Hacemos un repaso a lo que ofrecen los videojuegos y desmitificamos los mantras de internet que asustan a los padres de niños que juegan a juegos.
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Hace unos días compartía en redes sociales la cara de felicidad de mi pequeño al haberle montado una Xbox One en su cuarto. La reacción de la gente me hizo decidirme a escribir un texto como este, que llevaba años en mi cabeza pero nunca me había puesto manos a la obra. Así de paso os explico el titular del artículo y el porqué no es baladí.
Pero antes de nada, me voy a permitir la licencia de escribiros una pequeña parte de mi infancia, no lo hago por placer o egocentrismo si no porque es parte de mi argumento y os servirá de introducción para que entendáis de manera más clara, porque los videojuegos pueden cambiar la vida de vuestros hijos. No es una historia ajena a mis amigos más cercanos, pero quería compartirla con vosotros.
Así era yo, en los 90
Yo nací en los 80, pero no fue hasta los años 90, cuando ya tenía 6 añitos, cuando descubrí lo que era el mundo de las videoconsolas. Casi ninguno de mis amigos tuvo consolas hasta casi mi pubertad, básicamente porque yo nací y me crié en uno de los barrios marginales más pobres de Córdoba, Barriada de Las Palmeras. En el colegio donde yo cursaba, los chicos salían de la EGB sin saber leer y el salto al instituto era una odisea.
Pasar tu infancia en un barrio conflictivo y en una etapa en la que tu ciudad estaba azotada por una oleada de paro considerable, hacían el caldo de cultivo perfecto para muchas cosas, entre ellas el acoso escolar. No había smartphones, pero si eras más inteligente que el resto de alumnos ya te convertían en el «empollón» de clase por dinámica, y los acosos tampoco eran muy diferentes de como son ahora. Yo no era el avivado chico que soy ahora, pero si que es cierto que tenía un arma que no todos poseían, una imaginación dorada, algo que se potenció mucho con los videojuegos y que me ayudó a encarar varias etapas de mi vida pasada y actual.
Pero no fue hasta unos años más tarde que no conocí lo que eran las maquinas de videojuegos. A 3 kilómetros de casa si había recreativas, pero cinco duros por partida no era algo para cualquier bolsillo. No obstante yo era de los que se iban a ver a los mayores jugar, el simple placer de verlos era lo que me hacía desconectar. Veía a la gente mayor jugar a recreativas y me divertía mucho, hoy día están como evolución de todo eso Twitch o Mixer, pero cuando era pequeño esto no existía. Años más tarde y tras muchas noches soñando que era un caballero que lanzaba espadas, pude tener una SEGA Megadrive y a partir de ahí mi vida cambió mucho.
Tener una consola, aunque prácticamente no podía mantenerla, me hizo ganar confianza. Me cambiaba los pocos juegos con otros niños, entablé nuevas relaciones, y veía como esos héroes pixelados afrontaban la vida de otra manera. Yo era más feliz, en serio, lo era. Con el tiempo, pasó a formar parte de mi colección la primera Playstation y con ella y sus juegos aprendí a tener más confianza en mi mismo, aprendí también a encadenar frases en inglés en base a su contexto… en definitiva, me empecé a alejar del rincón oscuro para ganarme a la gente que antes me odiaba.
Mi experiencia, un reflejo
No conozco a ningún niño que haya empeorado su vida jugando a videojuegos. Menos hoy por hoy que tienen fuertes inspiraciones en la vida moderna, hay referencias visuales a monumentos y localizaciones históricas, hay más base científica en los argumentos y se trata de abordar de una manera plural y educativa las diferentes identidades sexuales y religiosas de nuestro mundo. Salvo excepciones, no hay juegos malvados y por favor, alejemos el discurso de que los pequeños se desentienden de todo cuando están jugando. Primero porque han de hacerlo, jugar debe ser una actividad lúdica más y el problema aquí no es como un niño encara los juegos, el problema es la irresponsabilidad de los padres al no poner límites.
Soy de los que opinan que la educación nace en casa, con unas normas y valores que son los padres los encargados de transmitir. Con eso y sabiendo que es a lo que está jugando tu hijo, no deberías tener mayor problema. Existe el PEGI por una razón, no dejes a tu pequeño de 8 años jugar a un GTA, la culpa no es del juego, si no de ti como padre.
Todos los videojuegos actuales ofrecen algo para potenciar los sentidos, inteligencia o capacidad de asimilación de tu pequeño. Haz que juegue a juegos de concentración y ganará reflejos, haz que juego a juegos de puzles y le ayudarás a enfrentar problemas en su día a día, y haz que juegue a juegos sociales y le ayudarás a encarar las relaciones con otros compañeros de una manera distinta. Empezar desde pequeños tampoco es un drama, existen muchas propuestas que les ayudan a diferenciar formas y colores en consolas, smart tv’s y smartphones. No tengas miedo a ello.
Y ojo, todos estos datos que te estoy dando no son solo reflejo de mis vivencias personales. La gamificación es un hecho que se está implantando en miles de empresas a lo largo y ancho del globo. Aprender a vivir bajo objetivos es sano y productivo para las personas.
Porque elegí Xbox One
Vale, el motivo más obvio es el económico. Ya tenía una Xbox en casa e hice el upgrade a Xbox One X, así que mi hijo hereda el modelo «fat». Pero no todo se reduce a esto ya que estuvimos mirando de comprar una Nintendo Switch, así yo también podría usarla. Sin embargo y tras haberla probado, junto a PS4 me di cuenta que Xbox One es la maquina perfecta para los pequeños de 3 años en adelante. Y lo explico con mis conclusiones.
En primer lugar, el catálogo a día de hoy para juegos de familia es amplio, no sabría decir cual plataforma tiene más juegos de este corte, pero Xbox tiene lo suficiente. Sin embargo es en las opciones de personalización para perfiles donde he visto que un padre tiene control total en Xbox, y no hay rival en este sentido. ¿Que puedes hacer con Xbox?
- Puedes restringir el contenido por edades. PEGI para juegos, música, aplicaciones y televisión.
- Bloquear compras e inicio de sesión.
- Crear clave de paso para acceder a cualquier área de contenido.
- Limitar las webs que puede ver el niño con Edge. Solo se muestran las que tú añades.
- Puedes limitar u ocultar el estado en línea de tu hijo.
- Puedes limitar que otros agreguen como amigo a tu hijo, y viceversa.
- Limitar u ocultar que la lista de amigos de tu hijo sea visible.
- Puedes ocultar el historial de juegos, música y vídeo de tu hijo.
- Puedes limitar que algo se comparta fuera de Xbox Live, por ejemplo en redes sociales.
- Puedes bloquear el perfil de tu hijo para que no pueda ser visualizado.
- Puedes limitar que tu hijo vea otros perfiles mayores de edad.
- Puedes bloquear el acceso a clubes y áreas de Xbox Live.
- Puedes bloquear, permitir o limitar la comunicaciones en juego multijugador.
- Bloquear invitaciones a partidas multijugador de tu hijo.
- Bloquear la comunicación por vídeo.
- Ocultar el feed de actividades de tu hijo.
- Bloquear contenido generado por Kinect.
- Puedes bloquear la recolección de datos de juego de tu hijo.
- Bloquear la ubicación de tu hijo.
- Bloquear el micrófono y las cámaras de terceros.
- Bloquear el acceso a contactos, calendario y correo electrónico de la cuenta de tu hijo en determinados juegos.
- Puedes cerrar la sesión de tu hijo en remoto y desconectar su juego.
- Puedes compartir tú catálogo y servicios (Gold, Game Pass..etc) con la cuenta de tu hijo de manera simultánea.
- Si usas Windows 10, puedes limitar el número de horas que tu hijo puede jugar a los juegos.
Y todo eso lo puedes hacer desde tu consola y a placer, no todo de golpe. Solo tienes que añadir su cuenta al apartado «Familia». Por si esto fuera poco, si el niño es pequeño, existe el modo Co-Piloto. Para los que no lo conozcáis, os cuento un poco de que va y pondré Sonic Manía como ejemplo en donde tú puedes por ejemplo, manejar con un mando el movimiento de Sonic y cualquiera de tus pequeños pueden usar el botón de salto. Jugáis juntos y les ayudas a divertirse, a veces algunos juegos en determinadas edades pueden acabar frustrándoles.
Conclusiones
Haz que juegue. De verdad. Hazlo con mesura, pero hazlo. Su vida cambiará, ganará confianza en si mismo cuando se vea ganar, ganará reflejos y ganará habilidades sociales y conocimiento. Estas fueron pieza clave que a mi personalmente me hicieron salir de la zona oscura en el colegio. Los videojuegos hacen que tus hijos sean mejores personas, y de paso les alejas de otros vicios menos condenados por la sociedad.
Además les estamos educando para el presente, la identidad de género y temas como el acoso o la religión, que deben tratarse con normalidad y en los juegos se hace a partir de ciertas edades. No pongas barreras a su educación, que no herede prejuicios sociales y deja que vea otras perspectivas de mundo, jugando.