Los juegos narrativos buscan hacerse un hueco en la industria, y juegos como Hellblade 2 ayudan a posicionar este género en algo más apreciado por los jugadores. Aun así, esto puede ser peligroso para la industria y los desarrolladores.
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A lo largo de los años, la industria de los videojuegos se ha ido transformando y adaptando según los consumidores van expresando sus nuevas necesidades. Los modos de juego, la forma de contar historias y todo lo que implique un cambio en la construcción de cada obra ha sido moldeado por los gustos y peticiones de los usuarios. Cada cambio ha sido analizado como una oportunidad de mercado para los desarrolladores, pero siempre habrá un ítem que, con el avance de la tecnología, y a pesar de no ser necesario, irá cambiando y evolucionando, siendo este la potencia gráfica.
La calidad visual y la potencia gráfica han ido tomando mucho terreno en los últimos años. La actual generación de consolas basó su estrategia de venta en resaltar este apartado, pues con el avance de la tecnología, la competencia se ha enfocado en demostrar que las consolas son capaces de soportar juegos muy exigentes gráficamente, con visuales hiperrealistas y cada vez más cerca de lo que sería una «película interactiva». Esto, si bien solo lo han logrado muy pocos juegos, se ha ido demostrando que no es una necesidad real por parte de los usuarios, pues lo que pesa no es un juego realista, sino uno divertido.
Es ahora cuando llega Hellblade 2, un juego que ha demostrado que la potencia gráfica es viable y que aporta mucho a la experiencia de juego. Además, este juego nos ha logrado mostrar que no es necesario crear mundos gigantescos y con decenas de horas para poder tener una experiencia completa. Pero, a pesar de todo lo positivo que tiene Hellblade 2, me parece que es importante evitar caer en la trampa de la idealización de este tipo de juegos en la industria y el peligro que corren las desarrolladoras a la hora de pensar sus juegos como experiencias narrativas y jugables.
Este artículo no funciona como crítica a Hellblade 2, sino como una reflexión para reivindicar los apartados jugables de la industria, más allá de la moda actual que trata de resaltar la potencia gráfica por encima de todo lo demás y como un factor diferencial para los juegos AAA, exploramos por qué este juego es difícil de analizar y por qué los analistas quieren ponderar el apartado jugable.
Hellblade 2 es una gran experiencia, pero no un gran videojuego
Suena demasiado alarmante decir que Hellblade 2 pueda poner en peligro a toda la industria de los videojuegos, o incluso decir que un juego que se ha ganado a la crítica no es un gran videojuego. Pero hay que entender que, si bien este es un juego muy bien valorado, como experiencia interactiva con gráficos potentes no puede significar un estándar para la industria.
Desde la salida de este juego, he leído bastantes análisis que coinciden en muchas cosas, pero que parecen obviar algo que es muy importante: Hellblade 2 no es como cualquier juego y no busca serlo. La propuesta de este juego está más allá de la idea clásica del videojuego, más allá de la estructura de niveles y superación de obstáculos a través de las mecánicas principales. No, Hellblade 2 es una experiencia interactiva que busca resaltar su poder gráfico y narrativo, demostrando que en el medio hay cabida para este tipo de experiencias. Pero, como suele suceder, la idealización de la narrativa y la potencia gráfica han salido a la luz y esto es peligroso.
Por suerte hablamos de un juego de Xbox, un juego que sufrirá el martillo justiciero de la crítica, un juego que a pesar de ser carne de cañón para los que somos críticos con los juegos narrativos, ha conseguido construir una experiencia excelente, que te atrapa y enseña que no siempre necesitamos mecánicas complejas, sino buenos momentos al mando. Es así como ese temor que tenemos de que los videojuegos se transformen en productos secundarios del cine se aleja, pues no solo son narrativas interactivas, sino experiencias audiovisuales que solo funcionan si tenemos el control del personaje durante la aventura.
La crítica no ha sabido entender a Hellblade 2
Como lo comenté, la crítica ha tenido muy buenos comentarios sobre este juego, pero no lo han dejado como un producto excelente. La mayoría de críticas se centran en lo mismo para bajarle puntos a Hellblade 2, y es que consideran su sistema de combate y de puzzles como algo continuista y simple. Y si, efectivamente, su jugabilidad es pesada, lenta y repetitiva. Aun así, y como una experiencia única, el valor de Hellblade 2 no está es el «cómo se juega», sino en todo el apartado sensorial y narrativo que existe tras esa idea de temor y superación de la protagonista.
Entonces, de forma un tanto irónica, los críticos que suelen apreciar obras del estilo, con un fuerte componente narrativo que motiva al jugador a avanzar en mundo lineal y sin una profundidad jugable, rechazan la propuesta de un juego de Xbox por intentar aportar algo al género. Es aquí cuando nos damos cuenta de que, a pesar de hacer todos los esfuerzos por revolucionar la calidad gráfica, sonora y narrativa, Hellblade 2 nunca podrá ser considerado como uno de los mejores juegos del año, pues la jugabilidad ahora sí es un factor importante.
¿Juego o película interactiva?
Está muy claro que Hellblade 2 es un videojuego, así este no desarrolle la estructura jugable del mismo en profundidad, es innegable que este no es una «novela visual» o «aventura gráfica». A pesar de que no sea llamativo para un gran sector de la industria, este tipo de juegos han logrado crear un nicho de mercado importante que los acepta y promueve. Ahora bien, esta ideología de que los videojuegos son una extensión del cine o que su valor está en lo narrativo y no en lo divertido es problemático, pues puede incitar a los desarrolladores de grandes producciones a crear juegos del estilo y creer que esta es la línea creativa que hay que perseguir, quitando valor a los estudios.
Entonces, cuando se nos plantea un videojuego centrado en la «experiencia narrativa», ya sabemos que la exigencia será mínima en cuanto a lo jugable. Por lo anterior, hay juegos que deciden reemplazar el gameplay profundo por una buena historia y dejar que el jugador disfrute de un mundo «interactivo». Es aquí donde falla Hellblade 2, pues el juego carga demasiado la potencia gráfica y narrativa, dejando un juego con pobres argumentos jugables que, dentro de su mundo, desentona el tener que parar la historia por tener que resolver un acertijo. La visión de Ninja Theory con este juego es clara, pero pecan al tratar de combinar la idea de videojuego y sus mecánicas clásicas junto a las de las aventuras gráficas.
La búsqueda del equilibrio en la industria de los videojuegos
Hellblade 2 representa un aporte valioso para aquellos estudios que quieren aportar en la industria con ideas diferentes. No se trata de que todos los juegos desarrollen la misma calidad gráfica, sino que los desarrolladores logren encontrar un nicho y aporten al mismo. Actualmente, las desarrolladoras se han enfocado en lanzar juegos clónicos, que buscan aprovechar las tendencias, publicando juegos menos atractivos, pero con mayor impacto según las modas van pasando. Sucedió con los battle royale y ahora está sucediendo con los jugos como servicio, que a pesar de ser algunos muy buenos, el desperdicio de calidad y de producción ha provocado menos interés y retención en los jugadores.
Juegos como Hellblade 2 son muy valiosos por su aporte y disrupción en el medio, pero esto no puede indicar que su éxito sea motivo para seguir una línea similar. Seguramente, y como ya ha sucedido antes, el próximo año tendremos 2 o 3 juegos muy similares que buscarán aprovechar el tirón de este juego. Sería bueno que otros estudios más pequeños busquen crear propuestas creativas similares a las de Ninja Theory, pues esto enriquecerá el género y será positivo para este nicho de jugadores.
Más allá de los gráficos
Finalmente, y retomando la discusión sobre la potencia de los gráficos, es importante resaltar que este apartado no debe ser el factor diferencial de un videojuego. Es claro que a la comunidad le apasiona tener juegos realistas y con una potencia sobresaliente, pero esto es un problema, pues no es viable que las desarrolladoras de juegos AAA se acostumbren a crear juegos con esta calidad. Los tiempos de desarrollo y algunos apartados jugables se verán comprometidos. Al tener el foco en lo visual, la experiencia tendrá menos peso en el producto final, resultando un juego bonito, pero aburrido o mal armado.
Helblade 2 ha fijado un estándar muy alto respeto a la calidad gráfica y visual, por lo que siempre habrá alguien que quiera superar esta barrera. En mi opinión, no podemos ver este juego como un factor diferencial para tener en cuenta, este juego es algo alejado de lo realista y positivo para la industria. La producción y todo lo que lo rodea ha de ser una anécdota, no un ideal. Por eso, y según todo lo que he expuesto en este artículo, Hellblade 2 no debe ser considerado como uno de los mejores juegos del año.