Analizamos The Spectrum Retreat, una aventura llena de puzzles y enigmas, del joven ganador de un premio Bafta, Dan Smith.
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Daniel Smith ganó el premio YGD (Young Game Designer) en los premios Bafta de 2016, con un juego de puzzles llamado Spectrum, que daba una enorme importancia a los espacios y al color. Ese proyecto, tal y como debe haberlo hecho Smith en estos dos años, ha crecido hasta transformarse en su primer juego completo, The Spectrum Retreat que como era de esperar es, ante todo, un ejercicio de estilo de un creador joven rebosante de personalidad. The Spectrum Retreat es también un juego de autor, Dan Smith lo firma con autoridad, como un ente que pone cara y ojos al equipo de colaboradores que hay detrás de él. Su primer juego es muy interesante, y supone un desafiante giro para los amantes de los juegos de puzzles, sin embargo es también un producto algo vacío, en el que la parte “narrativa” no está para nada integrada en la jugable, y no es tampoco demasiado interesante.
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En The Spectrum Retreat nos pondremos en la piel de un huesped de un aséptico y vacío hotel, los sintéticos y amables robots que hacen de personal serán los únicos personajes físicos con los que podremos interactuar. No obstante pronto una misteriosa voz interrumpirá nuestra rutinaria vida en el hotel, para ponernos sobre la pista de nuestra identidad, y de como hemos acabado residiendo en este hotel, cuya puerta giratoria siempre nos conduce de nuevo al interior. Poco a poco iremos escalando los pisos del Penrose, y accediendo a los laberínticos niveles que componen el auténtico juego. Mientras tanto iremos averiguando la verdad a través de memorias bloqueadas, apuntes de los trabajadores del hotel, y demás recursos narrativos presentes en el juego, algunos de los cuales están bastante masticados a estas alturas. Como descubriremos a lo largo de nuestras partidas, aunque el guión es interesante, la forma de desgranarlo no está demasiado inspirada, y nos dará la sensación de ser un injerto en un juego de puzzless que podría funcionar perfectamente sin semejante pretexto argumental.
Apartado Técnico
En The Spectrum Retreat no estamos ante un título ambicioso en lo técnico, y más allá de algunos problemas de tearing, que por otro lado y atendiendo al argumento del juego, podrían ser incluso intencionados, poco hay que comentar. No obstante en el lado artístico la cosa cambia. El hotel Penrose está recreado con gusto, y sus estancias art decó son a la vez agradables y pulcras, pero también opresivas, misteriosas e intrigantes. Aunque es un título donde no tenemos enemigos a los que enfrentarnos, y del personal del hotel nunca recibiremos un trato agresivo, no dejan de tener un aspecto algo siniestro, que podría recordarnos a los sintéticos de Alien Isolation en espíritu, pero con una cubierta mucho más sutil. Los segmentos de puzzles, más funcionales, logran mantener la unidad con los pasillos del hotel, gracias a mantener cierta consonancia cromática.
Por otra parte, atendiendo a la música, y como ocurre en muchos títulos del círculo independiente, encontramos una banda sonora espectacular, que sin duda es uno de los aspectos más destacables del título. Estilizada, efectiva, y muy elegante, por supuesto tiene también el mismo punto de peligro que los enchaquetados robots que nos recibirán por las mañanas, y nos conducirán una y otra vez al mismo plato de huevos benedictinos, que devoraremos secuencialmente cada día. La partitura de The Spectrum Retreat, con sus afilados violines y sus leves toques electrónicos, podría formar parte de las partes más clásicas de las canciones del primer disco de Goldfrapp, o de algún otro grupo de Trip Hop de principios de los dosmiles. Es cierto que se abusa un tanto del tema principal, y que la extrema consistencia sonora y visual se podría tachar de falta de variedad, pero formalmente el juego entra duro y directo en nuestra memoria, para quedarse.
Jugabilidad
Vamos a afrontarlo claramente desde un principio, a nivel jugable Spectrum Retreat es más que notable, pero tendremos que pasar varias veces por segmentos narrativos extremadamente aburridos, rutinarios y repetitivos cuyo único punto positivo está en su brevedad. Es una lástima que Dan Smith y su equipo no hayan sabido integrar la historia del huesped, por otro lado bastante interesante, y el estupendo ambiente que crean las habitaciones y pasillos del hotel Penrose, con los intrincados y divertidísimos recorridos laberínticos que nos esperan una vez conseguimos llegar a cada uno de los pisos del edificio. mientras que en los pisos secretos del hotel encontraremos mecánicas innovadoras, y una curva de dificultad muy medida y acertada, cada día tendremos que volver al aburrido primer piso, con sus acertijos torpes, y coleccionables vacíos. Igual de torpes y vacíos se sienten los escasos momentos en los que se nos intenta contar algo dentro de los laberintos del hotel, que si bien aportan poco, al menos se agradece el esfuerzo de no tener que interrumpir la acción para poder saber algo más acerca de nuestra historia.
El fundamento principal de The Spectrum Retreat es el color. El mismo color que falta en el Penrose, está oculto entre sus paredes. Cuando accedemos a los niveles “secretos” de cada piso del hotel, nos enfrentaremos a entre cinco y diez niveles, en los que deberemos llegar al ascensor al otro lado, abriéndonos paso a base de transportar colores que podremos recoger en enormes cubos iluminados repartidos convenientemente por el escenario. Al principio serán solo dos colores, y nos servirán únicamente para poder traspasar determinadas puertas, pero pronto la cosa se complicará con más colores, puentes, teletransportación, bloques en movimiento, y hasta desafíos a la ley de la gravedad. Las variaciones se irán introduciendo poco a poco, de forma muy acerctada. El juego sabe muy bien como lograr introducir una nueva mecánica justo cuando acabamos de dominar la anterior, de forma que estemos en continuo desafío. The Spectrum Retreat es un juego exigente, sobre todo para alguien con nulo sentido de la orientación como yo, pero es también gratificante y accesible a cualquiera con el empeño suficiente.
Quizá debería haber tenido menos complejos Dan Smith y habernos ofrecido solo la parte que, inicialmente componía su premiado juego Spectrum, aunque lo mejor hubiera sido repensar la forma de entretejer todos los elementos que componen el juego, y poder haber entregado un auténtico imperdible para los amantes de los juegos independientes.
Duración
La duración de The Spectrum Retreat dependerá en gran medida de tu habilidad, de tu facilidad en la percepción de espacios, y en la rapidez con la que asimiles los nuevos fundamentos que el juego va desgajando en cada uno de sus pisos. El recorrido de cinco pisos, cada uno con sus diferentes niveles, es lo suficientemente difícil, variado, y satisfactorio para dejar al más pintado bien repleto, en las cinco o seis horas que puede llevar a un jugador no demasiado ducho en este tipo de juegos como yo, superarlo. No es un juego demasiado extenso, pero su duración es la adecuada. El Penrose podría tener un piso más, como también podría tenerlo menos sin que la calidad del juego variara para bien o para mal.
En cuanto a una posible rejugabilidad, lo cierto es que sus niveles son lo suficientemente intrincados, para que pasado un tiempo podamos volver a disfrutar del juego como el primer día. Además la posibilidad que nos brinda el juego en su final, de escoger entre dos opciones, si bien no nos recompensará con demasiada información de lo que ocurre después, si que puede ser un motivo para volver al juego y ver que hubiera pasado si hubiésemos escogido la otra opción.
Conclusión
De jugar a The Spectrum Retreat pueden extraerse varias cosas. La primera es que el señorito Dan Smith es un nombre para apuntar por algún sitio y seguirle la pista de cerca. El chico tiene talento y si le falta algo son tablas, y quizá algo más de medios. La segunda es que los juegos verdaderamente de autor están consiguiendo abrirse paso en la industria, y este juego es una muestra de ello. Y la tercera y última es que si eres un amante del género, si de pequeño te pasabas las horas muertas memorizando secuencias de colores en el Simón, o incluso si eres un jugador más casual, interesado por experiencias que se escapan del terreno de los triple A, no vas a arrepentirte de pasar una agradable estancia en un hotel Penrose lleno de secretos.
Dan Smith tiene muchas cosas buenas que contar, y aunque en cuanto a narrativa, y como implementarla en un juego, aun le queda mucho que aprender, está claro que sabe donde se encuentran los pilares fundamentales de un buen videojuego, y sabe tocar las teclas necesarias para componer una experiencia divertida, desafiante, y original.
* Agradecemos a Red Limb Studio el material recibido para realizar esta review.