Alzamos el vuelo desde nuestro helicóptero para traeros el análisis de Heliborne, una obra que nos propone sentir los conflictos armados.
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A lo largo de los años, los wargames o juegos de guerra han atraído las miradas de millones de usuarios alrededor del mundo, propiciando la creación de comunidades activas de jugadores tan amplias como la de World of Tanks, todo un referente en cuanto a títulos free-to-play se refiere. Si bien, el juego de marras también es famoso por su fidelidad histórica y atención al detalle a la hora de rememorar algunas de las batallas más famosas a bordo de un tanque. Acostumbrados a juegos de disparos rápidos y frenéticos, la obra desarrollada por la gente de Wargaming, un estudio con sede en Bielorrusia, supo proponernos un escenario amparado en el plano táctico y estratégico, dado que todos los vehículos blindados cumplen un rol específico en batalla y albergan ciertas responsabilidades.
Este éxito inusitado se tradujo en dos cosas. En primer lugar, que la propia Wargaming pasase a ser una de las compañías de videojuegos más conocidas y exitosas en el panorama actual. Y, en segundo lugar, que un puñado de desarrolladoras también se apuntasen a la moda con el fin de encontrar ese arcón lleno de oro y piedras preciosas en forma de dólares. Klabater es una de ellas, dado que la obra que nos ocupa, Heliborne, nos propone hacer volar algunos de los mejores helicópteros de todo el mundo a través de un desarrollo ambientado en varios campos de batalla que recrean fielmente las realidades de los conflictos armados.
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Apartado técnico
La inmersión bélica desea ante todo restablecer los horrores de la guerra, totalmente desbordada y con apariencia radical. Se trata pues de convertir la angustia bélica en una experiencia epidérmica que el jugador sienta de manera inmediata y directa, como si se estuviera comunicando la congoja de los combatientes en tiempo real, sin respiro, rodeados de cadáveres de otros soldados y perdidos en mitad de ninguna parte. Por desgracia, Heliborne no logra su inmersión en la acción bélica, aunque desarrolle su acción desde los cielos, pues los escenarios que van desde el Golfo de Tonkin (Vietnam) hasta la región de Khost (Afganistán) son parcos en detalles, atados a limitaciones que pueden parecer cosa del pasado y manifestando una falta de realismo que se extiende hasta donde alcanza la vista.
Los helicópteros, en cambio, sí que son otro cantar, ya que Klabater parece haber llevado a cabo un trabajo de investigación mucho más riguroso y detallista, rescatando datos sólidos que abarcan muchas décadas (desde los años 50 hasta comienzos del nuevo milenio) para ofrecer una apariencia que resulta ser históricamente acertada, tanto en la preparación como en la ejecución de los mismos, puesto que ofrecen distintos aspectos de manejo y perfiles en sucesos de vuelo.
Jugabilidad
Aunque los helicópteros todavía están limitados por un techo más bajo que los aviones, hacer volar una de estas aeronaves representa un desafío, ya que el dominio del arte y la habilidad para alzar el vuelo es algo que puede llevar muchos meses. Pese a que dista de ser un simulador al uso, Heliborne nunca pone las cosas fáciles al jugador, ni siquiera en el modo campaña, dado que la falta de tutoriales representa un obstáculo real para el progreso, un obstáculo para el cambio. Al principio nos sentiremos perdidos, siendo incapaces siquiera de lograr un vuelo controlado.
Estamos seguros de que se puede apreciar el esfuerzo que se ha puesto en el realismo y el detalle de Heliborne, ya que cada helicóptero ofrece muchas posibilidades, pero eso no es suficiente. De la misma manera, otros factores que empeoran esta especie de desorientación y desconcierto son unos objetivos que exhiben una falta de claridad muy alarmante, así como una inteligencia artificial por parte de las fuerzas terrestres que brilla a veces por su ausencia. Da la sensación de que esta experiencia en solitario fue algo impuesto con el fin de ofrecer la mayor cantidad de modalidades posibles.
Independientemente de todas estas trabas que pueden desesperar a cualquiera, es justo decir que el modo para un jugador de Heliborne se trata de un esfuerzo que resulta necesario para introducirnos en su propuesta, si bien, es también evidente que el verdadero corazón del mismo reside en la menesterosidad de jugar con otros, y esto no admite equívocos. A día de hoy, es una obra bélica en la que se pueden resolver todas sus actividades desde la cooperación y la búsqueda de un resultado beneficioso para todos, hasta la competición, batallando para ver quién es el mejor de todos.
Duración
Especialmente concebido para el juego multijugador y sin realizar ningún tipo de menosprecio a la experiencia en solitario, Heliborne tiene como máxima poner a prueba nuestras habilidades en el campo de batalla por medio de varias modalidades que van desde “Escaramuza”, un modo con un estilo muy similar a “Rey de la Colina”, hasta “Línea del frente”, un modo en el que tendremos que capturar bases enemigas. Son modalidades que muchos videojuegos han tomado para sí en los últimos años, pero que casan con la propuesta pertinente, ya que tienen el potencial para ofrecernos un viaje lleno de pequeños momentos irrepetibles.
Empero, es obligación de la propia desarrolladora ofrecer la mayor cantidad de incentivos con el fin de que la comunidad de jugadores siga batallando entre sí en los cielos. Solo así podría justificarse una buena vida útil.
Conclusión
A la hora de construir cada paso de nuestro crecimiento personal, nos enfocamos tanto en el interior con en el exterior o en nuestro entorno de confianza. Esta ley del espejo, que refleja muy bien aquello que creemos conocer muy bien, es una regla que se aplica a las personas y a todas esas obras que aspiran a ser algo más. Heliborne refleja exactamente lo que se encuentra delante del mismo, un tipo de estrategia bélica dominante que alza el vuelo para ofrecernos una suerte de tributo amparado en la aportación de los helicópteros conjuntamente con los medios necesarios para hacerlos operar.
Asimismo, sabe crear un terreno fértil para el desarrollo de varios conflictos armados de alta intensidad y varias formas de jugar que se adaptan y aceptan fácilmente las habilidades de cada jugador. Somos la muerte desde el cielo.