Hoy en La Opinión del Redactor se habla del exclusivo de Microsoft, Ryse: Son Of Rome. La aventura protagonizada por Marius Tito nos encantó y queremos rendirle un modesto homenaje con este artículo.
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Recuerdo perfectamente aquel E3 en el que se presentó el Ryse: Son Of Rome. Mi corazón latió por él. Me enamoré nada más ver aquellas bolas de fuego cayendo del cielo mientras los barcos llegaban a las playas bañadas por la sangre de quienes tomaban parte en una cruenta batalla con unos espectaculares gráficos. ¡Quería ese juego! No lo tuve hasta un tiempo después de su lanzamiento porque pasaron varios meses hasta que pude hacerme con una Xbox One. Revelo ahora que los dos primeros juegos que compré fueron el Dead Rising 3 y, pese a todo, el Ryse: Son Of Rome.
Y digo pese a todo porque en la inmensa mayoría de análisis que había leído, este juego obtuvo unas calificaciones muy bajas para lo que se esperaba de él, ya que en los meses anteriores al lanzamiento nos habían dicho que iba a ser el nuevo Gears Of War de Xbox One y eso, estimados y estimadas lectoras, son palabras mayores.
Muchos eran los que aseveraban en los foros de las noticias que hablaban sobre el Ryse, que apenas era más que una demo técnica y los profesionales del sector señalaban como puntos flacos la falta de variedad en los enemigos y la corta duración de la campaña, sin contraponer a ellos ningún punto positivo a excepción de los graficazos del título de Crytek. Sin terminar de fiarme de lo que decía la gran mayoría de quienes hablaban sobre el juego que había tatuado el S.P.Q.R. en la parte frontal de la máquina de octava generación de Microsoft, me lo compré en el mismo momento en el que adquirí mi maravillosa Xbox One.
Llegué a casa y me dispuse a jugar sin saber muy bien qué esperar. Era una sensación extraña porque habiéndome esforzado para que no me pasase, finalmente todos los argumentos contrarios al juego se habían metido en mi cabeza y no estaba agarrando el mando con la seguridad y la ilusión con la que debería, pero por otra parte no me lo terminaba de creer, y en lo más profundo de mi alma hardcore sabía que la primera impresión que tuve en el E3 de 2013 al ver el juego era la acertada.
Comencé a darle y los gráficos me impresionaron. Tomé la espada y el escudo y los combos me resultaron adictivos. Y se podían mejorar. Al final había combos de cuatro pasos realmente chulos en los que podías mandar a volar a los enemigos y cortarles una pierna en el aire. El denostadísimo QTE del que tanto se quejaban era fundamental en los niveles más complicados del juego para recibir la recompensa que hubiera elegido si ejecutaba bien los golpes. Realizarlos justo en el momento indicado es todo un gustazo. Si algún día realizan una segunda parte, que yo ansío, me encantarían que mantuviera esa misma jugabilidad. Que la profundizasen en todo caso pero que no la cambiaran por las injustas críticas recibidas de quienes seguramente nunca conocerán la gloria de Marius Tito.
Lo de comandar a un pequeño batallón del ejército y ordenar que se pusieran en formación tortuga o lanzasen las lanzas era otro aspecto de la jugabilidad que solo puede describirse como delicia. La narrativa de la historia era profunda y muy bien desarrollada con un final a la altura. El diseño de personajes brillaba con el protagonista Marius Tito, quién logró que lo admirase con apenas unas horasmanejándolo.
La rejugabilidad del título es otro punto a favor y el mimo con el que se han realizado los coleccionables no lo he visto en ningún otro juego. El cómic, la música y las pinturas al óleo es algo que agradecer. Los enemigos eran de varias clases, desde los soldados rasos pasando por los gordos con escudo, los que manejaban dos espadas y los gigantes con hachas que podrían cortar el mundo por la mitad, hasta los que llevaban el fuego candente de los pueblos salvajes ardiendo en los extremos de sus armas. Para ser la primera entrega de una franquicia, las bases sentadas con el Son Of Rome eran de lujo.
¿Y el multijugador? El coliseo en pie desgarrando sus gargantas en apoyo a nuestro gladiador, el cual podíamos ir desarrollando y obteniendo mejor equipación para luchar contra los bárbaros en un escenario que nunca permanecía igual, y las muertes usando calderos con brea ardiente o espalderas llenas de pinchos hacían rugir de emoción al pueblo romano. El mejor modo, Resistencia, era de pago pero por las cientos de horas que he disfrutado al máximo con algún amigo reventando sin parar mientras invocábamos el foco para despachar enemigos y conseguir las bendiciones de los Dioses que habíamos elegido para permanecer con vida, vale el precio.
Finalmente mi primera impresión con el juego acertó de pleno. El Ryse: Son Of Rome es un muy buen juego con un argumento interesante, una jugabilidad adictiva, una campaña rejugable y un multijugador frenético y divertido.
Me encantaría ver algún día a Phil Spencer anunciando una segunda parte de este juego que mantuviera lo ya visto en la primera parte y lo profundizase. Algunas ideas que se me ocurren son un cooperativo a dos para la campaña, que ésta sea un poco más larga y con los escenarios un poco más extensos para incrementar la exploración sin llegar a ser nunca un juego de mundo abierto, que se pueda mejorar el equipamiento del protagonista en la campaña y un multijugador para cuatro con un par de nuevos modos de juego y nuevos enemigos.