Analizamos Cuphead, uno de los exclusivos más esperados y únicos de Microsoft. Y tú, ¿te atreverás a pactar con el Diablo?
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“¿No entiende usted que estoy en su poder? Usted lo vio tocarme, ¿no? Ya no hay nada que pueda hacer. No tengo voluntad. Estoy condenado”. Enoch Soames, Max Beerbohm (1916)
Fausto, Enoch Soames, el Fantasma del Paraíso y, ahora, Cuphead y Mugman. Muchos han sido los personajes a lo largo de la historia del arte que han caído ante los engaños del Diablo en su insaciable e infinita partida contra Dios; donde como gamers obsesionados con sus stats, se juegan ver quién condena más almas al sufrimiento de una eternidad en el Cielo o en el Infierno. Curioso si lo comparamos con la propia historia del desarrollo de Cuphead, en la que sus propios creadores tuvieron que hipotecarse para poder completar su obra maestra soñada. La vida imita al arte, y el arte reimagina nuestras vidas. Donde hay banqueros hay Diablos, y donde hay pobres creadores hay sufridos jugadores.
Así hemos caído presa del embrujo de Cuphead, donde cómo uno más de esos desdichados personajes, estamos condenados a caer mil y una veces ante los trucos imposibles que nos tienen preparados para disuadirnos en nuestra utópica ilusión de escapar de los fuegos del castigo eterno. En estos satánicos paralelismos se esconde la génesis de uno de los mejores juegos que Microsoft ha puesto en el mercado. Una historia de sufrimiento, dolor y lágrimas, fuera, dentro y en la pantalla. Para nosotros, para Studio MDHR e incluso para el mismísimo Diablo.
Cuántas expectativas depositadas en Cuphead, cuántos meses esperando una fecha de lanzamiento desde aquel anuncio en un lejano E3 donde todos nos enamoramos de su insobornable estética y deslumbrante encanto. A la espera le siguió el excepticismo, los rumores de una Mano Negra de Microsoft que había obligado a los desarrolladores a incluir nuevos niveles para un juego que no se sostenía siendo un mero Boss Rush. Otro E3 y de Cuphead solo veíamos maravillosos gameplays y la promesa de que sería uno de los grandes. Pero, por fin llegó, por fin se anunció la fecha, un 29 de septiembre que vería cumplidas las esperanzas de todos los amantes de los videojuegos. Cuphead ya está aquí. Y es grande, muy grande. Analizamos Cuphead, uno de los exclusivos de Microsoft más esperados del año.
Apartado Técnico
Pocas veces un videojuego ha entrado tanto por los ojos como el diseñado por los Hermanos Moldenhauer y su equipo. Inspirándose en la estética cartoon de los años 30, pero rebajando al máximo su carácter más perverso, han creado el que posiblemente sea el título más bello e inabarcable de todos los que veremos en este 2017. La imaginación que derrocha Cuphead es desbordante. Desde el más pequeño de los enemigos al más mutable de los jefes. Con mil y una referencias a sus espaldas, que van desde el Disney más primigenio al Ghibli más moderno, los diseñadores no han escatimado el nivel de detalle en todos y cada uno de los sentidos. No es de extrañar que nos esté resultando tan difícil, pues no pocas veces nos encontraremos con la boca abierta mientras observamos atónitos lo que se proyecta en nuestra pantalla.
Cuphead abandona la estética a la que nos tiene acostumbrados el videojuego para abrazar por completo la animación tradicional, en contraposición al deterioro que sufre actualmente en el cine. Si alguien no supiera que es un videojuego, le costaría discernir si lo que está viendo es un espisodio de una serie especialmente cruel con sus personajes, y definitivamente, no para niños.
La fluidez de todos los elementos en pantalla es pasmosa, y aunque si se advierten unos tiempos de carga algo dilatados cuando iniciamos por primera vez un jefe o salimos al mapa del mundo, no hay ni caídas ni tirones que valgan en la propuesta del estudio norteamericano. Toda una proeza de la técnica que justifica por completo la larga espera si tenemos en cuenta que lo ha realizado un equipo de no más de 20 personas. Este trabajo de artesanos, hecho completamente a mano, frame por frame, personaje por personaje, combina técnicas de animación en 2D y 3D en un derroche de gusto e ingenio. Muchas veces, el background será una animación en 3D que rotará para aumentar la sensación de movimiento, mareo y confusión, aunque todo pasado por este filtro tan añejo que simula las muchas marcas que sufría el celuloide cuando se pasaba una y otra vez hasta desgastarlo.
Si la animación es un trabajo de análisis y asimilación de la estética de los años 30 de una fidelidad pasmosa, no lo es menos el uso de su música, que combina jazz y swing para fundirse a la perfección con los sonidos diegéticos del título, que incluyen las risas maniácas de los jefes, un curioso presentador que nos introduce a los nuevos rounds o los propios chasqueos de nuestros protagonistas, que son los que producen los disparos desenfrenados.
Jugabilidad
Los rumores de la exasperante dificultad de Cuphead explotaron en Internet con el infame gameplay de un reputado crítico de videojuegos. Lo que incendió un debate sobre el medio periodístico, con no pocos quemados, acabó por darle un último empujón de publicidad al título de Microsoft. ¿Eran rumores infundados? Para nada. Cuphead no solo parece difícil, es muy difícil. Por eso, y en vista de los acontecimientos, he de sincerarme en este análisis.
Yo no he acabado Cuphead. He jugado durante 2 días, 13 horas. He completado el 42%. He alcanzado el 3 mundo de 4. He derrotado a todos los jefes en Fácil y sólo a 4 en Normal. He completado 2 run-and-gun. He caído 674 veces. Y estoy analizando este videojuego.
Cuphead me ha hecho dudar de mi habilidad a los mandos. De la habilidad de mis amigos. ¿Es el juego? ¿Somos nosotros? Y es que mucho se está reivindicando una dificultad mayor en los videojuegos del presente, hasta el punto de haber acuñar un ya molesto apelativo: “el Dark Souls de…”. Ahora vuelve a llevarse ser difícil. Es por ello que Cuphead encantará a los amantes de esta recuperada corriente masoquista dispuesta a llevarnos por el camino de la amargura, pero también a todos esos otros que aún se asustan ante las palabras: Modo de dificultad.
Cuphead mantiene un brillante equilibrio entre el reto y el tedio. Mientras algunos videojuegos se pasan de listos en el sutil arte de la exasperación, Cuphead sobresale entre todos ellos y consigue posicionarse entre la delgada línea que separa al entretenimiento del desespero. No es tan fácil como Rayman, pero tampoco es más difícil que The Binding of Isaac o Super MeatBoy.
Cuphead te hará dudar de tu habilidad con el mando - ¡Comparte!
Con Cuphead sudaréis, y mucho, pero sin saber por qué volveréis a apretar el Retry una y otra vez hasta que cerréis los ojos y solo veáis luces de colores y dos muñequitos saltando. Para conseguir esta compulsión maníaca en nosotros, es esencial que el traspaso de pantallas entre la vida y la muerte sea lo más rápido e indoloro posible. Con el uso de la música los desarrolladores camuflan nuestros enésimos intentos en una constante, y, por mucho que empecemos desde el principio, sentiremos que estamos en un bucle infinito de prueba y demasiado error. Pero nos gusta, nos encanta. Y lo que es mejor, no podemos parar.
Pero estos trucos en el gameplay solo son el principio de sus grandes decisiones en el campo de la jugabilidad. Una de las más notables es las de incluir en cada pantalla de jefe la selección de la dificultad. Fácil o Normal. Las diferencias entre estos dos modos son notables y van más allá de lo anecdótico. Alteran las fases de los jefes, incluyendo muchas más transformaciones; modifican el escenario, los enemigos y sus patrones, y, además, deben completarse todas en Normal para poder desbloquear la pelea final ante el Diablo, que no lo sé porque haya llegado si no porque lo explica un personaje en el interludio animado entre el 1 y el 2 mundo.
A pesar de ser igualmente disfrutable en solitario, es un videojuego claramente pensado para jugarse en cooperativo, donde la dificultad se comparte, las risas aumentan y el pique se dispara. También hay grandes aciertos aquí. Si nuestro compañero cae, no se convertirá en una burbuja con voluntad propia que vagará por el escenario hasta encontrar su respawn, si no que saldrá disparado al cielo y si no somos lo suficientemente rápidos lo perderemos para siempre, o al menos hasta que caigamos nosotros.
Cualquier nivel se mantiene fresco incluso después de haberlo intentado decenas de veces - ¡Comparte!
Esto hace que cada punto de vida cuente, tres fallos capitales que dolerán cuando se vayan como si fueran hijos. La posibilidad de aumentarlos debe comprarse con monedas, así como otras muchas mejoras que incluyen armas y potenciadores, que deberemos escoger cuidadosamente a la hora de enfrentarnos a cada jefe. Estas se conseguirán en los niveles de Run-and-Gun, que combinan deliciosamente ligeros toques de plataformeo y shoot ‘em up al más puro estilo Metal Slug. Estas son las únicas pantallas que diferirán de los clásicos jefes, que a su vez se dividen entre aquellos a los que deberemos vencer en avionetas como si estuviéramos en un mata-marcianos o los más escorados al género plataformas.
Si te caes, vuelves a empezar. Desde el principio. A pesar de que nuestra muerte incluirá una pantalla dónde veremos cuánto nos faltaba por derrotar al jefe, no habrá en Cuphead más Checkpoint que aquel que se activa cuando completamos un nivel. Tampoco hay vidas ni Continue, un vetusto recurso que cuando se incluye en los videojuegos modernos resulta molesto y carente de sentido.
Además, memorizar las fases y ataques no lo será todo, pues los patrones añaden ligeras pero esenciales variaciones de velocidad o frecuencia que demandan nuestros reflejos más felinos. Sabremos qué va a hacer un jefe, pero nunca cómo todo ese mejunje de estímulos en la pantalla se va a acabar desarrollando. De esta forma, Cuphead se mantiene fresco aunque hayas reiniciado el mismo nivel una centena de veces, pues cada nuevo intento será ligeramente diferente del anterior.
Duración
Como he dicho, solo he podido dedicarle 13 horas, alcanzando dichos mundos y con tales logros, por lo que creo que en este caso la duración es muy personal y depende puramente de la pericia de cada uno a los mandos. Este concepto, tan íntimo en el mundo de los videojuegos, se pregunta sin decoro y constantemente, como si verdaderamente importara más el cuánto que el cómo. La forma sobre el contenido.
Pues bien, con esta estimación, teniendo en cuenta que Cuphead consta de 4 mundos, todos con 2 run-and-gun, 5 jefes y un Mausoleo, calculo que podéis superar fácilmente las 25 horas para completar el videojuego con el mayor porcentaje posible. De una forma u otra, tenéis título para rato. No consta de más modos de juego que la historia principal, y si queréis compartirla deberá ser invitando a un amigo a vuestra casa, pues el Cooperativo Online aún no está disponible, aunque sí confirmado.
Conclusión
Siempre suele ser más difícil analizar los videojuegos sobre los que te has creado ciertas expectativas y, además, son de gran importancia para el público. No solo sientes que tienes una responsabilidad para con ellos, también contigo. Dude en aceptar Cuphead para analizarlo porque egoístamente creí que no iba a disfrutarlo como se merecía. Que la prisa lo mataría todo y sería incapaz de hacer un análisis certero. Pero no podría haber elegido mejor.
Cuphead es el exclusivo que tanto necesitaba Xbox One - ¡Comparte!
Es una pena que, una vez más, los jugadores hispanoparlantes nos hayamos quedado sin los textos traducidos y tengamos que conformarnos con su versión íntegra en inglés, que si bien no entorpece la experiencia de juego, sí puede ser un escollo para aquellos inexpertos en la lengua anglosajona, pues no solo utiliza expresiones y vocabulario antiguo propio de la época en la que se inspira, si no que también posee multitud de juegos de palabras nada fáciles incluso para los experimentados. Si bien es cierto que se ha dicho que la narrativa no es lo importante, pero yo siempre agradezco todos los detalles textuales, entre los que se incluyen las burlas de los jefes cuando caemos o las conversaciones con los distintos personajes que pueblan el mundo donde se eligen los niveles, algunos portadores de jugosos secretos que nos llevarán a más monedas o atajos por el mapeado. Han confirmado que habrá más idiomas, pero seguiremos esperando cuándo.
Idiomas aparte, Cuphead es la maravilla que andábamos buscando, el exclusivo que tanto necesitábamos. La promesa se ha cumplido. No solo estamos ante un videojuego divertido y desafiante también ante uno que lleva la estética hasta el Stendhal más absoluto y grita arte por los cuatro costados. Aquí hay pasión, aquí hay talento y, sobre todo, futuro. Permanezcamos muy atentos a todo lo que este neo-nato Studio MDHR puede darnos. Apuntan alto.
*Gracias a Xbox España por habernos proporcionado el material para la review.