Analizamos Yakuza Kiwami, una puesta al día del juego aparecido hace 15 años que va más allá de lo técnico introduciendo mecánicas heredadas de Yakuza 0.
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La yakuza es el equivalente del crimen organizado; es una mafia, el bajo mundo japonés, el más profundo y oscuro. La extorsión, el tráfico de drogas, la prostitución y el juego ilegal se extienden por doquier: restaurantes, agencias de transporte, empresas multinacionales e incluso más allá de la política. Y aunque en los últimos años ha experimentado una suerte decadencia, está claro que esta no ha sucumbido al olvido, ni mucho menos. Inspirados en el día a día y en muchos ámbitos, no son pocos los autores que han salido a la palestra con varias obras de calidad.
Una de las más sonadas para con los jugadores es la franquicia Yakuza, una serie de juegos inspirados en la mafia japonesa y desarrollados por Ryu Ga Gotoku Studio que dio el pistoletazo de salida allá por el año 2005. Su empeño e interés por exteriorizar un mundo lleno de oscuridad, crímenes y corrupción, así como la representación de una persona en los momentos más cotidianos, han hecho posible que esta franquicia sea una de las licencias más queridas entre los usuarios. Tanto es así que ha recibido una nueva puesta al día en gráficos y jugabilidad con una suerte de remake que nos invita a revisitar el episodio inicial, una vuelta al Kamurocho original.
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Una Kamurocho donde la historia narrada tiene tanta importancia como cualquier otra entrega. Una historia que nos sumerge en un escenario que abandona toda esa década de recesión vivida durante los hechos acaecidos en la pasada entrega de la franquicia, la década perdida, con el fin de abrazar la búsqueda de venganza y redención. Porque tras varios años en prisión, nuestro protagonista Kiryu, otrora traicionado por aquellos en los que más confiaba, se convierte en víctima y verdugo. Su identidad de verdugo, y el peso de un oscuro pasado, lo convierte a menudo y casi sin quererlo, en una víctima camuflada.
Una víctima que no solo busca recuperar su honor, sino su lugar en el mundo, ya que es consciente de que está en un punto en el que no le gusta estar, de modo que está en sus manos decidir donde quiere estar, hacia donde quiere caminar y qué personas quiere que le acompañen en una nueva aventura cargada de nuevas experiencias.
Apartado técnico
Ryo Ga Gotoku Studio consideró que el tiempo de cocción para Yakuza Kiwami sería de unos años, de modo que hubo un desarrollo simultáneo con Yakuza 0. Esto ha permitido a sus desarrolladores ver lo que se estaba haciendo en esta última para así adaptarse y aprender para con la entrega que nos ocupa. En pocas palabras, se ha tomado mucho de lo que se creó en la precuela para así utilizarlo y desarrollarlo en más de un sentido. Es una obra que depende en gran medida de su herencia genética, gracias a la consistencia de sus bases y una fuerza sin parangón.
El título original lanzado allá por el año 2005 ofrecía unos entornos y personajes bien diseñados, aunque limitados a las capacidades de una máquina que estaba próxima a ceder el testigo a la siguiente generación. Esta puesta al día de la aventura inicial de Kazuma Kiryu escapa de dichas limitaciones con el fin de ofrecernos la recreación de una Kamurocho adaptada a unos tiempos más actuales, así como unas secuencias que ponen de manifiesto el gran nivel de detalle que atesoran las partes protagónicas. Y aunque gráficamente es muy similar a Yakuza 0, este hace muchos esfuerzos por sumergir al jugador en una ciudad que derrocha vida por los cuatro costados.
Bien es cierto que no es hasta la llegada de Yakuza: Kiwami 2 y episodios posteriores (y más modernos) de la serie cuando vemos una verdadera evolución visual auspiciada por el motor gráfico actual, Dragon Engine, y que también han aprovechado las últimas obras desarrolladas por la gente de Ryu Ga Gotoku Studio. Una evolución que promete subir muchos más enteros con la llegada del prometedor Yakuza: Like a Dragon en Occidente. De momento, tenemos que contentarnos con la naturaleza originaria de este juego para con PlayStation 3 que a pesar de no explotar las capacidades de una Xbox One, dan una apariencia sumamente positiva.
Porque la densidad de Yakuza Kiwami no solo se limita a ofrecernos cantidades ingentes de contenidos, sino a representar una ciudad llena de vida (a 60 fotogramas por segundo muy estables) que nos permite desde hacer las compras hasta comer en restaurantes o bien dedicar un tiempo al entretenimiento. Todo ello acompañado de algunos temas musicales de la banda sonora original que han sido remezclados y regrabados para la ocasión, a lo que hay que añadir un sonido ambiente que casa mucho más con los estándares de hoy en día. Hay tantas cosas por hacer, por descubrir, que lo importante no es recorrer las calles de este distrito, sino vivir todas sus historias.
Jugabilidad
La saga Yakuza siempre se ha caracterizado por abrazar la violencia y homenajear los “yo contra el barrio” de antaño, aunque parece que eso ha cambiado con la última entrega de la serie, no tanto por la violencia, que sigue estando presente, sino por la fórmula adoptada. El clasicismo en Yakuza Kiwami es totalmente intencionado. Un clasicismo abocado a la presentación de unos combates sumamente vistosos en los que priman la espectacularidad y una contundencia sin par. Eso y cierta predisposición por la realización de golpes finales que parecen haber sido sacados de sagas como Mortal Kombat, dada la brutalidad de los mismos.
Pero un elemento de novedad es que este Yakuza Kiwami es un justo heredero hacia todas esas mecánicas que hacen de Yakuza 0 una de las iteraciones más completas de la serie. Porque de la selección de estilos, pasamos a tener hasta cuatro tipos de artes marciales, cada uno de ellos con un árbol de habilidades que nos permite ir mejorando y progresando a medida que avanzamos, y que añaden una nueva capa de profundidad al ahora vetusto sistema de combate que caracterizaba al juego original, ya que posibilita unos encuentros mucho más variados y que se prestan a la elaboración de estrategias varias, no solo al aporreo de botones sin ton ni son.
Por ejemplo, el modo Rush nos permite nos permite llevar a cabo movimientos muy ágiles pero con poca predisposición a golpes poderosos. El arte Beast, por su parte, es todo lo contrario, ya que se ampara en el uso de grandes objetos y golpes contundentes para contrarrestar a los rivales más poderosos. El cuarto arte, el estilo Dragón, es bastante peculiar, ya que todas sus habilidades se aprenden partiendo de entrenamientos especiales protagonizados por el irreverente Goro Majima, un ser de luz que protagonizó una parte de Yakuza 0 y que tiene mucho interés por probar sus habilidades con nuestro protagonista. Así pues, mediante la introducción de una serie de eventos que no se prestan a la indiferencia y que merecen ser recordados,se viven muchos combates que ponen a prueba todas nuestras habilidades.
Más allá de la lucha, Yakuza Kiwami nos propone hacer vida y conocer a los habitantes de Kamurocho. Hay decenas de misiones secundarias, subhistorias, que nos permiten echar un vistazo al Japón de hace unos años, un reflejo de la sociedad que puede extrapolarse a la actual. Invertimos en vidas para ganar experiencias y viceversa. Es aquí donde el placer de la cotidianidad cobra un mayor protagonismo, donde disfrutamos de las cosas de la vida diaria y de sus rutina, y proyectan en dichos acontecimientos un disfrute, un bienestar. En pocas palabras, el juego de marras nos invita a aprovechar cada instante al máximo.
Duración
Por muchos es sabido que la saga Yakuza puede convertirse en un pozo sin fondo de horas si ponemos nuestras miras más allá de la historia principal. Una historia que, en el caso que nos ocupa, puede ser completada en unas 15-20 horas de partida, ya que no deja de ser una sucesión de combates aderezados con secuencias cinemáticas y varios diálogos en su haber. Eso y zonas más o menos contemplativas cuyo propósito es el de contarnos una historia. Y pese a que este Yakuza: Kiwami no es tan completo como la pasada entrega de la serie, comparte ese afán por representar los muchos excesos que tanto caracterizan a la sociedad nipona.
Unos excesos en los que cada paseo tiene algo que aportar durante las más de 50 horas que pueden llevarnos ver hasta el último rincón de Kamurocho. Desde dedicar noches enteras cantando a pleno pulmón en un karaoke y asistiendo a toda clase de espectáculos, hasta entretenernos con un montón de actividades protagonizadas por carreras de coches de radiocontrol y otros típicos juegos de salón. La nota discordante, y quizá la que más se presta a la polémica, está conformada por una serie de cartas coleccionables de chicas con poca ropa en su haber. Estas, a su vez, pueden ser utilizadas en distintas máquinas recreativas para que se enfrenten las unas con las otras disfrazadas de insectos a golpe de piedra, papel y tijera.
Es la muestra fehaciente, y tal vez una crítica de lo mordaz, hacia las muchas mentalidades que imperan en la sociedad nipona y que en el resto del mundo pueden ser vistas con sumo desagrado e incomodidad. Una incomodidad que no esconde su protagonista.
Conclusión
Los tiempos cambian y las costumbres, nos guste o no, también. Lo que funcionaba antes, no tiene porqué hacerlo ahora. Lo que servía ayer, ya no sirve hoy. Yakuza Kiwami no reniega de sus raíces, pero se actualiza lo suficiente para ser lo más disfrutable posible. Una actualización que ofrece una nueva capa de pintura para todos esos aspectos que peor han envejecido con el pasar de los años. Si bien, es lo más parecido a un fiel remake, que no reimaginación, y eso quizá, solo quizá, pueda echar para atrás a todos esos jugadores que hayan disfrutado del título original.
El resto de mortales, por su parte, encontrarán motivos más que de sobra para embarcarse en esa aventura que tanto ha cautivado los corazones de aquellas personas que antaño disfrutaron de una obra amparada en la búsqueda de venganza y redención. Una historia que pone de manifiesto la parte más oscura del mundo, con crímenes y corrupción a raudales.
Agradecemos a Cosmocover el material ofrecido para realizar este análisis.