Analizamos en Xbox Series X uno de los juegos más esperados del año, Doom The Dark Ages.
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Antes de meternos en materia con esta review, debo recordar a mi amigo y excompañero de Generación Xbox, Pedro del Pozo, él es y era el fan más incondicional de esta saga, así que espero seguir el legado a la altura y que este análisis os pueda resultar interesante. Vamos al lío; Tras completar la campaña, me cuesta recordar un shooter que haya conseguido reinventarse sin perder lo que lo hace reconocible como lo ha hecho DOOM: The Dark Ages. id Software ha cambiado radicalmente el escenario —dejando atrás la estética industrial y futurista de DOOM Eternal— para apostar por un universo medieval, oscuro, opresivo y cargado de acero, piedra y fuego. Y aun así, todo sigue oliendo a DOOM: combates intensos, enemigos en oleadas, ejecuciones brutales y unos escenarios que no nos darán tregua.
La ambientación no es el único cambio. El Slayer se mueve de otra manera. Ya no es el acróbata que vimos en DOOM 2016 o en Eternal, sino una especie de tanque andante que avanza con fuerza bruta, menos ágil pero más demoledor. Y este cambio afecta a todo: el ritmo, el combate, las armas y la forma en que se resuelven los encuentros. Es diferente, pero funciona.
Apartado técnico
A nivel técnico, The Dark Ages se apoya en el motor idTech para ofrecer uno de los juegos más sólidos del año en consolas. En Xbox Series X el rendimiento es ejemplar: 60 FPS constantes, resolución dinámica que roza el 4K y trazado de rayos activo. La iluminación en interiores, los reflejos en superficies metálicas o las sombras dinámicas durante los combates con titanes hacen que cada escenario tenga identidad propia. En Xbox Series X el rendimiento es impecable, pero algunas animaciones contextuales siguen siendo algo rígidas. No hemos podido probar la versión de Series S, que podría presentar diferencias debido a la diferencia de potencia.
Las misiones son mucho más grandes que en anteriores entregas. Algunas de ellas se sienten como mini campañas, con varias zonas conectadas, caminos alternativos y objetivos secundarios. La exploración es parte fundamental del ritmo, y en cada nivel hay un códice oculto que amplía detalles sobre el mundo y sus criaturas.
Visualmente, todo se ha rediseñado con un nuevo enfoque. Los castillos, criptas, fortalezas aéreas y campos de guerra mezclan el medievo con lo demoníaco y lo sobrenatural. El diseño de enemigos es especialmente impresionante: no solo hay más variedad que nunca —literalmente, la mayor de toda la saga—, sino que están mejor diferenciados y exigen estrategias distintas.
El sonido acompaña como debe: contundente, sucio, lleno de peso. Las armas suenan como si dispararas trozos de metal incandescente, y los gritos de los demonios no se olvidan fácilmente. La música mantiene el tono agresivo pero con un toque más sombrío, menos electrónico y más acorde a esta “edad oscura”. Aunque inicialmente no estaba previsto, finalmente el juego llega doblado al español de España tras un acuerdo con los actores. El resultado es muy bueno y encaja perfectamente con el tono más crudo del juego.
Jugabilidad
El cambio más notable está en el cuerpo del juego: cómo se combate, cómo se avanza, cómo se sobrevive. El Slayer ya no tiene doble salto ni movimiento aéreo constante. Aquí pesa, se arrastra con la fuerza de un martillo y cada paso hace temblar el suelo. Eso no lo hace más lento en sentido negativo, sino más contundente. Cada decisión cuenta. El nuevo ritmo más pesado funciona bien, pero puede costar adaptarse al principio si vienes de DOOM Eternal. Algunas armas tardan en destacar y el sistema de parrys requiere de precisión.
El nuevo arsenal da mucho juego. El lanzacohetes ahora también lanzagranadas, el rifle de plasma se puede alternar entre disparo dual o preciso, y la pistola de clavos es una sorpresa: puede ser automática o actuar como francotirador, según lo que necesites en ese momento. Pero si hay un arma que se lleva todos los focos, esa es la Sierra Escudo: sirve como remate, como herramienta de control y como respuesta a la mayoría de las situaciones, con ejecuciones espectaculares que te hacen recordar lo mejor del gancho carnicero de Eternal, pero más crudo.
El sistema de combate cuerpo a cuerpo y paradas es otro gran acierto. Puedes usar el escudo o el propio puño del Slayer para bloquear ataques y contraatacar con brutalidad. Este sistema se aplica en enfrentamientos normales, pero también en los duelos contra titanes, donde se combinan secciones cuerpo a cuerpo con fases de disparo pesado desde la distancia.
A esto se suman varios momentos jugables que rompen la rutina y que están muy bien integrados. El modo mecha, por ejemplo, te mete en una bestia mecánica que aplasta edificios y barre tanques como si fueran maquetas. El combate sobre el dragón también es una pasada: te permite moverte en vertical, ejecutar enemigos en vuelo y realizar combos especiales tras bloquear proyectiles. Y las secciones de torreta no están ahí solo para variar el ritmo: algunas son clave para resistir oleadas masivas en puntos críticos.
Con todo esto, es difícil que el juego se sienta repetitivo. La variedad de enemigos, el tipo de escenarios, la combinación de armas y habilidades, y las secuencias especiales hacen que cada misión ofrezca algo distinto. De hecho, The Dark Ages es probablemente uno de los FPS más creativos y dinámicos que he jugado en los últimos años.
Duración
Aquí también hay novedades. El juego incluye 22 misiones, y no hablamos de niveles cortos. La sensación es que el conjunto completo puede superar fácilmente las 18-20 horas si exploras todo, buscas códices y no vas simplemente del punto A al B.
Cada misión es amplia, con múltiples secciones y combates bien dosificados. Hay momentos intensos, zonas de exploración, desafíos opcionales y zonas de combate muy bien diseñadas. No hay multijugador competitivo, pero tampoco lo necesita: la campaña es lo bastante rica, variada y densa como para justificar todo el contenido.
Lo mejor es que, aun siendo más largo que entregas anteriores, el juego nunca aburre. Tiene un ritmo muy medido, combina muy bien lo visual con lo jugable, y sabe cuándo introducir una mecánica nueva o sorprender con un cambio de escenario.
Conclusión
DOOM: The Dark Ages no es solo una nueva entrega: es una declaración de intenciones. Cambia el enfoque, el tono y el ritmo, pero mantiene intacta la esencia de DOOM. El combate sigue siendo violento, exigente y extremadamente satisfactorio, pero ahora se siente más táctico, más físico. Y el resultado funciona.
Es un shooter que arriesga, que presenta ideas nuevas, que amplía lo que significa ser el Slayer. Con su ambientación medieval oscura, su nuevo sistema de combate y su diseño de niveles ambicioso, esta entrega se sitúa como una de las más innovadoras de la saga. Además, llega de lanzamiento a Xbox Game Pass, lo que convierte al servicio de Microsoft en un sitio ideal para descubrir propuestas de este calibre y mucho más, sinn gastar más de lo debido.
No es un simple DOOM con armaduras de hierro: es otra bestia.
Agradecemos a Bethesda el material ofrecido para realizar el análisis.
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Apartado Técnico95/100
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Jugabilidad96/100
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Duración90/100
Lo mejor
- El combate más variado y táctico de la saga
- El nuevo arsenal da muchísimo juego
- Más enemigos distintos que nunca en DOOM
Lo peor
- El ritmo más pausado puede chocar al principio
- Algunas animaciones contextuales algo rígidas