Analizamos para Xbox Series uno de los juegos más esperados de este año, el genial Dragon Age: The Veilguard.
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No puedo negarlo, tengo debilidad por los juegos de BioWare. Especialmente, por Mass Effect y Dragon Age, dos de las sagas que me han marcado como jugador. Por ambas llevo muchos años esperando una nueva entrega y por fin podemos cumplir el deseo de disfrutar de un nuevo capítulo de la historia de Thedas. Un nuevo paso adelante tras diez años, cuando nos despedimos de la inquisición y dejamos a Solas con más dudas que certezas.
Pero Dragon Age: The Veilguard ya está con nosotros y promete dar respuestas que llevamos mucho tiempo esperando. Un pequeño salto temporal de ocho años desde los acontecimientos finales de Inquisition será el punto de partida de una aventura que llega con novedades, sobre todo en su aspecto jugable.
Todo comienza cuando Rook, el protagonista que podemos moldear en esta aventura, interrumpe un ritual de Solas junto a Varrick, Harding y Neve. Una acción que permite entrar al mundo a dos dioses élficos malvados a los que deberemos parar los pies. Una misión un tanto complicada, por no decir imposible, para la cual deberemos reunir un equipo de lo más variopinto.
Espera, ¿una misión casi suicida con un grupo de personajes carismáticos? Eso suena como un Mass Effect 2 y su misión suicida… y es que Veilguard se siente un poco así. Incluso parece que la propia BioWare era consciente de que este juego era su misión suicida particular tras el fracaso de Anthem. Un juego donde debía poner todo de su parte y conseguir un buen juego. Algo que, os adelantamos, han conseguido.
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Apartado técnico
Dragon Age: The Veilguard es un título que entra por los ojos. Hablamos del mejor juego en el apartado artístico y visual de BioWare. Un despliegue técnico sin igual que permite recrear una Thedas como nunca antes, con escenarios impresionantes y variopintos. Una necrópolis, una cárcel submarina y varias ciudades llenas de vida y detalles, donde destacan por encima de todo Minrathous y Treviso, cada una con su estilo y arquitectura única. Una auténtica delicia visual que nos incita a sacar el modo foto a cada rato para plasmar su mundo en instantáneas con un acabado impresionante.
Un mundo que sufre una pequeña transformación en su concepción, dejando atrás el mundo abierto de Inquisition para dar paso a zonas más pequeñas y limitadas. Pero este cambio no es a peor porque, a pesar de ese toque más pasillero, cada zona cuenta con un diseño magistral que permite explorar y descubrir secretos, encontrar cofres con equipo y realizar diversas misiones secundarias. Siempre hay algo que hacer, con un despliegue visual único, que consigue que no resulte monótono y no echemos de menos esa libertad anterior.
Todo ello viene acompañado de un rendimiento impecable, con resolución 4K y todas las opciones visuales actuales, sin caídas de FPS ni cuelgues. Un trabajo muy pulido que luce en todos los aspectos en Xbox Series X, consola en la que hemos jugado.
Por otro lado, como es costumbre, el juego llega con audio en inglés pero totalmente traducido en sus textos en castellano. Y su BSO es, sencillamente, espectacular, siendo un elemento muy potente en la narrativa del juego, acompañando en cada momento y aportando las notas exactas y sentimientos para cada escena.
Jugabilidad
Entramos en el, quizás, punto más controvertido por el cambio evidente que ha realizado BioWare en la jugabilidad de la saga. Atrás quedaron los tiempos de Origins con un combate más táctico donde la combinación de habilidades era fundamental. Ahora tenemos un juego mucho más ágil y centrado en la acción. ¿Quiere decir esto que no estamos ante un juego de rol? Nada más lejos de la realidad, pero el combate ha dado un giro hacia la acción frenética, algo que muchas sagas clásicas dentro de los RPG ya han llevado a cabo.
En Veilguard el combate apenas cuenta con elementos tácticos, peor no han desaparecido del todo. Y no solo hablamos de los que enemigos tengan debilidades que podamos aprovechar con nuestras habilidades, sino también por el regreso del sistema de denotación al combinar dos habilidades. Además, podemos llevar equipadas tres habilidades por cada personaje en acción (como siempre, un máximo de 3) que podremos seleccionar cuando creamos que es mejor usarlas. Para ello, pararemos la acción y seleccionaremos la habilidad en cuestión, reanudando el combate al momento.
En cuanto al combate en sí, este está basado en el uso de dos ataques y en la esquiva. Un sistema similar al visto en juegos como la saga Batman Arkham, incluso con un sistema de intuición por colores para saber cuando podemos hacer parry a un ataque y cuando es imbloqueable y debemos esquivar. Un movimiento bastante ágil que permite un sistema de combate en tiempo real con ataques, esquivas, parrys y contras aderezadas con el uso de las habilidades mencionadas antes.
Una serie de habilidades que estarán sujetas a la clase que hayamos elegido al comienzo de nuestra aventura. Al crear a nuestro protagonista podremos elegir entre guerrero, pícaro y mago. Tras arquetipos básicos que podremos especializar en sus respectivos árboles de habilidades. En ellos encontramos sobre todo habilidades pasivas o mejoras para el personaje (como más vida o mejor % de daño) y un número algo pequeño de habilidades de acción. Es cierto que al llegar a nivel 20 desbloqueamos las tres especializaciones de cada clase y nos otorga nuevos poderes, pero al estar limitados a tres activas se nota una mayor fijación por ofrecer elementos pasivos y secundarios, por lo que la elección es al final más una cuestión de gustos personales.
Con todo ello, tenemos un combate muy divertido, diferente a lo visto en la saga, pero que cumple con creces. Nunca nos cansamos de él y siempre es muy satisfactorio. Eso sí, el único, pero que le podemos poner es que la dificultad está basada más en aumentar el número de enemigos presentes o en añadir más vida a los jefes que en otra cosa. Esto al final no hace que sea más difícil per se, sino que tardemos más tiempo en acabar con ellos.
Más allá del combate y de la exploración, el otro elemento fundamental en las obras de BioWare es el vínculo entre personaje y cómo podemos reaccionar y responder en cada conversación. Algo que está muy presente y que, de manera habitual, siempre nos presenta una rueda con tres opciones: amabilidad, sarcasmo y rudeza. Eso sí, en ocasiones podremos responder con tristeza, enfado o sorpresa, según la situación y la relación que hayamos construido con cada personaje. Una manera de moldear el carácter de Rook que, como también es común, nos permitirá entablar una relación amorosa con algún miembro del grupo si le dedicamos tiempo y buenas palabras.
Duración
Todo lo que hagamos a lo largo de nuestro viaje tendrá algún tipo de repercusión en la trama. Un propósito que muchas veces se nos recuerda con una simple frase, pero que nos recuerda todo lo que ha ido pasando. Por eso, si solo vamos a piñón fijo por la historia principal, nos perderemos muchos detalles y elementos que enriquecen el cómputo global.
Si tomamos ese camino, completar Dragon Age: The Veilguard nos llevará entre 35 y 40 horas. Una cantidad bastante decente que puede llegar a superar las 55 horas si nos dedicamos a completar las misiones secundarias y conocer por completo a todos nuestros compañeros con las típicas misiones de compañero.
Con todo ello, tenemos una trama que quizás no llega a la altura de cualquiera de los otros tres juegos de la franquicia, pero no por ello mala. La sensación que nos deja es que se han quedado atrás algunos elementos diferenciadores de Dragon Age como saga, como los conflictos religiosos, entre razas, abusos de poder y demás elementos narrativos, para dejar paso a una trama más centrada en lo sobrenatural y los demonios. La lucha contra dos dioses élficos es un motivo más que suficiente para argumentar este paso hacia una nueva dirección narrativa, pero cae demasiado en el cliché de “el mundo está en peligro y al borde la destrucción”, dejando de lado los problemas más cotidianos.
Por otro lado, no queremos dejar de comentar que las decisiones que debemos tomar aquí son, quizás, menos dramáticas y conflictivas que en otros juegos. No quiere decir que no sean duras, es más, muchas de ellas traen consecuencias que nos han dejado impactados, pero no hay momentos en los que decidir entre dos opciones que duelen. Aquí están más asociadas a tomar decisiones debido a la falta de tiempo.
Con todo ello, tenemos una trama no tan profunda y compleja que se apoya en un elenco de personajes atípico, que consigue sustentar la narrativa sobre sus hombres. Un variopinto e inesperado grupo de héroes donde sus historias están muy construidas, con buenos arcos de presentación y un carisma único.
Conclusión
Tras años de espera, por fin podemos disfrutar de nuevo de Dragon Age. Un camino largo y desesperante en muchos casos que ha terminado en un muy buen puerto. Porque Veilguard es el juego que BioWare quería hacer. Con sus decisiones más o menos polémicas, como el cambio hacia un sistema de juego enfocado en la acción, este título es la visión del estudio, su cuarta entrega de un mundo único.
Porque, por encima de todo, Veilguard es Dragon Age en esencia pura, un juego para un jugador con un apartado visual impresionante que configura un mundo fantástico único y lleno de vida. Un juego que recuerda más a Dragon Age II mezclado con la escala y la epicidad de Inquisition y que aporta su propio legado con un sistema de combate fresco, rápida y frenético. En definitiva, una combinación que nos deja con un título de notable.
*Gracias a Electronic Arts por habernos proporcionado el material para la review.
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Apartado Técnico90/100
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Jugabilidad90/100
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Duración85/100
Pros:
- Buen diseño de niveles.
- Artística impecable.
- Combate divertido y frenético.
Contras:
- La dificultad viene marcada por el número de enemigos y un mayor nivel de vida.
- Algunos puzzles pecan de ser muy sencillos.