Final Fantasy VIII Remastered llega por primera vez a Xbox One, y aunque presenta algunas mejoras, los problemas que arrastra no son algo baladí.
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Final Fantasy es a día de hoy mucho más que un videojuego, mucho más que una saga. Final Fantasy consiguió, a finales de los 90, convertirse en un elemento fundamental de la cultura popular para todas aquellas personas que tocaron la primera consola de Sony, e incluso antes, si jugaron a los Final Fantasy que llegaron a Super Nintendo. Sin embargo, la parte principal de la popularidad que tiene a día de hoy esta franquicia se debe, sin duda, a Final Fantasy VII, Final Fantasy VIII y Final Fantasy IX. Tanto el VII como el IX hemos podido disfrutarlos, por fin, en Xbox One.
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Sin embargo, aún faltaba uno por llegar, más que nada porque es el que más problemas (de los clásicos) ha dado a Square Enix. Final Fantasy VIII Remastered llega, como su nombre indica, remasterizado debido a que la propia compañía perdió muchos datos del juego original. Ha sufrido un retrabajado en muchas zonas e incluso presenta algunas mejoras algo palpables. Como tantas otras veces, planteo unas preguntas al aire sobre este título ¿Sigue manteniendose fresco? ¿Qué nos aporta al catálogo de Xbox One? ¿Es realmente meritorio del título de Remastered? A estas y otras preguntas intentaremos responder en el presente análisis. Coged vuestro sable pistola y extraed vuestros propias conclusiones de nuestro análisis de Final Fantasy VIII Remastered.
Apartado técnico
Es, con diferencia, el apartado en el que peor sale este remaster. En Generación Xbox somos muy tajantes con nuestra política de análisis frente a los juegos que se denominan como «versiones remasterizadas». El juego tiene que ofrecer mejoras para que en este apartado el juego reciba una buena calificación. Aunque es cierto que la calidad de las texturas y del modelado de los personajes son mucho mejores con respecto al juego original, el resultado final queda algo más «desastroso» que en Final Fantasy VII o Final Fantasy IX.
Uno de los problemas de mantener los fondos prerenderizados originales (solo suavizándolos un poco) es que, si parte del mismo tiene personajes con los que interactuar, y solo mejoras a los personajes que si que se mueven, deja un efecto estético muy lamentable. Si Final Fantasy VIII Remastered había conseguido eliminar el «famoso meme» de Squall Leonhart justo antes de la escena del baile, ahora ha creado un nuevo meme con el director (y por desgracia, otros muchos personajes) del jardín donde comienza la historia. Sin ánimo de hacer sangre, de poco sirve mejorar solo determinados elementos gráficos del juego si luego otros no están a la altura y chocan entre ellos, porque el resultado final pasa a ser algo grotesco. Este problema no lo sería tanto si tuvieran tenido el código original y completo del juego o si hubieran utilizado determinadas herramientas que a día de hoy dan resultados excelentes en juegos más antiguos.
Tampoco los frames por segundo ayudan, ya que en el mejor de los casos van igual que en el juego original y en el peor de los casos, por debajo del mismo. Esto da algunos problemas en los combates, donde es más dificil sincronizar determinados golpes que en PlayStation 1 (aunque sobre ello hablaremos más adelante). No obstante, no todo son malos sabores de boca en este apartado técnico: las cinemáticas van mucho más fluidas que en Final Fantasy IX, a pesar de ir a los mismos fps, la banda sonora sigue siendo tan fresca y maravillosa que parece que Nobuo Uematsu acabara de componerla por primera vez y la localización consigue mantenerse a la misma calidad con la que disfrutamos nuestra primera partida. Todos estos elementos en conjunto dan como resultado un desempeño «bueno» pero que no está a la altura del juego original.
Jugabilidad
En Final Fantasy VIII Remastered se mantienen los buenos y originales elementos que hicieron a Final Fantasy VIII un buen JRPG y, a la vez, algo diferente. Su sistema de extracción de magias y enlace con Guardianes de la Fuerza (las invocaciones del juego) dieron un toque original y diferente al visto en otros juegos dentro del género, aunque no gustó a todo el mundo, pues las magias se convertian en algo consumible. Aquí no importa tanto subir de nivel a tu personaje, sino enlazarlo con las magias adecuadas (y en las cantidades adecuadas) para mejorar todas las características de nuestros personajes.
Tampoco se descuida la mejora de nuestras armas, que mediante revistas (uno de los varios coleccionables del juego), podremos mejorarlas, así como otras habilidades, como por ejemplo, las habilidades del acompañante canino de Rinoa (uno de los límites que tienen los diferentes personajes). Todo ello es mucho más importante que subir de nivel a nuestros personajes, pero no podemos descuidar a los ya mencionados Guardianes de la Fuerza, que iremos reclutando a lo largo de todo el juego (combatiendo con ellos, extrayéndolos de otros enemigos, resolviendo determinados puzzles, etc…).
Con todos estos elementos listos, los combates se os harán bastante sencillos de solventar. El sistema es como en otros Final Fantasy, llamado Batalla en Tiempo Continuo, que permitirá realizar una acción con cada personaje cuando su barra correspondiente se llene por completo. No obstante, el peor framerate del que adolece el juego hace que determinados ataques sean más complicados de ejecutar. La sincronización a la hora de dar determinados golpes, como el tiro del sable pistola de Squall o incluso su límite (donde pulsar RB en el momento justo es algo fundamental) tampoco va tan bien como en el juego original.
Otro elemento que también da problemas es el movimiento en todo el juego. En la versión de Playstation 1 era posible mover al personaje de manera estable y fluida. En este Final Fantasy VIII Remastered es muy problemático, siendo en ocasiones una auténtica tortura cuando hay que hablar con un NPC. Este problema se arrastra de la versión de Pc, que ya incluyó solo 8 direcciones de movimiento, en lugar de un movimiento más natural como el que se espera de un joystick.
Las mejoras que realmente aportan al juego un nuevo enfoque a la hora de disfrutar de el son los trucos que incluye esta versión, al igual que ocurre con los demás que han llegado a Xbox One. Poder multiplicar la velocidad x3 hace que los procesos de extracción en determinados combates no sean tan eternos como en el juego original, y tener la posibilidad de omitir los combates aleatorios también se agradecen en determinadas partes. También es útil empezar con los ataques especiales de los personajes listos para ser usados desde el comienzo de los mismos.
Por desgracia, hay un problema con uno de estos trucos. Ya os avisamos que, a falta de que Square Enix lance algún parche para solucionarlo, si activais la velocidad x3 en algunos combates, el juego puede crashear. Esto es especialmente molesto cuando has derrotado a un jefe, extrayéndole en el proceso muchas magias, empleando casi media hora en el proceso, y luego no puedes continuar tu partida porque se queda completamente en negro, sin avanzar de ninguna manera.
Duración
Final Fantasy VIII Remastered, al igual que otros Final Fantasy, tienen gran cantidad de misiones principales, que se entremezclan en la historia con algunas misiones secundarias, localizaciones adicional que no son necesarias visitar para completar la historia e incluso su propio juego de cartas. Completar la historia principal y hacer algunas secundarias os darán facilmente más de 40 horas de juego. Conseguir todos los Guardianes de la Fuerza, completar la colección de cartas, subir todos los personajes al nivel máximo o conseguir las magias más poderosas ya es otro cantar. Fácilmente podéis invertir cerca de 80 horas de juego si sois completistas.
La duración de Final Fantasy VIII Remastered se ve influenciada también en cómo decidáis avanzar. Si subís mucho de nivel vuestros personajes, los enemigos subirán en igual medida, lo que hará que determinados combates se hagan más complicados a medida que avancéis. En resumen, Final Fantasy VIII Remastered va a daros muchas horas de juego (más si buscáis conseguir todos los logros) si sois amantes de su historia, que es uno de los puntos fuertes de este juego.
Conclusión
Final Fantasy VIII Remastered es, por desgracia, un ejemplo lo de lo que no se debe hacer a la hora de remasterizar un juego. Como mínimo, no debería llamarse «Remastered» pues está bastante lejos de los esperado en una remasterización de un videojuego. Para colmo, presenta multitud de problemas que no existían en el juego original, algunos incluso relacionados con los trucos añadidos que ahora incluye esta versión.
Sin embargo, Final Fantasy VIII Remastered sigue ofreciendo suficientes alicientes como para ser disfrutado por los amantes del género y aquellos más nostálgicos que tuvieran la oportunidad de jugarlo a finales de los 90. Su historia merece ser disfrutada, y aunque algunos elementos del juego os pueden hacer la experiencia más agridulce, sus virtudes compensan los problemas que presenta.