Analizamos The Blackout Club, un título multjugador cooperativo que nos mete en la piel de unos chavales muy en la onda de Stranger Things.
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El enorme éxito de Stranger Things tenía que tener reflejo en el mundo de los videojuegos, y no solo con las más o menos atinadas adaptaciones oficiales. Juegos como Generation Zero ya tomaban inspiración ética y estética, y ponían a niños en el papel de héroes en un movimiento que no hubiera resultado llamativo en los años noventa, pero que sí lo resulta actualmente. Este The Blackout Club es otra vuelta de tuerca en esta transgresión que supone que los chavales, y no aguerridos adultos, sean los protagonistas de un título de acción.
No solo ahí podemos ver la inspiración en la serie de Netflix sino que el propio concepto jugable de The Blackout Club nos remite poderosamente a Stranger Things y/o a las obras en las que esta a su vez se inspiró. Estamos ante un título multijugador cooperativo eminentemente PvE, en el que deberemos investigar extraños sucesos en un pueblo de la américa profunda, en la que los adultos se levantan por las noches como sonámbulos para patrullar las calles por culpa de una presencia maligna. The Blackout Club cuenta pues con un punto de partida muy interesante que lamentablemente no logra desarrollarse con soltura, tal y como explicaremos a lo largo de este análisis.
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Apartado técnico
The Blackout Club consigue ser un juego ciertamente vistoso, sobre todo en foto fija, gracias a una inteligente utilización de su paleta de colores e iluminación, que nos remite una vez más al cine ochentero. Los colores potentes, los neones, y una iluminación pastosa y rotunda ayudan también a crear una atmósfera ciertamente terrorífica. Sin embargo no se puede negar que técnicamente estamos ante un título bastante humilde que no cuenta con grandes modelados, ni animaciones detalladas con unos mapas de misión que tampoco son demasiado extensos que digamos. A nivel visual la cosa se salda con un “correcto” porque al fin y al cabo estamos ante un título rabiosa e innegablemente independiente, y que además se encuentra prácticamente en estado “early access”.
A nivel sonoro la cosa no mejora. El diseño de sonido es bastante repetitivo, aunque no pueda calificarse de cutre. Las actuaciones son decentes aunque no demasiado relevantes, aunque cabe destacar que el título tiene la posibilidad de escuchar nuestro micrófono para integrarlo con la jugabilidad, haciendo que los enemigos puedan encontrarnos si hacemos ruido, lo que añade una capa más de inmersión que se agradece. Es esta característica la que eleva un poco el conjunto, y aunque no es que tenga que salvarlo de ninguna quema, hace que al menos se pueda medir con la parte del juego que entra por los ojos. En definitiva estamos ante un juego que cumple, a duras penas pero cumple, a nivel técnico y artístico.
Jugabilidad
Como decíamos en la introducción The Blackout Club tiene un concepto jugable interesante, y no podemos decir que sus creadores no se hayan esforzado en dotar al título de una buena cantidad de mecánicas para hacerlo variado y rico. Estamos ante un juego multijugador donde una cuadrilla de hasta cuatro jugadores se enfrentará a diversas misiones generadas procedimentalmente. Desde pegar carteles a conseguir determinados objetos, o reunir las pruebas de un allanamiento con la cámara de nuestro móvil, los posibles objetivos son variados, y a medida que vayamos progresando iremos desbloqueando objetivos mas complejos y nuevos mápas en los que jugar.
The Blackout Club es primordialmente un juego de sigilo, y aunque no estamos ante un título demasiado hardcore en este sentido, argumentalmente la cuestión se salva dado que los enemigos son adultos “sonámbulos” que caminan a ciegas por el mapa. Además de estos enemigos existen también otros mecanismos de vigilancia como drones, y por supuesto La Presencia, villano último del juego que aparecerá si metemos la pata demasiado y que puede dar al traste con nuestra misión, si captura a todos los miembros del equipo.
Además de nuestro objetivo principal en cada mapa contaremos con pruebas secundarias que podremos reunir, y bastante loot para reunir. No solo contaremos con nuestra pericia, sino también con un buen número de gadgets que nos ayudarán a reconocer el terreno, aturdir a nuestros enemigos o despistarles en otra dirección. En esto nos recuerda a Generation Zero pero debemos decir que si bien aquel resultaba algo más repetitivo, también era más complejo en cuanto a herramientas y se agradecían las raciones de crafteo de armas y aparatejos.
Además del papel de miembro de este club del apagón, podremos jugar también como “chivato” a las órdenes de La Presencia, infiltrándonos en las partidas enemigas para entorpecer la consecución de sus objetivos. Todos estos elementos se ven lastrados por desgracia por un control errático, y un sistema de matchmaking a medio hacer, que no hará mucho caso de que podamos configurar una de nuestras partidas como privada, añadiéndonos tozudamente a otros jugadores en los huecos libres de nuestro equipo. Por mucho esfuerzo que se haya puesto el loop jugable de cada misión no termina de funcionar ni siquiera jugando acompañados. The Blackout Club puede convertirse en un buen juego, pero necesitará de muchísimo ajuste en su jugabilidad.
Duración
The Blackout Club no solo es un juego multijugador, abierto a convertirse en un juego como servicio, y para colmo cuenta con misiones generadas proceduralmente. Sobre el papel su duración podría ser sobresaliente, pero lo cierto es que en su estado actual no termina de funcionar. El problema además no es la falta de variedad en enemigos y objetivos, sino en el propio ciclo que compone cada misión que simplemente, y sin que podamos identificar un motivo concreto, no resulta demasiado divertido. Es verdad que con uno o varios amigos la cosa mejora, pero también que existen demasiado puntos oscuros en él, que hacen que no apetezca pasar varias horas juzgándolo. Como ya hemos dicho es posible que en un tiempo estemos ante un buen juego, pero necesitará de ser repensado, y muchas de sus carencias corregidas.
Conclusión
The Blackout Club parte de una idea fresca, original, en un panorama el de los juegos multijugador donde parece que está todo inventado. Además y a pesar de sus deudas estéticas consigue ser vistoso y tener personalidad, y sin embargo fracasa en lo más importante, la jugabilidad. Un conjunto de mecánicas que no terminan de empastar bien entre ellas, con la base del sigilo demasiado casual para basar un título completo en él. Afortunadamente los juegos ya nunca son lo que se lanza al mercado, y The Blackout Club tiene lugar para la mejora. Es posible que el juego necesitase del contacto con seres humanos para saber por donde tirar, pero esta idea en un equipo con más experiencia y medios podría haber resultado en una mejor experiencia incluso de salida.