El estudio indie español, Baroque Decay Games nos abre las puertas del misterioso Castillo Ténebre con The Count Lucanor. Acompañamos al pequeño Hans en su aventura. ¿Llegará a conseguir la fortuna del Conde? Te lo contamos en nuestro análisis.
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Muchas veces la prejuicios nos llevan a perder grandes ocasiones. No es sana la costumbre de juzgar a un libro por su portada, y puede sucederos esto mismo con el juego que Baroque Decay Games nos ofrece. Creo que muchos de los que ahora os habeis acercado a leer nuestro análisis de The Count Lucanor vais a caer en el error de hacer prejuicios, por culpa de su cubierta, de esos gráficos tan «desfasados», «retros», «anticuados»…os equivocaréis. Su concepción apoyada en el estilo pixel-art es acertada, pues nos ayuda a sumergirnos en una época en la que la ambientación, la historia y los personajes estaban muy por encima del apartado gráfico. Estos tres elementos rodeaban los sentidos del jugador, lo engullían en la aventura y, una vez dentro, poco importaba que pudieses, armado de paciencia, contar los píxeles con la punta de los dedos.
The Count Lucanor nos cuenta un terrorífico y a la vez divertido cuento, oscuro y barroco, por momentos hasta dantesco, en el que acompañamos a un pequeño Hans, que en el día de su décimo cumpleaños, decide que quiere dejar de ser un niño, quiere hacerse mayor, y abandona a su madre y su hogar. Por el camino se encontrará con otras personas, que requerirán de él ayuda y obligará al pequeño a tomar decisiones y a afrontar sus consecuencias posteriores. Pero lo más increible sucederá después de que el pequeño acompañe a un cabrero a tomar un par de tragos de vino. Al despertar nada parece tener sentido. Todo parece retorcido, bizarro, y el muchacho decide tomar el camino de vuelta a casa. Es ahí dónde sucederá lo inaudito: conocerá a un Duende que le pedirá que le acompañe al Castillo Ténebre, dominio de su señor, el Conde de Lucanor. El Duende le comenta que su señor, sin descendencia, busca un heredero, y si Hans así lo desea, puede convertirse en él. Sólo debe completar una pequeña tarea: averiguar cual es el nombre del Duende. Tarea nada sencilla, pero a su vez divertida y embaucadora.
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Apartado técnico
El juego es puro amor para los amantes de lo «retro». Luce un aspecto pixelado a nivel 8-bits, nos atreveríamos a decir, y aunque la paleta es de colores planos, si que es cierto que muestra una gama más amplia de colores que los juegos de antaño. Así que veremos unos personajes que gozan de un aspecto «cuadriculado» y una animación cortita de frames, como manda los cánones. Por otro lado en las secuencias de introducción, intermedias y en los distintos finales, el estudio se ha currado unos gráficos más detallados, y con una animación más rica. El estilo artístico escogido para los personajes recuerda a las primeras series anime que pudieron verse en España en la década de los 80, dotándoles de cierto carisma y encajando muy bien en ese estilo a medio camino entre lo barroco, lo escabroso y lo humorístico, los tres palos por los que se mueve endiabladamente bien el juego.
La parte sonora es digna de destacar pues, al igual que en la gráfica, se ha escogido un estilo retro, con composiciones que suenan como aquellas musiquillas «midi» de la época. El estudio español ha escogido a un músico inigualable, que se ha encargado de remezclar algunos de sus temas, para que acompañen al pequeño Hans, y no es otro que Juan Sebastian Bach. No es moco de pavo. En cuanto a los efectos de sonido y las escasas vocecillas (por decirlo así), se ha optado por realizarlas con más calidad, así las risillas del entrañable diablillo, los susurros de los «funcionarios» del Castillo Ténebre o los inquietantes pasos de tacón del Camarlengo Rojo, suenan perfectamente, cosa que al principio llama la atención, por producir cierto contraste con el resto de sonidos y la propuesta gráfica del juego, pero se agradecen, pues le sienta genial cómo apoyo a la ambientación. Llega, no podía ser de otra forma, completamente subtitulado a nuestro idioma, además con bastante salero, con unas expresiones muy graciosas en las líneas de texto de los personajes.
Jugabilidad
La propuesta del juego es sencilla: entramos en castillo, movido por nuestra hambre de aventuras y con el objetivo en mente de descubrir el nombre del duende, que nos insta a ello si deseamos convertirnos en el heredero de la fortuna del Conde Lucanor. Así que una vez en faena nos vamos a mover por el castillo, entrando en distintas habitaciones para en cada una de ellas resolver desde sencillos puzzles y conseguir las letras que utilizaremos para componer el nombre del dichoso duende. Habrá algunas con peligrosas trampas, que pondrán a prueba nuestra habilidad y reflejos. Estas habitaciones a su vez están bloquedas e identificadas por unos colores, precisando de la llave y color necesarios para acceder a ellas. La forma de conseguir estas llaves es algo muy interesante ya que alguna habrá que la conseguiremos más o menos de una forma habitual, y en cambio otras nos harán tomar decisiones que repercutirán tanto en el desarrollo del juego como en su desenlace, dentro de los cinco posibles. Conviene pues administrar bien las monedas de oro que encontramos por el camino, pues servirán para entregárselas al cuervo de la fuente, en el patio del castillo, con el fin de guardar partida, por si queremos probar distintas decisiones, sin poner en riesgo nuestra aventurilla barroca.
Manejaremos a Hans, que responde bien a su sencillísimo control, por un castillo que se encuentra en la más completa oscuridad. Para ello el mozo puede llevar en su sencillo inventario una cantidad ingente de velas, las cuales conviene colocar y administrar para no solamente iluminar el camino, también para orientarnos. Dentro del juego nos iremos encontrando una serie de ítems, unos indispensables para avanzar así como otros para curar nuestra salud de los azotes de los enemigos que se esconden en la penumbra, que por lo general no plantean demasiada complicación a la hora de emplearlos en los puzzles o mostrárselos a determinados personajes, con el fin de avanzar y tomar ciertas decisiones. Todo mostrado con bastante sencillez y con un equilibrio bastante bueno para cualquier usuario, salvo que seáis de aventuras más hardcore, pues entonces os va a reportar escaso reto.
Duración
The Count Lucanor es un juego corto, estamos hablado de entre 4-6 horas, dependiendo de si optamos por acceder a la planta superior, dónde se encuentran los aposentos del propio duende y alguna cosilla más, que preferimos no spoilear. Lo genial de la propuesta es que gozamos de hasta 5 finales distintos, con lo que la rejugabilidad está asegurada, o si nos hemos administrado bien las monedas y los slots de guardado, podemos variar esto de una forma más rápida, a modo de atajo. Aunque pueda parecer que son pocas horas, la sensación es positiva, no la sentimos cómo una pega, pues quedamos con ganas de empezar y ver las distintas decisiones y sus consecuencias en el desenlace.
Conclusión
Tenemos un juego que bajo esa piel «retro» esconde una magia y un encanto que lo hacen muy grande. Recomendable a todas luces para cualquier público, pues su planteamiento y desarrollo lo hace perfectamente jugable para cualquier usuario, y su ambientación y su trama (tampoco espereis encontrar un relato 1:1 de la obra literaria, en absoluto) te atrapan desde el primer minuto, y se sigue con facilidad. Nuestra enhorabuena al estudio español, y al que deseamos que podamos disfrutar del resto de sus títulos, con ese cruce entre el humor, el misterio y lo gore, en nuestras Xbox One.
*Gracias a Merge Games por habernos proporcionado el material para la review.