The Verge y The Wire han estado en Building 87, viendo el proceso de construcción de Xbox One X y nos cuentan todo al detalle. Ingenieria avanzada.
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Pasan los días y ya cada vez hay menos secretos sobre Xbox One X, la nueva maquina de Microsoft con la que los americanos pretenden conquistar el mercado de las sobremesa. Todo lo que escriba no os va a aportar datos nuevos sobre lo que lleva en su interior este monstruo. Pero la gente de The Verge por suerte puede ampliarnos algo más sobre el hardware ilusionante de la consola.
Y es que han visitado Building 87, el lugar en donde se planifica toda la gestión de Xbox One X y han charlado con Bryan Sparks, uno de los diseñadores de la maquina y les ha contado detalles interesantes mientras les enseñaba el lugar sagrado. Para empezar, les ha contado parte de como nació el diseño de esta Xbox; es la primera interacción en hardware que no cambia de generación, si no que convive con la actual por lo que era importante que en cierta medida sonara familiar a la vez de ofrecer un valor diferenciador en el diseño.
Lo tenían claro, el diseño debía ser más compacto que los PC actuales, es una consola y debe lucir como tal. También debía ser más pequeña que Xbox One S, un reto difícil de conseguir pero que lograron conseguir. Así que pare ello se inspiraron en el monolito de la película 2001: Una Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick. Leo del Castillo, gerente general de hardware de Xbox en Microsoft, les explicaba que pese a todo lo visto, el proceso de creación no ha sido fácil.
Lo que parece un diseño muy limpio requiere muy, muy complejo de herramientas y procesos de fabricación.
El propio Del Castillo, explica que para conseguir el diseño de Xbox One X tuvieron que ingeniarselas muy bien y todo partió de una simple idea, colocar la placa base en el techo de la máquina en lugar de en el suelo como suele ser habitual, así se gana mucho espacio extra para el resto de componentes.
Otra decisión inteligente, fue la de apilar el disco duro y el lector de Blue Ray Ultra HD. De esta manera, ganaron en espacio para poder incluir la fuente de alimentación integrada.
Desde el punto de vista del diseño, mover la placa base a la parte superior significa que no necesitaríamos ninguna ventilación en esa cara superior, lo que nos permite mantener esa forma monolítica limpia e ininterrumpida.
Pero el mayor reto al que enfrentaron fue sin duda el de sacar todo el calor que genera un monstruo como Xbox One X. A fin de cuentas todo es al menos el doble de potente que en Xbox One S y por ello sabían que el calor iba a ser un problema. Además no podían usar el sistema de refrigeración que usaron con la Xbox One original por lo que la solución pasaba por un disipador de calor por vapor. Nosotros ya os explicamos al detalle como funciona por si os quedan dudas de los beneficios que puede aportar a Xbox. Además a esto le apoyó un diseño de paneles que simularán el flujo del aire para que las variaciones de temperatura sepan siempre donde tienen que ir para reducir el calor.
Por último, cuentan que estuvieron haciendo pruebas de color para la maquina. Tenía que ser diferente. Probaron el tono Robot White que calza Xbox One S, pero lo desecharon finalmente. Así que pare diferenciarse, eligieron el negro mate, desechando el negro infinito brillante que caracteriza a las consolas actuales. Querían una vuelta al pasado pero en una maquina potente. Y eso hicieron.
A continuación, os dejamos unas cuantas capturas que The Verge y The Wire han liberado sobre la fábrica de los sueños.