Analizamos Calll of Cthulhu de Cyanide Studios, una muy conseguida traslación del juego de rol de mesa basado en la obra de H.P. Lovecraft.
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Los aficionados a la literatura de Lovecraft somos en esencia como uno de los cultos descritos en sus historias. Autor altamente imperfecto, algo repetitivo, y bastante hortera, es sin embargo un escritor de culto con decenas de miles de fieles por todo el mundo. La literatura de Lovecraft, con su desbordante imaginación, es mucho más que la suma de sus partes, y parece que lo nuevo de Cyanide, lanzados a crear lo que será el nuevo juego oficial basado en el juego de rol de mesa Call of Cthulhu, se ha mimetizado con el autor para crear un juego imperfecto que es capaz de proporcionar una experiencia fascinante, que con algunos tropiezos acaba a un nivel digno de ovación. El Call of Cthulhu comete en parte el pecado de hablar con un lenguaje ajeno al de la mayoría de los videojuegos, mezclando mecánicas inconexas, y que no consiguen sobresalir de forma individual.
Call of Cthulhu goza también de una ambientación soberbia, donde un apartado gráfico un tanto anticuado no resta ni un ápice de efectividad a un diseño artístico maravilloso. Cyanide triunfa sin duda alguna en la creación de una trama de intriga sobrenatural y horror cósmico, cargada de tópicos y lugares comunes, pero de esos que en lugar de aburrir juguetean jocosamente con el jugador, sobre todo con el que es además fan del género y del autor. Call of Cthulhu en definitiva es un fan service exquisito, divertido, imaginativo, simplista, a ratos irritante, y que va de menos a más con ciertos segmentos que bajan el nivel del conjunto. Amigos de lo oculto, acompañadnos en este análisis donde vamos a pormenorizar lo mejor y lo peor del nuevo título de Cyanide Studios.
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Apartado Técnico
Call of Cthulhu no es, ni aspira a ser, un juego puntero en lo técnico, sin que eso signifique que no se haya puesto cuidado en su aspecto y optimización. No encontraréis aquí los mejores modelados, ni las animaciones más realistas. A menudo se cruzan texturas de calidad cuestionable, y ciertos efectos visuales ya en desuso por sus pobres resultados, que sin embargo aquí podrían estar presentes como una decisión creativa consciente. El juego se mimetiza perfectamente con el ambiente de película de serie b detectivesca de los 60 y 70, para lo que se vale de un diseño artístico soberbio, sacados no solo de referentes cinematográficos, sino también de múltiples ilustraciones tanto de cuentos como del propio juego de rol de mesa, que dota al juego de una atmósfera gozosa e irrepetible. En muchos momentos de mi partida me he quedado embobado mirando las imágenes, no necesariamente por su belleza o por su prodigio técnico sino por la fidelidad con la que han llevado al medio interactivo el universo del autor.
El sonido no desmerece al aspecto gráfico con una banda sonora notable, que se luce especialmente en los momentos de mayor tensión y que a pesar de ser eminentemente clásica y orquestal, no tiene miedo de introducir ocasionalmente elementos de electrónica o alguna guitarra eléctrica. Por otro lado tenemos el diseño de sonido que convierte la experiencia de jugar a Call of Cthulhu con auriculares en una experiencia inmersiva y escalofriante. Gritos lejanos, gotas, el sonido lejano del mar y el ulular del viento. Todos estos elementos, ya clásicos en cualquier juego de terror están presentes y ejecutados de forma magnífica.
Creo que puedo decir, sin temor a equivocarme que estamos ante uno de los juegos de terror con mejores actuaciones de la generación, una en la que hemos tenido muchos y muy buenos juegos del género. Tanto el actor que da vida al detective Edward Pierce, como los que hacen lo propio con todos y cada uno de los secundarios, están a un gran nivel, y realizan un trabajo de composición de sus personajes verdaderamente magnífico. Call of Cthulhu se conforma con la efectividad en lo técnico, pero en su creación de atmósferas y construcción de escenarios y personajes resulta sobresaliente.
Jugabilidad
Aunque no estoy muy familiarizado con el juego de rol de mesa, se que es uno bastante particular, y donde el lore sacado de los relatos de Lovecraft, y la minuciosa recreación del mundo por parte del master de la partida, son sus principales atractivos. Cyanide ha buscado trasladar esa personalidad a este juego de forma delicada y rigurosa, lo que les ha hecho fallar en dotar al juego de una cohesión entre sus mecánicas, y lo que es peor, fallar también en que esas mecánicas estén implementadas de forma rica y compleja. En Call of Cthulhu encontraremos investigación, sigilo, puzles, e incluso disparos, y nos daremos cuenta pronto de la poca profundidad de cada uno de estos elementos en el juego, y de que siempre se nos ocurrirán ejemplos de otros títulos que hacían lo mismo pero mejor.
Y sin embargo funciona, y con el paso del juego todas estas piezas van encajando para crear un juego que nunca nos abandona en el aburrimiento, aunque en algunos momento sí que se nos haga un poco pesado. Por ejemplo, Edward Pierce tiene desde el principio del juego la posibilidad de utilizar tanto un mechero como un farol de aceite para iluminar su camino. Call of Cthulhu no es un juego demasiado oscuro, y durante el primer tercio del juego ambos elementos parecen totalmente inútiles. Sin embargo, y con el discurrir de nuestra aventura el farol de aceite irá adquiriendo cada vez importancia, con un par de ocasiones en los que su uso además de fundamental está implementado con bastante gracia e imaginación.
Aunque no estamos ante un RPG al uso, sí que contaremos con un árbol de habilidades y puntos que deberemos ir gastando para aumentar la pericia de nuestro personaje en cuestiones como percepción, fuerza, o elocuencia en nuestras conversaciones, con dos campos (medicina y ocultismo) que solo podremos aumentar realizando determinadas acciones, o encontrando determinados objetos. Por la propia naturaleza del juego, estas estadísticas tienen una influencia bastante difusa en algunas ocasiones, y es probable que para muchos jugadores pueda acabar pareciendo un elemento superfluo. Yo mismo me he sorprendido en algunos momentos de la partida, habiendo acumulado varios puntos de habilidad que no había gastado simplemente porque ni siquiera me acordaba de que no estaba simplemente ante una aventura conversacional cualquiera. Sin embargo en el último tercio del juego la inteligencia con la que hayamos hecho progresar al detective Pierce tendrá mucho impacto, tanto en la dificultad para superar el juego, como en el final del mismo.
A pesar de la falta de profundidad antes mencionada, y oportunidades perdidas como la posibilidad de haber distinguido más la forma de jugar en los momentos en los que tomamos posesión de un personaje distinto a nuestro protagonista, estamos ante un juego sólido, divertido, y muy disfrutable. Su excelente ambientación y guión consiguen amalgamar el resto de elementos, y tapar muchos defectos que acabaremos aceptando como parte de la personalidad del juego, y que obviaremos en nuestra huida hacia adelante, ansiosos por averiguar cual será el nuevo infortunio que sufrirán nuestros personajes, en su lucha por averiguar cual es el oscuro misterio que pesa sobre Dark Water y la desaparición de la pintora Sarah Hawkins. Es cierto que el juego está lejos de proponer una experiencia abierta, y que algunos recursos utilizados en el diseño de niveles son profundamente anticuados (sí, estoy hablando de las barreras invisibles), pero lo cierto es que en una parajoda videojueguil he estado encantado con esta falta de libertad, dejándome arrastrar al camino por el que Cthulhu quería llevarme.
Duración
He tardado en completar el juego unas doce horas, sin obsesionarme con logros o coleccionables, y saltándome en parte por error y en parte por dejadez algunos objetivos secundarios. La trama principal es tan jugosa, y el deseo por resolver sus enigmas es tan fuerte, que a menudo nos dejaremos habitaciones sin explorar, y algún que otro personaje sin interrogar. En este caso debo decir que la resolución de algunas tramas es un tanto precipitada, y que me hubiera gustado que el ritmo de algunos capítulos (el juego está dividido en episodios) hubiera sido más pausado, pero en general en esas 12-14 horas que puede ofrecer se queda uno bastante satisfecho, y sin demasiado sitio para el postre. El juego tiene varios finales lo que facilita su rejugabilidad pasado un tiempo, incluyendo uno que dependerá únicamente de nuestro manejo de los puntos de habilidad.
En este tipo de juegos, en el que la duración no termina de ser ni demasiado corta, ni tampoco larga, la sensación de que el juego debería durar más, o haber transcurrido con un ritmo más pausado (el último tercio del juego es vertiginoso), uno nunca sabe si dicha sensación se debe a que la duración no es la correcta, o que simplemente queríamos tener más para jugar. La historia queda bastante cerrada, pero el añadido de una o dos expansiones que podrían cubrir algunas lagunas argumentales de la historia creo que serían muy positivas para el producto final, pero esto dependerá por un lado de la voluntad de sus autores, y por otra del desempeño comercial del juego.
Conclusión
Call of Cthulhu no va a incendiar las redes, y poca resistencia puede oponer ante gigantes como Red Dead Redemption 2, pero sí nos puede ofrecer uno de los mejores juegos basados directa o indirectamente en la obra de Lovecraft. Cyanide Studios tenía probablemente más claro lo que quería hacer con ambientación y trama, que el juego que tenía que meter ahí, y el intento de imitar un juego de rol donde lo más importante no es ser la máquina de matar más perfecta no les ha ayudado tampoco. Mecánicamente estamos ante un juego epidérmico, que solo alcanza cierta profundidad a partir del segundo tercio, pero estamos también ante un delicado castillo de naipes, elaborado con piezas muy frágiles y que sorprendentemente se mantiene en pie. Es quizá lo fascinante de la obra de Lovecraft, que aquí se plasma hasta llegar a límites de exceso que el propio autor rara vez cruzaba, lo que convierte al juego en una obra tan rematadamente divertida.
No hay duda de que el título exige ciertos compromisos al jugador, y hay cosas que tenemos que pasar por alto para entrar en lo que se nos propone, aunque el juego es amable y accesible y no nos pone demasiadas trabas en su manejo y comprensión. Los amantes del terror, los juegos narrativos más verbeneros, y sobre todo los de la obra de Lovecraft tienen aquí un delicioso caramelo para nada indigesto que sin embargo puede resultar un poco difícil de tragar para quienes busquen un plato más rico en matices.
*Gracias a Koch Media por facilitarnos el material para realizar esta review.