Adéntrate en la peligrosa selva con Marooners, un Party Game en el que tendremos que luchar con otros cinco jugadores por conseguir el mayor botín posible.
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A todos nos gusta amenizar nuestras veladas con juegos de mesa, cartas e incluso videojuegos. Seguro que los más aficionados a este hobby habrán pasado noches muy entretenidas con sus invitados disfrutando de algún Party Game: las risas, piques y momentos tensos están asegurados. Se trata de videojuegos sencillos, accesibles, rápidos y sin complicaciones, sin grandes sofisticaciones y con un único objetivo: que te lo pases bien. Marooners nos ofrece justamente eso, diversión directa en grupo.
Parece una tarea fácil, pero no lo es. Y es que mantener la rivalidad entre jugadores utilizando mecánicas elementales y ligeras sin caer en la monotonía no es una tarea sencilla. Además, entretener de una forma tan creativa que nos impulse a jugar una y otra vez no está a la altura de cualquier título.
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Lo que Marooners nos propone son mini juegos sencillos tan habituales en el género: emularemos a Indiana Jones evitando rocas gigantes giratorias, evitaremos ser aplastados por enormes piedras que caen del cielo, lucharemos por mantenernos en una plataforma de hielo resbaladiza o saltaremos entre unos nenúfares poco estables… Todo esto mientras sacudimos al resto de jugadores para ser el ganador del tesoro. ¡Pura diversión!
Antes de nada, lector, quiero que sepas que voy a juzgar este juego como lo que es exactamente: algo pensado únicamente para entretener de una forma rápida y esporádica, nada más. Aquí no encontraremos modo historia con algún tipo de trasfondo; éste no es un juego pensado para un único jugador o para dedicarle largas sesiones de vicio. En mi caso, disputé muchas partidas con mi mujer y éste es el resultado.
¿Será Marooners un juego digno de nuestras fiestas? ¿Causará furor entre nuestros invitados? Veámoslo.
Apartado Técnico
Visualmente, el juego entra por los ojos: gusta a la primera. Tonos cálidos, estética cartoon y música tribal muy divertida son sus principales reclamos estéticos. Todo está muy bien diseñado en ese sentido y tampoco hay que exigirle más. No podemos esperar ver grandes efectos visuales porque su estética se basa en un estilo de dibujos animados sencillos, sin grandes alardes. Colores muy vivos inundan nuestra pantalla de televisión desde que encendemos Marooners.
La luz es un elemento destacado, puesto que todo, absolutamente todo, brilla: los escenarios, las monedas, los muñecos… Esto lo que hace es crear una atmósfera muy agradable, casi infantil, cargada de felicidad y que nos invita a tomarnos su planteamiento de una forma cómica. Asimismo, el juego respira sentido del humor por todas partes, tanto en sus efectos de sonido como en el diseño de sus personajes. De la música hay que resaltar que una pequeña cancioncilla se repite constantemente y se te mete en la cabeza mientras que estás jugando.
Jugabilidad
Al aventurarse en Marooners, cualquier jugador curtido en este género sentirá un ‘déjà vu constante’ puesto que es muy evidente la inspiración directa de grandes juegos de este tipo como Mario Party. Las comparaciones no serían nada justas para Marooners, todo hay que decirlo, al César lo que es del César. Pero sí hay que reconocerle su mérito, y es que propone una novedad: el Modo Caos. Durante la partida, los mini juegos se suceden entre sí de una forma aleatoria cambiando entre ellos en cualquier momento de la acción. Podemos vernos luchando por mantenernos a salvo en una plataforma sin caer al vacío, cuando de repente nos transportamos de escenario y debemos evitar ser aplastados por una roca gigante, para luego volver a la plataforma y retomar ese momento tenso en el que intentábamos no morir despeñados.
Es una especie de “ruleta” en la que el contexto varía repentinamente y que produce unas sensaciones tan alocadas como caóticas (desde luego, el nombre de la modalidad le va como anillo al dedo). Este modo es el principal pilar del título y de su jugabilidad. Todo se puede alterar cuando menos te los esperas y el jugador debe adaptarse rápidamente a la nueva situación.
Una vez controlada esta mecánica e independientemente del objetivo a superar en cada nivel, nuestra única meta es conseguir la mayor cantidad de monedas y joyas. Durante cada mini juego, y de forma aleatoria o incluso al golpear a nuestros rivales, irán apareciendo monedas que debemos ir recolectando para alcanzar el mayor botín posible. Cuando terminamos un mini juego, y si somos el último jugador en pie, se nos premia con un gran cofre repleto de una buena cantidad de monedas que nos acerca al objetivo final. Cada partida consta de cinco rondas, y una vez acabadas, se hace un cómputo general de las monedas cosechadas por cada jugador. El ganador será aquel que haya logrado hacerse con el tesoro más cuantioso. Esto significa que el juego no solo valora nuestras victorias, sino nuestra picardía a la hora de conseguir monedas.
Como punto negativo, tengo que decir que este Modo Caos tiene, para mí, un gran problema de diseño: los saltos constantes de un mini juego a otro se realizan en cualquier momento, de una forma no definida, lo que produce una interrupción del clímax de la partida. Se deja todo a medias y congela la acción en los momentos de más tensión. Piénsalo así: ¿cómo te sentaría que todo se detuviera justo cuando estás a punto de empujar a tu colega al fuego? ¿O justo cuando intentas zafarte de una bomba que tu compañero te ha lanzado? Es una situación que incomoda bastante al jugador. Pero es que, además, se repite exactamente igual pero a la inversa a la hora de retomar la acción en esa pantalla que abandonamos anteriormente. Provoca confusión y volver a la situación justo donde la dejamos, en ocasiones, puede hacernos perder la ronda.
Es algo que acaba resultando bastante molesto. Si este salto o cambio se hiciese de forma controlada, por ejemplo, cuando solo queda un determinado número de jugadores en pie, cuando no hay rocas por caer o cada cierto tiempo, eso haría que el jugador lo sintiera como parte del juego y no como algo que no puede controlar. Todo sería mucho más fluido y la experiencia, más satisfactoria.
La segunda opción disponible es el Modo Arena. Aquí se apuesta más por la competitividad: olvídate de las monedas, ahora sólo vale aplastar a tus enemigos. En este sistema es donde encontramos más variedad, ya que los mini juegos cambian (aunque son nada más que modificaciones de otros ya vistos antes) y nos proporciona otras posibilidades de competir. Eso sí, no tan inspiradas y mucho más sencillas (únicamente hay que sacar a nuestros rivales de una plataforma o tirarlos al vacío).
Tendremos también la posibilidad de alternar los dos modos, con los cambios del Modo Caos o sin ellos, o incluso jugar partidas mixtas. Estas serán las poquísimas configuraciones para la partida que tendremos a nuestra disposición. Este aspecto es otro de sus puntos negativos. No se nos permite crear listas de juego personalizadas, ni seleccionar el número de rondas, algo totalmente incomprensible en un juego de este tipo. ¿Tienes un par de mini juegos favoritos y quieres la revancha con tus amigos? Pues cruza los dedos para que salgan porque no tendremos ninguna opción para decidir qué niveles jugar o qué niveles no jugar. Es algo que nos limita muchísimo disfrutar de Marooners de una forma más personalizada.
Duración
En este apartado, lo más correcto no sería preguntarnos cuánto va a durarnos Marooners, sino cuánto vamos a tardar en cansarnos de él. Su poca profundidad hace que la función de este juego sea entretener sin más. No habrá misiones, mundos o historias que superar. Pasarás una noche divertidísima, pero eso sí, sólo una noche.
Su variedad de mini juegos tampoco ayuda: Tendremos en total cerca de una treintena a nuestra disposición, pero tiene truco, ya que en realidad son aproximadamente 6 u 8 pero con distintos diseños y versiones (dependiendo del modo de partida seleccionado). Es es una buena opción para celebrar una fiesta o con un grupo de invitados de vez en cuando, pero poco más. Nos costará encontrar una motivación para jugar fuera de este contexto.
Conclusión
Marooners es muy divertido, pero también es limitado. Una vez que lo has jugado un par de veces, el Modo Caos al final se vuelve en contra del propio juego y acaba entorpeciendo la experiencia. Es una gran opción si tienes visitas en casa que disfruten con la videoconsola o incluso puede que les guste mucho a los más pequeños de la casa (es un título cuya recomendación de edad es a partir de los tres años, y eso dice mucho).
Pero su falta de contenido le deja a años luz de poder competir con otros Party Games. Marooners pide a gritos contenido y opciones de personalización. Su principal virtud, que es el Modo Caos, aporta y resta por partes iguales: en ocasiones resulta divertido, pero en otras sólo consigue confundir y al final termina siendo un engorro.
*Gracias a Game Drive por habernos proporcionado el material para el análisis.