pelucas, máscaras, trajes, jinetes) y un largo y divertido etcétera.
[quote_left]Starwhal es un partygame extravagante pero frenético, simple pero directo y aunque no enarbola la variedad como bandera, hay que reconocer que es bastante divertido y recomendable[/quote_left]Por desgracia, y a pesar de todas las opciones de configuración y personalización que incluye, no deja de ser una propuesta que sacará de quicio a muchos jugadores. Se supone que es un juego para disfrutar en familia y/o amigos, pero el sistema de control es tan tosco que deja fuera a los usuarios que no consigan adaptarse a él. Sin olvidarnos de que se echa en falta una mayor variedad de pruebas y formas de jugar, con lo que acaba siendo un partygame monótono y pasajero.
DURACIÓN
No hay mucho que decir de STARWHAL. No tiene modo campaña y, más allá de lo que puedas tardar en sacar las medallas de platino de los desafíos, el modo versus no tendrá fin siempre que encuentres compañía que no sufra con el sistema de control y que le queden ganas de picarse contigo.
Puedes jugar solo, ya que te permitirá asignar bots a los jugadores ausentes (hasta un máximo de cuatro players), pero no es divertido, ya que así se pierde la posibilidad de restregar las victorias a tu cuñado o a tu pareja.
CONCLUSIÓN
El juego que nos ocupa tiene una soga atada al cuello que es el sistema de control tan sensible e indomable que presenta. Se sustenta sobre un contenido escaso, en el que sí que es cierto que hay tres dificultades, cinco escenarios y cuatro modos de juego, pero la mecánica sigue siendo la misma. No existe una tabla de clasificación o pódium como en otros partygames, y la variedad de pruebas brilla por su ausencia. A esto hay que sumar el precio, 11,99 €, que se nos antoja un poco excesivo para lo que tiene que ofrecer.
Jugar solo es aburrido y exasperante. Visual y sonoramente es llamativo, pero solo esto no justifica su compra, y es una lástima, porque un gratificante halo de originalidad aletea sobre él, solo que tras dedicarle un par de horas acaba dejando un regusto amargo que induce a pensar que se le podría haber sacado mucho más jugo a la idea.