Continuamos con el último de los capítulos de la historia de Dark Souls.
Más historias en la categoría Editorial
- ¿Necesitamos más juegos de Transformers? Rotundamente, sí
- Los Remakes y Remasters se han posicionado en la industria ¿son realmente necesarios?
- 343 Industries estaba destruyendo Halo y no lo sabíamos
No te pierdas nada y ¡Síguenos en Google News! |
Aquí tenéis la sexta y última entrega de la Historia del primer Dark Souls, si no leísteis los capítulos anteriores o queréis volver a hacerlo, aquí os dejo los enlaces.
- Capítulo 1: El nacimiento de la Primera Llama, guerra contra los Dragones Eternos y la llegada de la Edad de Fuego
- Capítulo 2: La Primera Llama pierde fuerza y la Oscuridad comienza su avance
- Capítulo 3: La Leyenda de Artorias y el nacimiento de la Nigromancia
- Capítulo 4: La inundación de Nuevo Londo y la Perdición de Izalith
- Capítulo 5: Crisis en la Iglesia de la Blanca Vía y la destrucción de Astora
Último Capítulo
El Señor de la Ceniza y la leyenda del No-muerto Elegido
La llama estaba a punto de apagarse, y si eso ocurría sería el fin de la Edad de Fuego. Gwyn no podía permitirlo y por ello tomó una decisión, si él no podía gobernar como Dios, que al menos lo hiciesen sus hijos. Lloyd había conseguido usar las almas de los no-muertos como combustible para la Primera Llama ¿Podría hacer Gwyn lo mismo con la suya?. Su alma era sin duda mucho más poderosa que la de cualquier no-muerto que hubiese sido sacrificado, o que la de todos ellos juntos. Así que el Señor de la Luz Solar se dirigió al Horno de la Primera Llama con un pequeño contingente de Soldados Plateados, preparándose para su funesto final.
Al llegar al Horno vio una llama débil, apenas sin fuerza, entonces dirigió a ella su Alma, este acto más adelante fue conocido como el primer Enlace de Fuego. El enlace produjo una explosión sin precedentes, los soldados de Gwyn murieron al instante por la onda de impresionante calor y potencia, viéndose todos convertidos en cenizas. Pero Gwyn no murió, aunque sí quedó terriblemente debilitado, y fue testigo de como la Primera Llama volvía a arder con una fuerza renovada.
Con sus poderes, Gwyn hizo que las cenizas de sus Soldados Plateados volviesen a tomar forma, pero esta vez como Soldados Negros, encomendándoles la misión de dar caza a los Demonios del Caos que osasen amenazar Lordran. Fue entonces cuando Gwyn dejo de lado su título de Señor de la Luz Solar, y en su lugar acuñó un nuevo nombre, Gwyn, el Señor de la Ceniza, el que guardaría la Primera Llama eliminando a cualquiera que osase acercarse a ella.
(Gwyn, Señor de la Ceniza y un Caballero Negro)
Todo en Anor Londo volvió a la normalidad con un sol y luz renovados, pero no duró para siempre, pues al paso de algunos años la Primera Llama volvió a flaquear, momento en que las Deidades decidieron abandonar la Ciudad de Dioses en busca de otro lugar donde instaurar un nuevo reino. Gwynevere abandonó la ciudad junto a su amante Flann, el Dios de la Llama, con el que más adelante se casó. Ornstein, siendo el guardaespaldas de la princesa, la siguió a su nuevo destino, dejando a Smough a cargo de la protección de la ciudad abandonada y de Gwyndolin, que decidió no acompañar a su hermana, pues sentía que si lo hacía traicionaría la confianza de su padre y lo defraudaría.
Entonces apareció otra de las Serpientes Primigenias, Frampt el Buscarreyes, quien se acercó al joven Gwyndolin ofreciéndole un plan con el que podría hacer que su padre se sintiese orgulloso. El plan consistía en usar la leyenda del no-muerto elegido a su favor, propagarían la creencia de que existía una profecía en la que los no-muertos que llegasen a Lordran tendrían que hacer sonar dos campanas localizadas una en lo alto de la Parroquia de los No-Muertos y la otra en las puertas de la Ciudad de los Demonios, llamándolas Las Campanas del Despertar.
Una vez hubiesen sonado, un gigante esclavo abriría las puertas a la Fortaleza de Shen, un castillo lleno de pruebas y trampas con la que se probaría el valor de este no-muerto. Si el aventurero cruzaba la Fortaleza de Shen sería llevado entonces a Anor Londo, por lo que Gwyndolin debía hacer uso de su gran dominio de la magia ilusoria para hacer parecer que la Ciudad de Dioses seguía en pleno apogeo, una ciudad llena de luz y vida.
También debía crear una ilusión de su hermana Gwynevere, quien entregaría al no-muerto la Vasija de los Señores y debería convencerlo de que su auténtico objetivo era suceder a Gwyn, enlazando una vez más la Primera Llama para así alargar la Edad del Fuego. Esta ilusión le diría al aventurero que hablase con Frampt en el Santuario de Enlace de fuego para terminar de cerrar el engaño contándole la historia del gran Gwyn y una realidad distorsionada de su destino.
(Frampt el Buscarreyes, Gwyndolin el Sol Oscuro y Gwynevere, Princesa de la Luz Solar)
Muchos no-muertos se acercaron a Anor Londo con la intención de hacer realidad la leyenda del No-muerto Elegido, pero el más destacado entre ellos fue Tarkus, uno de los grandes caballeros del reino de Benerike, aunque Benerike era un reino famoso por contar con unos soldados increiblemente fuertes capaces de llevar armaduras muy pesadas y resistentes, Tarkus resaltaba por tener una fuera sobrehumana incluso entre sus compañeros, siendo capaz de llevar la gran Armadura de Hierro Negro e incluso de moverse rápidamente con ella cuando una persona normal sería aplastada simplemente por el peso de su escudo.
Tarkus se dirigió a Lordran convencido de que su gente no merecía sufrir la maldición de los no-muertos porque era problema de un país extranjero. Llegó a la Fortaleza de Shen y allí se encontró con un amigo de un reino vecino, el Rey Caballero Rendal del reino de Balder, con un contingente de soldados dispuesto a llegar a Anor Londo, viendo que su objetivo era el mismo decidieron ir juntos y se dispusieron a superar las trampas del lugar.
Durante el ascenso la totalidad de sus fuerzas acabaron muertas o convertidas en Huecos, únicamente Tarkus y Rendal quedaban en pie cuando llegaron a la cima de la traicionera fortaleza, donde se enfrentaron a un Golem de Hierro creado por los Dioses al unir el hueso de un Dragón Eterno con un Alma. El Rey Caballero Rendal murió a manos del Golem, quedando solo Tarkus para enfrentarse a el, pero al final, con su increíble destreza y fuerza sobrehumanas, salió victorioso.
Tras derrotarlo fue llevado a Anor Londo donde avanzó hasta encontrarse con un callejón sin salida, pues había un puente que no conectaba con ningún sitio. Buscó la forma de llegar al castillo que se encontraba a su izquierda y vio la posibilidad de hacerlo subiéndose a una de las pasarelas que conectaban las construcciones. Fue una tarea difícil, pues con su pesada armadura, cualquier traspié le haría precipitarse al vacío. Al llegar al otro lado rompió uno de los ventanales para poder entrar, y vio que se encontraba en el piso más alto de la estructura, por lo que para poder bajar tuvo que andar por las pequeñas vigas que recorrían el edificio. Momento en el que fue atacado por los Guardianes de la Pintura, la facción que llevaba siglos protegiendo el cuadro que hacía de entrada al Mundo Pintado de Ariamis, Tarkus no pudo mantener el equilibrio en las vigas, resbalando y muriendo con la caída.
Pasó el tiempo y la maldición apareció en un joven caballero de Astora, Oscar, en este reino la leyenda del No-muerto Elegido se había adoptado como una profecía de salvación para la raza humana, y Oscar deseaba verse convertido en ese héroe que los liberaría del reinado de los Dioses, por lo que se dirigió a Lordran. Viéndose superado por las adversidades, entendió que su destino no sería el de ser el elegido y también se percató que le quedaba poco tiempo hasta que se viese convertido en un Hueco, pero no rindiéndose en su empeño de formar parte de la historia, decidió viajar al Asilo de los No-muertos, con la idea de que si bien él no podía ser el elegido, sería recordado por ser quien liberó y guió al no-muerto que se convertiría en héroe.
Con esa idea en mente llegó a la isla-prisión, moviéndose por los tejados mientras esquivaba las miradas de los Demonios que la guardaban encontró al único no-muerto que parecía seguir teniendo un poco de cordura, entregándole la llave para que pudiese escapar de su celda. El plan de Oscar era el de guiar a este no-muerto fuera de la prisión hasta Lordran y entonces dejar su marca en la historia, pero fue sorprendido por uno de los demonios que patrullaban. El carcelero lo atacó y el caballero fue incapaz de esquivar el golpe, cayendo al interior de una celda cuando el techo se desmoronó bajo sus pies debido al potente ataque.
Oscar no podía moverse y solo le quedaba esperar a que terminara su transformación, pero antes de que esto ocurriera alguien apareció ante él, era el no-muerto que había liberado, al verlo, Oscar le entregó su Frasco de Estus, un recipiente que los no-muertos eran capaces de llenar de Estus, un líquido que podía curar sus heridas en tan solo unos segundos. Tras darle el frasco, Oscar advirtió al no-muerto de que debía alejarse, pues notaba que estaba perdiendo la razón y no quería hacerle daño.
El no-muerto anónimo se marchó y Oscar murió en soledad, sin saber que había conseguido lo que añoraba, sin saber que aquel no-muerto al que salvó sería el que haría sonar Las Campanas del Despertar, se enfrentaría a los grandes peligros de Lordran y viajaría al pasado a detener al Abismo, sin saber que aquel no-muerto lograría derrotar a los Grandes Señores y se adentraría en el Horno de la Primera Llama para continuar con el Enlace de Fuego o asumir el rol de Señor de la Oscuridad, sin saber que aquel no-muerto, era el No-muerto Elegido.
FIN
Así concluye nuestro viaje en los sucesos previos al primer Dark Souls, lo que ocurra de aquí en adelante dependerá de lo que hagáis en vuestra partida. Pero esto no es ni de lejos el final de la historia del gran universo creado por Hidetaka Miyazaki, espero que os haya gustado. ¡Un saludo!.