Y no nos referimos en concreto a este juego, sino a los AAA por los que apuesta PlayStation.
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Una de las noticias, irrelevante para los lectores de Generación Xbox, todo sea dicho, que se ha conocido gracias al juicio de la FTC contra Microsoft por la compra de Activision Blizzard, es el coste de desarrollo de dos de los exclusivos más importantes de PlayStation, The Last of Us 2 y Horizon Forbidden West. 220 millones de dólares para el primero y 212 millones para el segundo. No sé si sois conscientes, pero os lo confirmo: Es una auténtica salvajada. Por ponernos en contexto, podemos coger otra de las cifras desveladas en el juicio: Lo que Microsoft pagó por comprar Ninja Theory, 117 millones de dólares.
Sí, por la mitad de lo que ha costado uno de los títulos de Naughty Dog, el talentoso estudio inglés fue absorbido por Microsoft, el cual, por supuesto, está inyectando presupuesto para el desarrollo de Hellblade 2, pero este hecho demuestra las cifras que maneja Sony para seguir su mega estrategia de lanzar como mínimo 3 o 4 AAA de este corte al año. Algo menos de un billón de dólares en costes de producción, pues esos 220 millones ni siquiera incluyen nada de promoción comercial, que muchas veces hasta puede duplicar ese presupuesto. Espero haberos puesto en contexto bien con estas cifras, porque ahora toca contaros una experiencia personal.
Tanto mi Xbox One antes como mi Xbox Series ahora son mis dispositivos preferidos para jugar. Pero llámalo como quieras, también me interesaba saber que me podía perder en esos grandes exclusivos de PS4, así que hace como 5 años compré la consola de Sony y los exclusivos que había disponibles a bajo precio. El nuevo God of War o Bloodborne son los que más me llamaron la atención, pero hubo uno que cuando me lo terminé me dejó absolutamente boquiabierto. Uncharted 4 era algo que no me esperaba, un juego de 2016 que jugándolo en 2021 tenía unos valores de producción y calidad sin precedentes. Cada rincón, cada cinemática, cada animación, cada escena rebosaba excelencia. Me lo pasé genial jugándolo, lo admito, pero mi vena de analista y los conocimientos adquiridos tras estos años trabajando en este sector, veía a través de esos polígonos un elemento demoledor. La ingente cantidad de dinero que costaba todo eso. Esas animaciones no se hacen solas, ni tantos detalles, ni ese nivel tan alto de producción. Para eso hace falta mucho dinero, y por tanto, MUCHA GENTE trabajando en eso.
Y como dice la canción, Miami me lo confirmó. Al llegar a los créditos, vi la monstruosa cantidad de estudios satélite que ayudaron en el desarrollo. En serio, perdí la cuenta. Decenas de ellos. Centenares de trabajadores. De repente, esas sospechas prácticamente se hacían realidad. Veía literalmente personas picando código o modificando las caras de Nathan Drake para secuencias de 2 o 3 segundos. Imaginad para un juego de 10-12 horas de duración. Es una historia que siempre cuento en confianza a mis compañeros, de como, por primera vez, vi que un juego parecía «el Rolls-Royce» de los videojuegos. Algo con tanto dinero encima, que era casi imposible que no fuera bien. Por supuesto, contando con una excelente dirección, que también hay que darles ese voto de confianza de haber dirigido un mastodóntico proyecto como ese. Porque, a veces, no hace falta tener 1000 planetas o poder hacer de todo en él, sino que esa calidad o cantidad esté concentrada en una brillante experiencia difícil de criticar.
No solo se trata de lo que cuestan, también de quién puede hacerlo
Pues bien, tal y como os he expuesto primero los hechos y luego la experiencia, la conclusión es evidente. Es muy complicado competir en ese mismo mercado. Hoy en día cuesta encontrar estudios que sean capaces de gestionar ese tipo de presupuestos y plasmarlos correctamente. Fijaros en como The Order 1886 hundió a Ready At Dawn por esa misma cuestión. Como Lucid Games no pudo con un título que iba a ser de lanzamiento de PS5 como Destruction All Stars. Sin ir más lejos, como 343 Industries no ha sido capaz de estar a la altura de Halo Infinite y sin embargo, en sus cinemáticas se tiene esa sensación de calidad, de dinero y de trabajo bien costeado.
Creo que Microsoft actualmente decide no arriesgarse en este tipo de proyectos monstruosos a no ser que el estudio tenga experiencia con ello. No nos extrañaría ver que el día de mañana la propia Ninja Theory pueda encargarse de uno si Hellblade 2 sale bien, pienso que Fable y Playground Games es el resultado del buen hacer del estudio con sus recursos con la saga Forza Horizon. Pero está totalmente claro que Sony está mucho mejor establecido en este sentido, por eso, es otro gran motivo porque el que Microsoft se decidió directamente a adquirir más estudios que pudiesen aportarle esta confianza necesaria.
Aunque personalmente pienso que no es el camino. No creo que sea sano para la industria que haya este tipo de título en el que más pasta signifique directamente más calidad, en el que a base de presupuesto se pise a la competencia. Es cierto que siempre debe haber superestrenos, los Blockbusters o como queráis llamarlos, pero si os fijáis, la comparación con Microsoft ya es complicada y no se me ocurre otro estudio salvo Rockstar Games que acabe lanzando juegos con ese nivel de producción y presupuesto. A esto es lo que se enfrentan los de Redmond, a unos títulos que resultan casi irresistibles a nivel de producción y con los que resulta fácil al usuario desembolsar esos 80€ que cuestan a cambio de una garantía probada de calidad. Pocos de los exclusivos de renombre de hoy en día de PlayStation se escapan a esta práctica. Y dicho esto, lanzo una pregunta al aire. ¿Cuánto ha podido pagar Sony por una exclusiva como Final Fantasy XVI o como Final Fantasy VII Remake? No sé vosotros, pero viendo su dinámica, no creo que haya bajado de las 9 cifras.
Dicho esto, el próximo 6 de septiembre tenemos uno de los que puede romper la dinámica. Starfield ya está vendiendo copias. Ya está vendiendo consolas. Y no creo que haya costado menos que los que he mencionado al principio. Veremos a ver si Xbox también puede jugar a ese juego.