¿Recordáis aquel programa de televisión llamado El último superviviente? Para los que no lo conozcan, se trata de un programa de telerealidad en el que lanzan a un exmiembro de las Fuerzas Especiales Británicas en un entorno natural extremadamente hostil en el que tiene que sobrevivir con la única ayuda...
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¿Recordáis aquel programa de televisión llamado El último superviviente? Para los que no lo conozcan, se trata de un programa de telerealidad en el que lanzan a un exmiembro de las Fuerzas Especiales Británicas en un entorno natural extremadamente hostil en el que tiene que sobrevivir con la única ayuda de un cuchillo. Pues The Flame In The Flood es una de las propuestas más parecidas a la premisa de esta serie que podréis encontrar en un videojuego.
Con una marcada estética cartoon, tendremos que lanzarnos río abajo en una precaria balsa en busca de nuevas zonas en las que encontrar abastecimientos de todo tipo, porque para sobrevivir necesitarás nuevos y más abrigados atuendos, comida, agua, plantas medicinales, abastecimientos médicos, materias primas, herramientas y un largo etcétera.
Con la única compañía de tu fiel perro tendrás que hacer frente al peor de los enemigos: La Madre Naturaleza. En The Flame In The Flood lo que no sobra son las amenazas en forma de enfermedades, hambre, sed, sueño, las inclemencias meteorológicas y encarnadas en la propia fauna y la flora que te rodea. Decidir comerte unas raíces porque te estás muriendo de hambre no siempre es una solución, ya que por hacerlo puedes contraer parásitos que más adelante acabarán con tu vida.
Así es The Flame In The Flood, un juego inclemente en el que tendrás que meditar con sumo cuidado cada decisión que tomes, pero tampoco te demores demasiado en concretar tu siguiente paso ya que el hambre y la sed están al acecho y cada segundo que desperdicies podrás echarlo en falta más adelante, cuando la inanición, la deshidratación o ambas llamen a la puerta de tu organismo y te debiliten hasta la muerte.
Apartado Técnico
Es increíble el notable apartado técnico que consiguen algunos de los juegos indies de hoy en día. Es muy satisfactorio ver cómo estudios independientes apuran su ajustado presupuesto para conseguir trasladar a las pantallas de nuestros televisores unos entornos tan bellos como el del juego que nos ocupa. El caso de The Flame In The Flood va incluso un poco más allá porque no solo consigue recrear un entorno natural frondoso, detallado y vivo, sino que lo dota de vida propia incluyendo los ciclos día-noche e incluyendo efectos meteorológicos como la lluvia, el viento y las tormentas.
Para sobrevivir tendremos que descender por un río salvaje, atracando nuestra balsa en las diferentes zonas que iremos encontrando a nuestro paso y que exploraremos en busca de víveres que se dividen en diferentes tipologías: campamentos, iglesias, zonas urbanas, industriales y taller de marina para la barca entre otras. Cada una de ellas tiene una estética propia, así como diferentes tipos de recursos, que deberemos conocer y priorizar para sobrevivir según nuestras necesidades. En su conjunto el diseño artístico es genial, pareciendo la adaptación de la película de animación Colegas en el bosque dirigida por Tim Burton.
A nivel técnico el juego cumple no solo en su composición, iluminación y diseño sino también en cuanto a funcionamiento, aunque tiene varios detalles a pulir, sobretodo cuando nos echamos al río. Es allí donde nos damos cuenta de que el sistema de colisiones es muy tosco y de que se producen repentinas bajadas de framerate que nos pueden jugar una mala pasada.
Donde más destaca The Flame In The Flood es en el apartado sonoro, con un repertorio rico y de lo más variado de melodías estilo country que le van como anillo al dedo. La mayoría serán canciones tristonas y descorazonadoras, que obviamente están puestas adrede para reforzar el sentimiento de soledad y desesperación que nos acompañará a cada paso que demos. Los efectos también están a buen nivel y están perfectamente recreados e introducidos, consiguiendo que realmente nos sintamos perdidos en las entrañas de un inhóspito bosque.
Jugabilidad
Lo primero que vamos a mencionar en este apartado bien podría ir en el anterior, pero hemos decidido incluirlo en este porque afecta más a la jugabilidad del título que a su apartado técnico. Nos referimos a la localización. Y es que The Molasses Flood, el estudio desarrollador, ha decidido no traducir los textos del juego. Esta decisión es un handicap importante, ya que afecta y mucho a la jugabilidad para todas aquellas personas que no dominen el inglés en cuanto a términos técnicos de supervivencia se refiere. Esto puede desembocar en que en más de una ocasión ingieras una planta cuya descripción hayas traducido como buena cuando en realidad es nociva. También provoca que lleves en tu inventario un suministro que necesitas para salvarte en un momento apurado y que no utilizas porque no entiendes su descripción. Puede que muchos penséis que no es para tanto, que poner el juego en pausa para tirar del traductor de Google es la solución, pero es que aunque detengas el juego el tiempo sigue corriendo, así que cuando vuelvas a la partida igual has muerto de sed o de hambre, por no hablar de que hacerlo rompe completamente el grado de inmersión del juego.
Sobre los controles no son demasiado complicados y resultan de lo más intuitivo, pero no lo es tanto el sistema de crafteo y de gestión del inventario, que se podría haber solucionado con un tutorial «on the road» para explicar las mecánicas básicas. Vale que es un juego de superviovencia y que cuando estás solo en el bosque nadie va a venir a explicarte nada, pero para eso está el modo endless, en el que ahí sí que no hace falta dar detalles. En el modo campaña, en cambio, habría sido todo un detalle para los jugadores menos expertos en estos ámbitos.
Otro escollo es la dificultad tan elevada de la que puede presumir el juego. En The Flame In The Flood los errores no se perdonan. Cometer uno, en el 90 % de los casos, equivale a una muerte segura, así que si eres de los que no tienen demasiada paciencia con eso de morir una y otra vez, te recomendamos el modo de dificultad viajero, ya que en el superviviente (el más difícil), las enfermedades, el cansancio, la sed y la falta de inanición avanzan de un modo más implacable y los puntos de control están más espaciados.
Eso sí, que nadie se equivoque, la alta exigencia del juego a niveles de intuición, habilidad y estrategia es lo que lo convierte en un juego de supervivencia excelente. De no ser tan difícil y poco permisivo, dudamos que fuese tan efectivo a la hora de transmitir esa sensación de peligro constante y ese afán de supervivencia tan extremo que tiene. Además, a pesar de sus defectos, esa mezcla de gestión de recursos con el avance constante y el crafteo dan como resultado una fórmula de lo más adictiva que nos tendrá pegados al mando a pesar de que muramos repetidas veces.
Y es que en este juego no hay nada de lo que hagas que no tenga consecuencias nefastas, por no hablar de que casi nunca tendrás lo que necesitas para salvarte. Nos explicamos: proveernos de ropa de abrigo es fundamental para protegernos del frío pero, si no la mantenemos seca, nuestra temperatura bajará inexorablemente hasta morir congelados; beber agua periódicamente es fundamental para no deshidratarnos pero, aunque tengas filtros de agua, si no tenemos una hoguera a mano no podremos hervirla y beberla tal cual acarreará mortales consecuencias para nuestro organismo; si vas a morir de cansancio por no haber dormido lo suficiente puedes descansar en cuanto se presente la ocasión pero, si duermes demasiado, el nivel de hidratación y de nutrición descenderán drásticamente y la muerte te atacará entonces por esas vías; a la hora de defenderte de los lobos o de los jabalíes puedes usar la antorcha, pero su luz atraerá otras alimañas como las serpientes venenosas.
Para complicarlo todo un poco más, el acceso al inventario tampoco detiene la acción en tiempo real, con lo que si te ataca una bestia ya puedes darte por muerto, porque las laceraciones te ralentizarán y, si te detienes a entrar en el menú para utilizar aloe o cualquier otro suministro que cure los arañazos o detenga la hemorragia, el animal aprovechará el momento para atacarte de nuevo. Es en estos momentos cuando más frustración sentirás porque huir no es garantía de salvación, pero pararte para curarte tampoco…
En cuanto al argumento decir que se reduce a un fino hilo narrativo que no aporta interés alguno. Lo mismo sucede con las misiones, que son escasas, insulsas y bastante mediocres. No se profundiza lo más mínimo en los personajes que nos vamos encontrando y es curioso que se hayan desaprovechado elementos como el propio perro que te acompaña, que es una mera comparsa sin utilidad. Se limita a ladrar cuando encuentra algo pero no caza ni tampoco puedes darle órdenes, con lo que si no estuviese tampoco le echaríamos en falta.
Duración
El modo campaña nos tendrá ocupados por más de 10 horas y, si tienes ganas de más, os recomendamos darle cera al modo infinito (endless) en el que tienes que luchar por sobrevivir el máximo de días que puedas. Conseguir todos los logros del juego va a ser una proeza, porque para ello tendrás que sobrevivir más de 44 días y con diferentes condiciones, como por ejemplo sin comer carne. Desbloquearlos son motivo de orgullo y dan sentido al significado de la palabra logro.
Por otra parte, The Flame In The Flood es un juego de supervivencia puro y duro. Sobre todo duro. Su dificultad y su curva de aprendizaje es inclemente y morirás una decena de veces hasta que consigas aprender ciertas claves fundamentales, convirtiéndolo en un título restrictivo para todos aquellos jugadores que no sientan demasiada afinidad por este género.
Conclusión
La supervivencia en entornos hostiles ya se ha tratado en numerosas ocasiones en el mundo de los videojuegos, pero pocas veces se ha hecho desde la belleza visual y la originalidad que derrocha The Flame In The Flood, lo que lo convierte en un imprescindible para los amantes de este género.
Su nivel de dificultad no es nada amigable, con lo que es un juego que recomendamos disfrutar a sorbos cortos y paladeándolo, dejando a un lado las ansias de avanzar a cualquier precio y afilando tu ingenio para tomar las decisiones más acertadas en cada momento. Eres tú quien debe adaptarse al juego, porque él no va a adaptarse a ti y, por descontado, no va a ponértelo nada fácil.
A pesar de que no ahonda en las mecánicas de crafteo como otros títulos, de que el argumento brilla por su ausencia, de algunos fallos técnicos que presenta, la ausencia de tutoriales, de ser demasiado lineal, de su elevada dificultad y por el hecho de no venir localizado a nuestro idioma, hay que reconocer que The Flame In The Flood tiene muchas otras virtudes que compensan todo eso, como su brillante apartado visual y su diseño artístico, la banda sonora, lo inmersivo que resulta y el carisma que tiene, consiguiendo así un resultado notable en su conjunto.
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*Gracias a The Molasses Flood por habernos proporcionado el material para la review.