Analizamos The Siking City, ambiciosa aventura detectivesca de Frogwares que aspira a convertirse en referente en cuanto a juegos basados en Lovecraft.
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Los fans de Lovecraft hemos estado esperando mucho tiempo que llegará el videojuego definitivo sobre las obras del autor. Hasta ahora era Call of Cthulhu: Dark Corners of The Earth quien ocupaba esa posición de privilegio, a pesar de no haber sido tan apreciado en su lanzamiento. Rivales no le han faltado y sobre todo en el último par de años, los títulos explícitamente lovecraftianos se han multiplicado sin más explicación que la fascinación que siempre ha ejercido el escritor sobre otros autores. Con la promesa de convertirse precisamente en ese «juego total» llega The Sinking City, y a lo largo de este análisis nos dedicaremos a repasar los motivos que nos da para considerarle vencedor, o para seguir esperando.
En The Sinking City encarnamos a Charles Reed, un detective privado ex de la marina norteamericana, que llega a la misteriosa ciudad de Oakmonton en busca de respuestas. Desde hace tiempo las pesadillas y las alucinaciones le perturban, y sus investigaciones le acercan cada vez más a la locura. Oakmonton es una ciudad convulsa, que ha quedado medio anegada tras sufrir un temblor de tierra hace algún tiempo. Eso no solo ha cambiado la fisionomía de la ciudad, sino que también ha colocado a sus habitantes en una situación crítica, y les ha expuesto para colmo el contacto con los innsmouthianos, una raza de hombres pez que tuvieron que buscar cobijo en Oakmonton tras el desastre natural.
Será precisamente esta tensión, que apuesta por mostrarse decididamente racial, lo que dará un sabor único a The Sinking City, y que la hará tener un sitio propio frente a otros juegos basados en los cuentos de Lovecraft. Frogware se sirve del racismo inherente al autor, que dibujaba con las figuras metafóricas de los atrofiados seguidores de los dioses antíguos a los negros y extranjeros, para crear una reflexión y poner al jugador en una tesitura arraigada tanto en el racismo clásico, fácil de identificar, como en uno más moderno y moralmente ambivalente.
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Apartado técnico
A nivel técnico The Sinking City es el típico ejemplo de AA ambicioso, que intenta disimular su condición de tal y usar sabiamente ciertos efectos ambientales para conseguir un empaque digno de superproducción. Por supuesto esto suele tener consecuencias, y The Sinking City no se libra de tener un rendimiento un tanto irregular, problemas de tearing, una distancia de dibujado lejos de la ideal, y ciertos glitches gráficos. Tanto ha sido el empeño de dotar de brillo visual al juego, que se ha descuidado un tanto la optimización. ¿Es esto algo que consiga estropear el juego? Creemos que no, pero es necesario advertir que no estamos ante un Red Dead Redemption lovecraftiano, por si alguien lo esperaba.
Sin embargo a nivel artístico el juego es una pequeña maravilla. La recreación de esta Oakmonton a medio camino entre londres y Nueva Orleans, pero con elementos también del Chicago o Nueva York que hemos podido ver en muchas películas de cine negro, es digna de admiración. La acción del juego transcurre en la década de los años 20, y eso ayuda a Frogware a redibujar su juego como la aventura noir que también es, porque The Sinking City es un juego de mafiosos e investigaciones de felonías que parecen comunes, y que acaban teniendo ese origen sobrenatural que tanto nos gusta.
Musicalmente The Sinking City es también un juego típicamente Lovecraftiano, que mezcla el terror con melodías a instrumentos propias de otras culturas, y con algunos recursos de la música atonal. He tenido que jugar con cascos, no por querer sino porque el juego y los calores del pre verano, han puesto mi querida y discreata One X a bufar como nunca lo había hecho, lo que me ha dado la oportunidad de experimentar el diseño de sonido del juego como se debe. The Sinking City nos da lo que esperamos a nivel sonoro, los gorgoteos de las criaturas mutantes, el eterno sonido de la lluvia que siempre nos acompaña, las goteras en las casas, y los sonidos de gritos lejanos conspiran para componer una Oakmonton misteriosa, sudorosa y fascinante, en la que el olor a humedad y pescado podrido se pueden palpar en cada esquina.
Jugabilidad
The Sinking City es sobre todo un juego de detectives, estando mucho más escorado hacia este género que hacia el terror o la aventura de acción. Esto no quiere decir que renuncie al escalofrío, ni a tener un sistema de combate decente, que lo tiene. Sin embargo el grueso de nuestra partida pasará buscando localizaciones en un mapa de buen tamaño, y desplazándonos allí para seguramente reconstruir un crimen más o menos complejo, armar una teoría, y ejecutar una determinada acción de acuerdo con nuestras decisiones anteriores. Afortunadamente el juego consigue con la acumulación de pequeñas mecánicas, y de a menudo una excelente escritura de diálogos y personajes, sazonar este loop jugable para no aburrir.
El combate como hemos dicho antes es, cuando menos, competente. Empezando con una pistola y un revolver iremos reuniendo varias armas a lo largo del juego. Looteando chatarra tanto en escenarios del crimen como por las calles, podremos fabricar la munición, botiquines, e inyecciones de anti psicótico para controlar nuestras alucinaciones en momentos de tensión. Acabar con enemigos o resolver los crímenes que se nos plantean conseguiremos experiencia con la que ir comprando habilidades de tres tipos diferentes que podremos adaptar a nuestra manera de jugar. Todo esto tiene la suficiente complejidad, y está ejecutado con el acierto suficiente, como para dar lugar a momentos de acción convincentes y disfrutables. Nos hubiera gustado sin embargo contar con habilidades especiales que desbloquearan nuevas opciones de diálogo, o acciones especiales en algunos momentos.
Aunque la acción no deja que desear, el punto fuerte de The Sinking City es evidentemente la investigación. Desde la cartografía de Oakmont que hará las delicias de aquellos que aman la exploración, y aprovechar su capacidad de orientación, a la parte más puramente criminológica de reunir pruebas, interrogar testigos, y armar posibles teorías criminales. Ninguna de estas actividades por separado tiene demasiada complejidad, pero unidas y aderezadas con algunas variaciones como la de tener que encontrar puertas y mecanismos ocultos por paredes ilusorias, hacen que el conjunto sea lo suficientemente variado y rico.
Es de agradecer también que Frogwares no haya convertido esa «visión bruja» en un super poder que nos lo de todo hecho como en otros títulos. Cierto es que resaltará las puertas marcadas donde podremos entrar, o las cajas de loot, pero a menudo la única ayuda que nos reportará es cambiar la cámara a una segunda persona encima del hombro, que nos facilite explorar con más detenimiento un escenario. La voluntad del estudio de convertir The Sinking City en una experiencia no guiada es encomiable, en un escenario en el que los títulos en primera persona tienen hacia la película interactiva siempre que no haya acción por medio.
Si tenemos, y debemos, que señalar un punto negativo debemos decir que lamentablemente Oakmonton no logra transmitir la sensación de ciudad real, de mundo vivo en el que cada habitante, incluso los que no tienen una línea de texto, tiene un propósito y una historia. Oakmonton es un gigantesco parque temático lovecraftiano en el que el 80% es solo decoración. Exactamente esto es lo que ocurre con los segmentos de la ciudad que están sumergidos y que solo son transitables en barca. Hubiera sido genial que Frogwares hubiera añadido algún peligro a estos trayectos para que no fueran un simple trámite sin ningún aliciente o perjuicio respecto a simplemente ir andando.
Duración
The Sinking City es un título LARGO, así con mayúsculas. Con una duración muy superior a lo que esperaríamos de un doble A. Si nos ceñimos a su campaña principal sin hacer ninguna misión secundaria podríamos estar entre las 15 y 20 horas, pero es imposible dejarse llevar por el ambiente malsano y las curiosas historias que nos plantearán los personajes secundarios, y que igual que las misiones principales, tienden a enredarse y adquirir implicaciones que nunca pudimos imaginar en un primer momento.
Es la riqueza de algunas de sus misiones, siempre pendientes de trabajar para enriquecer la trama principal, y con mucho mimo y cuidado de no salirse del esquema espeluznante y malsano del juego, lo que hace que The Sinking City sea sobresaliente en este aspecto. No es solo que sea un juego largo, sino que Frogwares ha tenido respeto por nuestro tiempo, y aunque se juegue al despiste con direcciones y bifurcaciones argumentales, siempre se nos ofrece un extra para que no nos sintamos un simple recadero, que por otro lado es lo que seremos. Al fin y al cabo no dejamos de ser un detective privado.
Conclusión
Después de todo lo expuesto ¿En qué quedamos? ¿Es The Sinking City el juego definitivo sobre Lovecraft? ¿Está a la altura de la obra en la que se basa? La respuesta no es sencilla. Como ya hemos dicho esto no es un Red Dead Redemption lovecraftiano. Es posible que la obra mereciera una verdadera super producción, una que lejos de quedarse en parque temático o un All Stars de Los Mitos de Cthulhu apostase por llevar el mundo del autor verdaderamente a la vida. La pregunta que el fan debe hacerse es si realmente la industria está dispuesta, o si los creadores que se mueven en ese segmento de juegos tienen interés en semejante obra.
La respuesta a esta pregunta es que probablemente The Sinking City es lo mejor que podemos tener en cuanto a videojuegos de Los Mitos, y con esto no queremos para nada hacer de menos al juego de Frogwares. Un fan de Cthulhu nunca escogería el mal menor, y no es eso lo que encontramos en The Sinking City, sino más bien una obra apasionada, divertida, moderna, y que busca distinguirse de las demás incluyendo un tema social de actualidad, el racismo.
El retrato del juego del supremacismo blanco de las fuerzas vivas de esta Oakmonton que quiere «volver a ser grande», según el lema de ese remedo corrupto de Trump que aspira a convertirse en nuevo alcalde, hasta la ridícula y a la vez brutal reproducción del KKK que liquida a pobres desgraciados Innsmouthianos, está muy conseguido. Nuevamente el no haber convertido a los pobres refugiados hombres pez en víctimas unidimensionales es un acierto. Y hacer que el jugador se plantee a qué puede conducir el rechazo y la desesperación a alguien a quien se deja al margen, es lo que quizá haga que The Sinking City releve a Dark Corners of the Earth. ¿Mi recomendación? Déjese arrullar por el suave tacto del tentáculo.
*Gracias a BigBen Games por habernos proporcionado el material para el análisis.