Con este segundo paso hacia la retrocompatibilidad, Microsoft convierte a Xbox One realmente en una consola única y exclusiva.
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Sabemos que ser usuario de Xbox One ha sido muy distinto del que fuimos con Xbox 360. En la anterior generación todo estaba claro: el catálogo acompañaba, la mejor versión de los multiplataforma estaba en Xbox, las ventas subían como la espuma e incluso técnicamente estaba muy a la altura de los PCs con los que se codeaba en su lanzamiento, que veían como se comían a veces ports de consola que les hacían tirarse los pelos.
Con Xbox One no ha sido así. Todo el que haya seguido la actualidad desde su presentación -no de su lanzamiento-, en 2013, sabe que ha pasado por un calvario de mala fama. Todo se le ponía en contra: la crítica de los especialistas, el always-online-gate, la desventaja en potencia con respecto a su adversaria y lo que acabó por determinar su lanzamiento, su elevado precio; cuya única razón se debía a un obligatorio Kinect, que en realidad pocos querían.
Hasta que en 2014, pocos meses después de todo esto, se derrumbara literalmente casi toda la estructura directiva de Xbox, empezando por el ya infame Don Mattrick, al que muchos señalan como culpable de este inicio. El responsable de la tripulación de este barco a la deriva, el puesto que nadie querría para sí mismo, fue Phil Spencer. Un hombre de Microsoft, siempre ligado a los juegos, que tuvo en su haber una tarea titánica para llevar la marca a donde está hoy en día. Esas decisiones, discutibles o no, han sido realmente positivas. Y la primera de ellas denota lo inteligente del asunto: Se acabó el «Tv-Tv-Tv«. Xbox One es una consola de videojuegos. Así que lanzaron el primer pack sin Kinect a 400€ y a partir de ahí cambiar el rumbo de la máquina.
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Es obligatorio siempre repasar estos «oscuros» inicios que muchos hemos vivido, porque sin ellos no llegaríamos al E3 de 2015, donde se anunció la llegada de la retrocompatibilidad con Xbox 360. El estruendoso aplauso de los asistentes aún resuena como uno de los momentos mas intensos vividos en un E3 de Microsoft. Aunque sea de manera parcial, sin un catálogo completo, si que se ha podido desde entonces diferenciar claramente de la competencia con una estrategia que en 2015 parecía que íbamos a tener que sufrir: los remasters. Muchos espetaron un: ¡Viva la retro, fuera los remasters! , sin embargo, no podemos eximirnos de que Microsoft también ha jugado esta baza. Y aún sigue haciéndolo: Age of Empires, Zoo Tycoon, Disneyland Adventures, etc….
Los 4 juegos con Gold que disfrutamos hoy en día, también son gracias a la retrocompatibilidad - ¡Comparte!
El ritmo de juegos aparecidos en la retrocompatibilidad quizá es discutible. Sin embargo, nadie parece apreciar -por haberse acostumbrado a ello- que gracias a esto contamos con 4 juegos gratis para Xbox One al mes, por los 2 anteriores. Y las exclusivas que ha aportado a la máquina esta generación. El excelente Red Dead Redemption, hoy por hoy, ni existe en PS4 ni en PC, por poner un ejemplo. Sagas completas como Assassin’s Creed, Dead Space o Mass Effect solo pueden jugarse al completo y seguidas en Xbox One. Eso es un hecho, no hace falta cambiar discos, ni consolas, ni cables. Es un logro innegable. Es algo exclusivo de Xbox One.
Podemos decir que es fácil sacar a la venta de nuevo los juegos, para que la gente se gaste otra vez la pasta. Pero no es eso. Tu mismo disco que compraste con tu Xbox 360, lo insertas en Xbox One, y a jugar. Incluso hay títulos como DOOM 3 BFG Edition, a los cuales solo podrás jugar si dispones de él en físico, ya que no existe versión digital disponible para compra.
Incluso Lost Odyssey y The Witcher 2 fueron temporalmente GRATIS para cualquier usuario de One - ¡Comparte!
No obstante, también tenemos que decir que han surgido en estos últimos meses, muchas dudas de la industria con respecto al uso de esta función, algo que se encargaron de desmentir desde Microsoft, que aseguraron que más de la mitad de los usuarios de Xbox One habían hecho uso de la retrocompatibilidad.
Para rematar esta nueva función de Xbox One, en el E3 2017, se anunció la retrocompatibilidad con los juegos de la Xbox original, algo que sorprendió y alegró a muchos, pero que realmente no causo el mismo impacto que la primera. Y es normal, los juegos son mucho mas antiguos y vetustos, haciendo que hoy en día algunos sean prácticamente injugables, simplemente debido al paso del tiempo y las nuevas técnicas gráficas. Pero con el precedente de un -gratuito- Phantom Dust, que en realidad era un retro original encubierto en forma de UWP, nos dimos cuenta que no era tanto drama, y que era totalmente jugable en 2017.
Las sensaciones se terminaron de perfilar ayer mismo, cuando pudimos probar la primera, aunque algo escasa, batería de títulos retrocompatibles de la Xbox original. Porque ya no se trataba de la misma cuestión que en 360, donde la retro también ayudaba a que recuperaras parte de tu catálogo perdido en la store de Xbox Live, si no que añade ese componente «retro» propiamente dicho que lo hace especial.
La retro de la Xbox Original es realmente RETRO - ¡Comparte!
Solemos llamar juegos retro a títulos de NES, SNES o Mega Drive, pero también a títulos más cercanos a la Xbox original, como Golden Eye o Conker. Es por esto que esta retro introduce ese ingrediente especial que te permite observar como eran los juegos hace 15 años y de paso, con un ligero aunque necesario repaso técnico que te permita jugar tranquilamente en tu televisor de 50″ sin que la baja resolución te lance un cuadro gigante al ojo y te mate de incomodidad.
No podría asegurarlo, pero independientemente de lo clásicos o buenos que resultaran en su día juegazos como Ninja Black Gaiden o KOTOR, impera una necesidad importante de jugarlos solo por curiosidad o por nostalgia, como sucede con la más que reciente SNES Mini, lo que introduce un nuevo componente en la ecuación del éxito de esta funcionalidad de Xbox One, que la hace tan única.