¿Quieres sentirte viejo? Pues hoy se cumplen exactamente 11 añazos desde que los de Redmond decidieran dar un paso atrás en la estrategia de Don Mattrick y su Always Online.
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¿Recuerdas cuando la industria de los videojuegos se vio sacudida por la polémica de Xbox One y sus políticas DRM restrictivas? Fue un momento crucial en la historia de la marca, sin duda. “Yo estuve ahí Gandalf“, y lo viví con mis propios ojos. Este es el caso más claro de “demasiado pronto” que hizo que Microsoft pagase el pato y desde entonces, la marca no ha vuelto a ser la misma.
La polémica comenzó cuando Microsoft anunció que Xbox One tendría una política DRM que incluía la conexión obligatoria a internet cada 24 horas, restricciones para juegos usados y un bloqueo regional que limitaba la posibilidad de jugar a títulos que no estaban disponibles en todas las regiones. Estas políticas fueron vistas como un retroceso en comparación con las consolas anteriores y generaron una gran cantidad de críticas por parte de los jugadores y la prensa especializada. De hecho, su competencia aprovechó el ruido para darle la estocada final en la presentación de PS4.
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Once años dan para muchos cambios
Pero ¿qué fue lo que realmente generó tanta polémica? En primer lugar, la pérdida de libertad que sentían los jugadores al tener que conectarse a internet cada 24 horas para verificar la licencia de los juegos. Esto hacía sentir que no eras dueño de tus juegos y que estaban a merced de los servidores de Microsoft. En segundo lugar, el impacto en el mercado de segunda mano, ya que las restricciones para juegos usados afectaban negativamente a los consumidores que buscaban ahorrar dinero comprando juegos de segunda mano. Y finalmente, el bloqueo regional que limitaba la posibilidad de jugar a títulos que no estaban disponibles en todas las regiones.
La presión de los consumidores y la competencia con PlayStation 4, que tenía una política más flexible, llevaron a Microsoft a cambiar de opinión. La compañía se dio cuenta de que estas políticas estaban alienando a los jugadores y decidió dar marcha atrás. Tras escuchar las críticas, Microsoft anunció una serie de cambios importantes en su política DRM, incluyendo la eliminación de la conexión obligatoria, mayor flexibilidad para juegos usados y la eliminación del bloqueo regional.
La lista completa de cambios:
- Ya no sería necesario estar siempre en línea
- La consola ya no tiene que registrarse cada 24 horas
- Todos los discos de juego funcionarían en Xbox One como lo hacían en Xbox 360.
- Solo se requiere una conexión a Internet al configurar inicialmente la consola.
- Todos los juegos descargados funcionarán de la misma manera tanto online como offline.
- No hay restricciones adicionales para intercambiar juegos o prestar discos.
- Se eliminaron los bloqueos regionales.
Este traspié propició la llegada de Game Pass
Este cambio fue visto como una gran victoria para los jugadores, ya que les devolvió un mayor control sobre sus juegos y les permitió disfrutar de una experiencia de juego más libre y flexible. Pero también fue un momento de aprendizaje para Microsoft, que se dio cuenta de que es fundamental escuchar a los consumidores y adaptarse a sus necesidades.
En retrospectiva, es sorprendente hasta qué punto la presentación inicial de Xbox One y la controversia que trajo consigo trascendieron al público casual. La reacción negativa fue tan fuerte que incluso Sony se convirtió en héroe del consumidor en la E3, al anunciar que la PlayStation 4 no trataría los juegos usados de forma diferente y que se mantendría el statu quo.
Lo cierto es que gracias a esto tenemos Xbox Game Pass y la retrocompatibilidad, pero siendo honesto, creo que desde esa presentación la marca ha ido a la deriva, con políticas cada vez menos claras y dando bandazos.