La segunda parte de Outlast llega al fin a Xbox One a demostrar que Red Barrels son los que pusieron esto del Survival Horror indie de moda con una aventura más terrorífica y brutal que la primera. No apta para estómagos y corazones sensibles.
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Los videojuegos son puro entretenimiento y normalmente el máximo objetivo de estos es que vivamos sensaciones lo más realistas posibles, teniendo en cuenta que partimos de una base totalmente artificial. Puede ser satisfacción al jugar, al pasar una prueba difícil, algo que visualmente nos estimule y agrade o en muchos casos, algo que simplemente nos suba la adrenalina. Sin entrar en detalles, hay una actividad muy desagradable para muchos que históricamente ha entretenido y lo seguirá haciendo por muchos años: Pasar miedo.
Ese miedo controlado con las películas o atracciones de feria es una manera de entretenerse que siempre me ha fascinado por lo retorcido del asunto, pasar un mal rato, para pasar un buen rato. Precisamente, por esto, siempre me han gustado los juegos de miedo, es una manera realmente simple de poner al jugador en un contexto en el que se sentirá incómodo y a merced totalmente de la máquina que él cree que maneja. Y en Red Barrels parece que saben de eso. Joder si saben.
A estas alturas ya conocemos de sobra su primera entrega, tardó un pelín más de la cuenta en llegar a Xbox One, pero los amantes de los juegos de terror no deberían haberlo pasado por alto, incluso hace poco lo regalaron con los Gold. Outlast prácticamente popularizó el subgénero indie del survival horror, que minimizaba los recursos hasta el punto de poner a un jugador indefenso en medio de una experiencia de supervivencia de terror extrema. Los youtubers subían vídeos en masa mientras jugaban asustados y prácticamente también lo convertían en un nuevo tipo de gameplays, a los que la gente no estaba acostumbrada.
Volviendo a Red Barrels, en la primera entrega nos situaban en un entorno de peligro y terror evidente: a ver quién es el guapo que se pone a visitar un manicomio en una noche lluviosa. Y en esta segunda parte han sido más ambiciosos, trasladando todo el desarrollo a un entorno rural, del que nos cuesta sacar referencias, ya que pocas veces hemos visto obras audiovisuales que combinen con tanta crudeza religión, cultos y violencia extrema. Si en el primero la excusa principal podría ser la demencia, en esta ocasión se podrían decir que son las creencias las que nos llevan a esta situación límite.
Es la experiencia más aterradora disponible a día de hoy para tu consola - ¡Comparte!
Somos Brady Langermann, un cámara que acompaña a su esposa Lynn, una reportera que va en búsqueda de más datos para resolver un asesinato muy extraño de una mujer embarazada de 8 meses cuyas pistas le llevan a una reserva apartada del estado de Arizona. El helicóptero desde el que nos trasladamos hasta allí se estrellará, separando al matrimonio en el siniestro. La pistas indican que alguien se ha llevado a Lynn y no nos queda otra que adentrarnos en territorios oscuros y desconocidos para encontrarla.
Apartado Técnico
En lo puramente técnico, Outlast 2 literalmente barre en todos los aspectos a la primera entrega. Las texturas, los efectos de iluminación, la limpieza de la imagen y lo suavidad con la que se mueve el juego son absolutamente impecables, todo se une para ponerte en escena en unos de los videojuegos más aterradores que he jugado nunca. La ambientación se apodera de ti desde el primer minuto, haciéndote saber que cada paso en falso te llevará indudablemente hacia la muerte.
Tampoco se puede decir que técnicamente sea lo mejor que hemos probado, pero para lo que pretende, no podía ser mejor. Las capturas que podemos sacar en algunas partes del juego parecen sacadas directamente de una película de terror: cuerpos colgados de árboles bañados por la luz de la luna, gente ardiendo en piras, niños amontonados en una fosa después de haber sido sacrificados, gente torturada hasta el extremo… la lista de horrores que hemos visto son interminables, y los que están vivos, ¡dan más miedo aún!
Como siempre en este tipo de juegos, no solo el apartado gráfico es el que hay que tener en cuenta, el sonido es incluso más importante, ya que es el que te envolverá dentro de este carrusel de los horrores. Si sois muy aprensivos con los juegos de miedo, seguramente no sigáis esta recomendación, pero jugadlo con auriculares. De noche. Solos. Os aseguro que el miedo se triplicará.
Jugabilidad
Red Barrels ha cuidado hasta el mínimo de detalle de las mecánicas de Outlast 2 para presionar al jugador a huir siempre hacia adelante. En una loca carrera a salvarnos del horror que nos persigue nos iremos adentrando en cosas aún peores. Armados sólo con una cámara que cuenta con visión nocturna, nuestro personaje no podrá defenderse de ningún ataque y estamos a merced del enemigo en todo momento. Sin embargo, también contamos con multitud de elementos del escenario donde escondernos de ellos: Barriles, armarios, debajo de las camas e incluso podremos ocultarnos debajo del agua con cuidado de no ahogarnos en el intento.
Pero bueno y si le quitamos el miedo, ¿en que consiste el juego? Pues deberemos de ir avanzando mientras buscamos pistas que nos lleven hasta Lynn, recogiendo pilas para la cámara y vendas para curarnos (los únicos elementos consumibles). La cámara resulta clave en la jugabilidad, ya que si nos quedamos sin pilas, no podremos ver nada de nada. Por suerte, ahora la cámara también cuenta con un micrófono direccional al más puro estilo espía, que nos permitirá oir pasos a través de las paredes, algo ideal para rastrear a los enemigos en la oscuridad y poder eludirlos más fácilmente.
Al contrario que el primer Outlast que parecía que tenía zonas en las que te limitaban el paso varios “guardias” por llamarlos de alguna manera, ahora no conseguimos diferenciar esas zonas, y mientras algunos parecen guardias y te perseguirán si te ven, otros simplemente se quedarán mirándote e incluso no te atacarán si no te acercas lo suficiente. Ir avanzando lentamente será lo más normal, aunque ni siquiera de esa manera evitaremos los sustos que a pesar de tener la mayoría scriptados, enemigos que no vemos nos arrancarán ese salto de la silla inesperado.
Al final, seguramente la situación se ponga tan tensa que tengamos que salir por patas y en este sentido, nos ha llamado la atención dos detalles. La manera de esprintar de Brady que es progresiva, mientras más rato corramos, más aceleramos y que tengamos un botón en el mando exclusivamente para girar la cabeza hacia detrás dice mucho en este aspecto. Cuando nos acorralen, cuando no haya salida ni lugar donde escondernos, solo nos quedará correr y no correremos porque sí, si no por puro miedo.
Pero el juego tiene también una parte negativa. Demasiado negativa a nuestro parecer. Al contrario que pasaba con el reciente Layers of Fear, donde prácticamente el protagonista no moría casi ninguna vez durante el juego, aquí moriremos bastantes veces. Normalmente estas muertes vendrán acompañadas de un susto previo o un momento de tensión al intentar escondernos del peligro. Lo peor es que una vez te pillen en una zona se convertirá en un simple juego de “ensayo y error”, que elimina totalmente el factor miedo o sorpresa. Por decirlo de una manera más simple: solo viviremos los sustos de la misma manera una vez.
Nos parece encomiable la labor del desarrollador al querer dejar al jugador sin descanso durante todo momento, que la sensación de agobio, terror y desasosiego sea constante, pero por esta misma razón no recomendamos sesiones largas a Outlast 2. No es porque contenga tantas imágenes perturbadoras es simplemente porque el juego no tiene descansos, el ritmo es cada vez más alto y entramos en una espiral interminable de miedo y tensión de la que nos cuesta salir precisamente por el afán natural de seguir adelante, de salir de la pesadilla, cuando apagando la consola salimos de manera mucho más fácil. Un jugador como el que aquí os escribe, que está acostumbrado a juegos de terror, a vivirlos lo más realistamente posible, hay veces que no ha podido con la tensión que Outlast proporciona como experiencia.
No pruebes a jugar largas sesiones a Outlast 2, a no ser que lleves pañal - ¡Comparte!
Por primera vez en mucho tiempo, no podemos definir de que tipo de juego de miedo estamos hablando, porque contiene todo: La parte de los recuerdos de Brady y Jessica en el colegio es puro terror psicológico y el recorrido por las iglesias, subterráneos e instancias religiosas o paganas, proporciona la mezcla entre gore, violencia y sensación desagradable. Y los sustos constantes ponen la guindilla al asunto, ese típico golpe de sonido junto a la repentina imagen de una cara ensangrentada que nos hace pegar un grito, será muy típica y habitual en todo el desarrollo. No queremos destacar ninguna situación en particular, pero tienen muchos recursos para sacarnos el susto. Nos entran escalofríos mientras escribimos esto al recordar una escena en el colegio.
Duración
Lamentablemente, no es tan corto como el anterior. Y lo decimos así, porque tendréis casi 8 horitas para sufrir de lo lindo, quizá demasiado para el corazón de algunos, pero genial para los que buscan sensaciones fuertes. En ese sentido, cubren perfectamente el valor del juego si lo queréis mirar de esa manera, ya que por sólo 29,99€ nos podremos hacer con el juego y si aún no habéis probado el primero, tenéis en físico disponible Outlast Trinity, que por sólo 5€ más (34,95€), incluye el original más la expansión Whistleblower, una buena manera de acelerar un posible fallo cardiaco.
A excepción de los documentos coleccionables y los vídeos que podremos ir grabando durante el juego, no hay muchas razones para rejugarlo: sabremos donde están los sustos, el argumento lo tendremos desvelado y le quitará toda la gracia al asunto.
Conclusiones
Después de haber completado, podemos decir sin ninguna duda que Outlast 2 posiblemente sea el mejor juego de terror que hemos jugado jamás. Es inmersivo, agobiante, asqueroso, terrorífico y combina lo mejor del género para tirártelo en la cara y provocar que pases el peor mal rato posible delante de tu consola. El trabajo de Red Barrels está fuera de toda duda después de esta segunda parte, y sin duda saben como dominar este género con maestría. Los peros que hayamos podido ponerle son consecuencia directa de no querer que la ambientación o la experiencia se rompa haciendo aleatorios y repetitivos ciertos momentos del desarrollo, que al ser lineales garantizan la inmersión precisa del usuario.
Además, aprovecha para introducir una crítica al extremismo actual de las religiones, con los dos bandos representados en el juego, los que quieren salvar al mundo a través de la violencia y los que lo quieren condenar, como no, también a través de la violencia. Por esta misma razón, el argumento parece avanzar de manera muy banal y simple, pero que nos sorprende y de que manera en el tramo final del juego. Si alguno lo pasó muy mal jugando a Resident Evil 7 o a Layers of Fear, que se piense seriamente en probar Outlast 2. No es recomendable para personas sensibles y corazones o esfínteres débiles.
*Gracias a Red Barrels por habernos proporcionado el material para la review.