Xbox One X domina la actualidad con su superioridad tecnológica. Pero Xbox One S sostiene todas las cualidades que la hacen excelente.
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Desde el anuncio de Project Scorpio, los medios especializados y en gran suma, los usuarios más apasionados, nos hemos volcado en la nueva consola de Microsoft, que finalmente ha acabado llamándose Xbox One X. Las promesas no eran pocas y por fin, todos nos podríamos sacar de un plumazo, esa gran espina clavada en los corazones de los apasionados de la nueva Xbox One: la potencia. Sin embargo, con Xbox One S, ese concepto comenzó a cambiar poco a poco, dibujando un nuevo horizonte tanto para los veteranos como para los nuevos usuarios.
Recordemos, que en el mismo E3 que se presentó Xbox One S, se anunció Project Scorpio, con lo que en un lapsus de menos de dos horas, Microsoft se quitaba dos de los inconvenientes que siempre habían criticado los detractores, el basto diseño de la Xbox One original, preparada y diseñada para Kinect, y la llegada de una nueva versión mucho más potente, que apuntaba directamente a ofrecernos una resolución 4K y una mejora sustancial de la experiencia gaming en el salón de cada casa.
Desde entonces, la máxima para todos ha sido la siguiente: Xbox One X ha ocupado todos y cada uno de los titulares cada vez que se hablaba de un nuevo título para la consola, dejando a Xbox One S atrás en popularidad y en importancia de cara a la galería. “La consola más potente del mundo” había llegado y como se esperaba, ninguna conseguía arrebatarle ese puesto. En diseño y en tecnología parecía una Xbox One S “seria”. Es cierto que mejora todas las virtudes de esta respetando el tamaño, hasta el punto de incluso ser literalmente más pequeña.
Todo esto nos deja una pregunta clara: ¿se ha dejado de vender Xbox One S? Ni mucho menos. Las cifras de Xbox One X siguen siendo muy buenas para lo que se espera, pero los 499€ que prácticamente ha mantenido desde su lanzamiento, la siguen alejando del consumidor que solo busca diversión, no ver los juegos a mayor resolución o mejor que en ningún lado. Así, ya han sido varias las ocasiones en las que Xbox One S ha bajado de los 200€ en packs en España, algo que se ha vuelto bastante común y que han puesto a la hermana pequeña de la familia en una posición excelente de cara al consumidor.
En este artículo no queremos meternos en cifras, teraflops y diferencias técnicas, pero es cierto que muchos de los usuarios que nos seguís y tenéis una Xbox One S, os sentís un poco abandonados. Por nosotros, por Microsoft, por los que se pelean de si esto va a 4K nativos o reescalados. Pero no os debéis de preocupar en lo más mínimo. La actualidad de cada día siempre nos va a dejar atrás: ya sea por más potencia, el último juego que todo el mundo devora y no podemos probar por no poder comprarlo, etc… seguro que no estáis a la última (ni nosotros tampoco). Pero también estamos seguros de que vuestra Xbox One S no os ha fallado.
Los que cambian a Xbox One X desde Xbox One S no son porque no estén contentos con su consola, si no porque están tan contentos con ella, que quieren MAS. A pesar de tecnicismos, resoluciones, frames, etc.. en la redacción hay compañeros que han consumido casi 400 horas a Monster Hunter World en una One S. Y mira, que curiosidad, seguro que ha disfrutado igual que si lo hubiera hecho en una X. Esta editorial viene en parte dedicada a todos aquellos, que aunque interesados en la actualidad, pasáis de 4K, framerates y esas cosas. A los que juegan a Fortnite, COD, Rocket League, FIFA de putísima madre en una Xbox One S y no les interesa lo más mínimo una Xbox One X.
Quizá Xbox One X sea la consola perfecta, pero Xbox One S es la excelencia. De momento, y literalmente hablando, no hay nada que se pueda hacer con una X que no se pueda con una S, a pesar de las evidentes diferencias técnicas. Conforme van pasando los meses, se ve más claro que cada uno de los modelos está interpretando su papel de forma excepcional. Y eso, es un logro real de Microsoft.