Just Cause 3 sigue la estela de sus anteriores entregas, aunque con evidentes mejoras gráficas y un mapa mucho más grande.
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¿Qué pasaría si, tras años ausentes de vuestro hogar, regresarais a la tierra de vuestra infancia y la encontrarais dominada por un despreciable tirano? Seguramente os entrarían ganas de derrocarlo, de echar abajo sus estatuas y de acabar con la opresión… Y si os llamarais Rico Rodríguez… sabríais tan bien como yo que no sólo lo haríais sin dudar, sino que además no seríais nada sutiles en la ejecución de vuestra misión…
Avalanche Studios vuelve a ofrecernos una entrega de su saga más gamberra, demostrándonos que la fórmula de caos y destrucción sigue en buen estado de salud, y más todavía si se enmarca en un entorno tipo sandbox, que nos ofrece una libertad sin límites para destruir y explosionar todo lo que se nos ponga por delante.
El archipiélago de Médici es la tierra de Rico, una tierra ficticia que vive bajo el yugo del dictador Di Ravello. En la piel del protagonista, podemos recorrer estos bellos escenarios de inspiración toscana por tierra, mar y aire, sembrando el caos siempre que sea necesario y contraponiendo la innegable belleza del paisaje con la crudeza de la destrucción. Bienvenidos a Just Cause 3. Rico Rodríguez ha vuelto.
Apartado técnico
No podíamos empezar este apartado del análisis sin hablar de los problemas técnicos que los primeros usuarios ya hemos podido comprobar y de los que Avalanche Studios ha hablado explícitamente para anunciar sus futuras correcciones, en las que ya están trabajando. A su favor hay que decir que no se trata de problemas que repercutan directamente en la experiencia del juego. Son molestos pero no imperdonables, sobre todo teniendo en cuenta que el propio estudio lo ha reconocido y que está trabajando ya para resolver las incidencias.
El más comentado es el de la caída de frames. La tasa de imágenes por segundo se mantiene en unos 30 fps más o menos constantes, pero este rendimiento cae visiblemente cuando la pantalla se llena de explosiones y desastres varios. Es cierto que estas bajadas son puntuales, pero también lo es que precisamente las explosiones son uno de los más claros leit-motivs del juego, por lo que irá muy bien una revisión técnica en este sentido. De todas formas, no suelen ser caídas escandalosas ni duraderas.
El segundo punto en contra es el de los tiempos de carga, exageradamente largos y bastante molestos, aunque cuando Rico vuelve a aparecer en pantalla nos emocione tanto nuestra ansia de destrucción que se nos olvide. Pero siempre hay un nuevo tiempo de carga al acecho que nos recuerda lo que nos agobió el anterior, por lo que se multiplica la impaciencia. El problema con estos tiempos es que rompen la continuidad de la historia, ya que pueden llegar a ser una tentación para aparcar un momento el mando y hojear una revista o hacer cualquier cosa que agilice esos segundos de más. No tardaréis mucho en descubrir esto, ya antes de llegar a la pantalla de título viene una pausa exagerada.
Al margen de esto, hay que decir que, a nivel gráfico, Just Cause 3 muestra una amplia y visible mejoría respecto a su predecesor, con texturas detalladas e impresionantes escenas de explosiones cuya espectacularidad no queda deslucida a pesar de la bajada de frames. Los paisajes y ciudades se muestran bastante elaborados y llenos de detalles que reflejan la vida cotidiana del archipiélago de Médici, una vida que a pesar de la represión dictatorial intenta salir adelante y que se desprende de las sombrillas de la playa, las sillas y mesas de las terrazas, los transeúntes que caminan o se dirigen a sus coches o la parada del autobús… Los escenarios son, pues, de lo más variados, y no se limitan a las frías bases militares o instalaciones enemigas.
Eso sí, entre las vetustas callejuelas de los pueblos de Médici no faltan los altavoces que emiten sin cesar mensajes propagandísticos de Di Ravello, para que ni siquiera los bonitos enclaves de la región nos hagan olvidar ni por un momento a lo que hemos venido. La banda sonora también nos ayuda a ambientarnos, con melodías que nos evocan la esencia mediterránea que vemos en los paisajes y un buen doblaje al español que nos ofrece ese punto humorístico y gamberro de Just Cause 3 a través de los diálogos.
En cuanto a las físicas, hay que decir que no siempre son del todo realistas. Rico puede saltar desde una altura que en la vida real nos rompería un par de huesos, pero cae suavemente y casi siempre de pie. Tampoco se agarra a las cornisas, por lo que más de una vez nos hemos visto saltando absurdamente y usando el gancho a lo loco para llegar a una superficie alta. También puede caernos de cielo una caja que se convierte en helicóptero, sin más, o podemos quedarnos atrapados con la scooter en una plazuela a la que podemos llegar tras un choque y de la que no podemos superar sus elevados bordes para salir.
Jugabilidad
Rico Rodríguez es un tío de acción, este es precisamente el punto fuerte de Just Cause 3: su jugabilidad desenfrenada. Desde el minuto 1 tenemos una libertad de acción sin límites y todas las herramientas y habilidades necesarias para llevarla a cabo con creatividad. No necesitamos avanzar en la historia para ir desbloqueando habilidades, todo lo llevamos de serie, por lo que la diversión está asegurada desde que empezamos.
El gancho es el elemento más característico de Just Cause, y gracias a él podemos hacer auténticas virguerías y movernos muchísimo más rápido entre dos puntos. Quizá esto justifique la ausencia de sprint de Rico, que avanza siempre a la misma velocidad por mucho que nos empeñemos en darle a todos los botones, pero personalmente siento que me falta algo si en un juego no puedo hacer que el personaje esprinte en determinadas situaciones. Con el gancho también podemos alcanzar helicópteros o atar y atraer objetos, aunque cuando empieza a reinar el caos es complicado hacer malabarismos y el lanzagranadas suele resultar una mejor opción. Aunque ojo con la munición…¡que se termina rápido!
Estos momentos de locura son en realidad la esencia de Just Cause 3, la misma esencia de la saga en general. El hecho de mostrarse como un mundo abierto (muy muy abierto, y muy muy grande, inmenso, brutal), puede traernos reminiscencias de GTA, por ejemplo cuando “tomamos prestado” un vehículo o vamos en busca de misiones secundarias, o de Far Cry, cuando vamos por ahí conquistando asentamientos. Pero a pesar de estas “similitudes”, Just Cause siempre será Just Cause. Lo que encontraremos aquí son mil excusas para volarlo todo por los aires, con una dificultad muy asequible que hace que prime el frenesí y el caos. Just Cause 3 nos da diversión sin complicaciones, nuestro principal objetivo es uno y muy claro: arrasar.
El enorme mapa de Médici (1000 km2) nos da muchas oportunidades para lograrlo, destacando en este sentido la facilidad de desplazamiento de Rico gracias al gancho y también gracias al paracaídas, al traje especial para planear, a la cantidad de vehículos disponibles y a su capacidad de bucear. Nada frena a Rico, ningún obstáculo del mapa le puede dejar atrás. Eso sí, los controles de conducción son algo justitos y, en el caso del helicóptero, también a veces un poco imprecisos. Si vamos en línea recta, perfecto, pero si tenemos que girar en el aire, puede hacerse algo más complicado de lo que debería. Aun así, destaca la variedad de vehículos (coches, motos, tanques, lachas…) y armas, que se van desbloqueado a medida que avanzamos.
Respecto a las armas, decir que no con todas es posible apuntar, lo que viene a confirmar, una vez más, que la puntería y el sigilo aquí no son importantes. Tendremos que disparar a lo loco más de una vez. A pesar de formar parte del espíritu del juego, opino lo mismo que con la ausencia de sprint: me hubiera gustado un sistema de conducción algo mejorado y más precisión en los disparos. Pero echar esos detalles en falta no amargan ni oscurecen la diversión de explotar todos los objetos marcados en rojo que nos esperan en cada punto del mapa… Además, el alto nivel de interactuación con el entorno compensa con creces las demás carencias.
Por último, me gustaría añadir que, a veces, la ausencia de indicaciones o flechas hace complicado encontrar algunos de los elementos que necesitamos destruir obligatoriamente para avanzar en la historia. Estos son los únicos momentos (junto con los tiempos de carga) que cortan el trepidante ritmo de este espectacular juego de acción.
Duración
Está claro que 1.000 km2 dan para mucho, por lo que la duración del Just Cause 3 puede ser, sin duda, enorme. Sin embargo, la historia principal se hace algo corta, ya que consta de 25 misiones que no son extremadamente largas. Eso sí, a veces para avanzar en las últimas misiones de cada uno de los tres capítulos (o regiones) que componen el juego, necesitamos liberar un total de tres provincias, algo que alarga la historia de forma un poco artificial.
Terminar el juego puede llevarnos unas 16-18 horas, pero si no contamos las tareas secundarias que nos obligan a hacer, el modo historia seguramente no llegaría a 10 horas… o llegaría rozándolas.
Esto, unido a que la historia es un poco básica y simplona, hace que se nos quede un sabor de boca agridulce en el modo campaña, pero los momentos de destrucción, el humor de los diálogos y ciertas situaciones y el gran número de misiones secundarias compensan con creces esta sensación.
Encontraremos repartidas por el mapa un sinfín de tareas, desafíos y coleccionables que nos mantendrán horas y horas enganchados a la pantalla, sobre todo gracias a la variedad de todas estas “misiones”: además de las clásicas de liberar ciudades y destruir bases enemigas, tendremos retos de conducción a contrarreloj y de destrucción de escenarios con todas las armas, por ejemplo. Cumpliendo estas misiones alternativas (un total d 112), conseguimos “piezas” con las que desbloqueamos modificaciones: poder llevar más munición o granadas, aumentar la fuerza del gancho, mejorar el traje de vuelo… Nada necesario para pasarse el juego pero si muy útil.
Conclusión
Just Cause 3 sigue la estela de sus anteriores entregas, aunque con evidentes mejoras gráficas y un mapa mucho más grande. Se trata de un juego de acción sin grandes pretensiones, con un sistema de conducción de vehículos y de manejo de armas que no destacan por su precisión, pero que sin embargo no entorpecen la jugabilidad y colaboran en la creación de esa atmósfera alocada que caracteriza a la saga.
Si os gustan los juegos de sigilo, estrategia o historias profundas, este no es vuestro juego. Pero si lo que buscáis es diversión sin límites, acción a mansalva, espectáculos pirotécnicos sin igual y cafradas por doquier, os recomiendo encarecidamente que os hagáis con una copia de Just Cause 3.
*Gracias a Koch Media por habernos proporcionado el código para la review.