Con el terror latente y Halloween a la vuelta de la esquina, emprendemos un viaje videolúdico hacia lo desconocido para someternos a la locura.
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Un horror intenso aguarda. Otro año, otro susto. ¿Truco o trato? Calabazas con caras dibujadas, fantasmas en las esquinas de los lugares, murciélagos que salen del techo o de los sitios más oscuros y misteriosos… El día 31 de octubre se celebra la noche de Halloween y decenas de miles de comercios y locales visten sus mejores galas para que lo pasemos de miedo.
Y pese a que aún hay gente que se opone a esta celebración por razones religiosas, es un hecho que a día de hoy Halloween es un fenómeno imparable a nivel mundial. Y lo es por muchas razones, desde una forma de celebrar la vida y aceptar la realidad, hasta perderle el miedo a la muerte y enfrentarnos a nuestros fantasmas y demonios internos. De la misma manera, vivimos en una sociedad que aprovecha cualquier ocasión para sacar beneficios económicos, por lo que es una oportunidad para que grandes empresas, canales de televisión, y diferentes parques temáticos de todo el mundo ganen dinero con la venta de caramelos, chocolate, disfraces y otros objetos relacionados.
Ahora bien, si lo vuestro no es disfrazaros y salir de fiesta para pedir caramelos, ¿qué os parece una noche de videojuegos de terror?
El terror en todas sus formas y manifestaciones
El terror puede adoptar muchísimas formas, y por eso mismo, es algo que existe desde tiempos inmemoriales, siendo una parte fundamental dentro de la naturaleza humana. Esta emoción, que nos ha acompañado desde que éramos pequeños y teníamos, por ejemplo, miedo a la oscuridad, también se extiende perfectamente hasta la etapa adulta, cuando tenemos que enfrentarnos a los desafíos que nos esperan. Porque el miedo a lo desconocido es un sentimiento universal e intrínseco, un miedo fundamental, pues no sabemos qué va a ocurrir o cómo. Y aunque hay quienes lo afrontan mejor, acercándose y planteándose las posibles resoluciones, otras personas tienen más dificultades para pasar por ello y se bloquean emocionalmente.
Es a través de estos medios que se han originado diversos subgéneros a lo largo de las décadas, es decir, estructuras narrativas que tienen sus convenciones y sus leyes de funcionamiento. Entre otras cosas, se puede considerar a los videojuegos de zombis como un tipo particular de obra en la que un grupo de personas resulta inmune a un mal que afecta a la mayor parte de la población y que los convierte en zombis u otras criaturas similares.
También podría catalogarse como perteneciente al género de terror cualquier propuesta que busque lograr un efecto de inquietud en el jugador, más allá de los elementos que se utilicen para conseguirlo. Esto significa, a priori, que no importa si en la narración aparecen monstruos, fantasmas o cualquier otro elemento sobrenatural. Lo que verdaderamente importa es incentivar a través de la creación de escenarios de marcada filiación los padecimientos que experimentan los personajes y atmósferas naturalmente lúgubres. Y si el efecto se queda en la cabeza y se va repartiendo incluso después de haber dejado los mandos, habrá conseguido su cometido.
El impacto del terror en los videojuegos
Desde propuestas rudimentarias y pixeladas hasta conceptos sumamente sofisticados, el género de terror, también llamado horror de supervivencia, siempre ha sabido demostrar su enorme polivalencia evolucionando de muchas formas diferentes. Es como una mutación, una fuerza direccional de cambio de las frecuencias génicas y cuya importancia reside en que es la fuente última de la variabilidad genética que hace posible la evolución. Porque mediante la mutación, unos elementos genéticos se transforman en otros similares con funciones alternativas.
Después de todo, los videojuegos son ya de por sí una evolución del juego convencional; un producto de la convergencia de lo lúdico y lo tecnológico. Esto supone, por un lado, que continúan configurándose como el espacio predilecto de la producción simbólica y, por otro que, como interfaz tecnológica, modifica y transforma nuestro sistema sensorial.
Por supuesto, el terror forma parte de esta metamorfosis, cuyos inicios se remontan a la década de los 70 con la llegada de la primera videoconsola doméstica, Magnavox Odyssey, y su catálogo fue el afortunado de poseer Haunted House. Hablamos de una experiencia poco convencional, incluso para los estándares de hoy en día y que lejos de apostar por un desarrollo en solitario, hizo énfasis en el cooperativo. Todo ello a través de una capa de plástico adherida a un televisor de la época y dos luces parpadeantes que representaban los roles de un detective y el de un fantasma. Dicho así no parece muy aterrador, pero marcó las pautas a seguir para las generaciones venideras.
Historias de miedo para contar en la oscuridad
De todos modos, a cualquier persona que se le pregunte por un juego de terror va a responder inmediatamente con Resident Evil, Silent Hill o Alone in the Dark, tres sagas que han marcado, sin lugar a dudas, un antes y un después en la historia del videojuego. Y aunque el destino del género que nos ocupa empezó mucho antes que eso, sí que se encargaron de labrar un camino lleno de sombras.
Un camino auspiciado a posteriori por títulos como Project Zero II: Crimson Butterfly, una obra que abraza los rituales, sacrificios y ofrendas en un infierno constante a través del tormento carmesí; los improperios de un mar embravecido de Cold Fear, una experiencia que nos sumergió en un mar lleno de horrores a la antigua usanza; o bien Call of Cthulhu: Dark Corners of the Earth, un viaje de un único sentido hacia la locura. Hay demasiados ejemplos para creer lo contrario, que el terror estaba lejos de vislumbrar un camino sin salida.
Por desgracia, llegado el momento, toda compañía que se precie termina siendo esclava de sus propias inseguridades, y así fue como algunos estudios de desarrollo no dudaron en abrazar a la acción más desmesurada en detrimento del miedo a lo desconocido. Y aun cuando el país del sol naciente intentó adaptar sus franquicias a los tiempos que corren, todo fue en vano. La decadencia del terror había llegado para quedarse. Y sí, hubo quienes buscaron una nueva fórmula que devolviese el terror en todo su esplendor, desde ese engendro fantasmagórico y destructor de efectos emocionales que recibe el nombre de F.E.A.R. hasta una dosis de espanto dentro de una estación espacial minera convertida en carnicería con la que fue apodado Dead Space.
Mas los responsables de marcar un punto de inflexión, esos que consiguieron devolver el esplendor que el terror tuvo en su tiempo, fueron los estudios independientes. Inspirada en la obra de H.P. Lovecraft, Amnesia: The Dark Descent no solo insufló nueva vida dentro del género survival horror, sino que también cambió la manera de consumir los juegos de terror. Lo que nos lleva a la actualidad, con cientos de imitadores que continúan usando la misma fórmula y miles de vídeos en YouTube con gente pegando alaridos como si la vida les fuese en ello.
La nostalgia del pasado en nuevos juegos
Más de diez años después de su lanzamiento, la obra desarrollada por la gente de Frictional Games sigue dando muchísimo miedo. Pero a veces sigue siendo necesario echar la mirada atrás para aprender y saber más. El préstamo y la reorganización de ideas es una parte central de lo que hace funcionar cualquier forma de ocio que se precie y los videojuegos no son una excepción. Por ende, argumentar lo contrario es negar una tradición de intertextualidad resonante, fructífera y reveladora. A la postre, jugar a obras como Song of Horror o Tormented Souls es como volver a jugar a los títulos que nos acompañaron durante nuestra infancia.
No logran vencer ese temor que recibe el nombre de innovación, pero hacen bien los deberes en el caso de hacernos recordar la satisfacción que nos produce el silencio incómodo, así como la indefensión cuando nos enfrentamos a una fuerza superior a la nuestra. Al final, es posible que sea el tipo de miedo que estamos buscando.
El futuro de los videojuegos de terror
Con todo, si echamos una mirada hacia el futuro, vemos que hay signos que dejan entrever una lucha por equilibrar el terror, experimentando con los límites que podemos aguantar en distintas direcciones. Dicho de otra manera, un equilibrio entre lo que es jugable y lo que es demasiado desagradable. Ahora bien, en ocasiones, la experimentación está llevando a distintas desarrolladoras independientes a sacar al jugador fuera de su zona de confort.
Por ejemplo, el estilo retorcido y sofocante de Visage, que te hace perder la cordura, literalmente. Tanto nuestro personaje como nosotros, los jugadores, quedamos expuestos a situaciones que ponen a prueba nuestra estabilidad psíquica, conduciéndonos a una locura indefinida. Es una obra que se vale de su profunda perspicacia, desde la sofocante miseria hasta el agotamiento, y que se antepone ante cualquier visión macabra o situación tensa que se pueda llegar a mostrar, que las hay. En su lugar, nos muestra el verdadero rostro del miedo a través de una forma despiadada y desgarradora.
Esa es una de las tantas caras que merece la pena ser explorada y una que en muchos casos puede trascender a través del tiempo. Porque lejos de querer menospreciar los jumpscare como motor del horror, lo cierto es que el género que nos ocupa también tiene que contemplar otras posibilidades dentro del funcionamiento del sistema. Uno que se olvide del susto instantáneo para entregarnos una experiencia que, al igual que la locura de la que somos víctimas, avance de forma lenta, pero que al momento de alcanzar su clímax, lo haga de manera brutal, sádica y tan retorcida como incómoda. Solo así conseguiremos que nuestras mentes se desmoronen hasta sucumbir en un gran alud de dolor y horror.