¿Qué será de Kinect a partir de ahora?
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Después del sorprendente anuncio de ayer en el que Microsoft dio a conocer un nuevo modelo de Xbox One sin Kinect, queremos analizar cuales han sido las posibles razones para tomar esta delicada decisión.
Hay que partir de la base de que Kinect no va a desaparecer ni se va a volatilizar para no volver nunca más, pero si nos queda una pequeña preocupación por saber que futuro le deparara al sensor de movimiento en los años venideros después de la decisión de Microsoft de prescindir de el de manera obligatoria.
Cuando conocimos Xbox One en mayo del año pasado, Microsoft siempre nos quiso hacer entender de lo importante que era Kinect en la experiencia que nos ofrecía su consola de nueva generación. Esta apuesta de incluir el sensor desde el día uno en todas las consolas que se pusieran a la venta era una decisión arriesgada, pero al menos con esta decisión quedaba claro que el compromiso de Microsoft para con el sensor era total. Un compromiso que siempre nos lo hicieron ver como que Xbox One sin Kinect era como un coche sin ruedas, quizás es un símil demasiado extremo, pero por ahí andaban los tiros.
En las diferentes ferias y presentaciones que pudimos asistir antes de que la consola fuera lanzada, siempre nos hicieron ver de la importancia de Kinect en el ecosistema de Xbox, una importancia que reiteraban como si de una necesidad se tratase. Algo, que una vez lanzada la consola, muchas de las personas (entre las que me incluyo) que eran reticentes al uso obligatorio del sensor, ya habíamos asimilado que si Microsoft decidía apostar tan fuerte por el, es que muchas cosas buenas nos aguardaban a corto y medio plazo.
Seis meses después del lanzamiento de la consola y una vez pasada la novedad de los primeros días, nos encontramos con una nueva tesitura al conocer que Microsoft ha decidido sacar un nuevo modelo de Xbox One en el que sensor de movimiento ya no es necesario. Y nosotros nos preguntamos, ¿qué ha podido llevar a Microsoft a tomar tal decisión?
La salida de Mattrick de Microsoft creo que es el momento de inflexión más grande de la marca Xbox de los últimos años. Este señor como responsable de la división decidió tomar unas cuantas decisiones controvertidas, unas decisiones que viendo las repercusiones y cambios posteriores, dejan en evidencia que el estudio de mercado que se hizo para su propuesta con Xbox One no fue la acertada. No negaremos que en sus planteamientos tuvo aciertos, e incluso ideas “visionarías” para el futuro de la distribución de vídeojuegos, pero la manera de llevarlas a cabo viendo todo los cambios posteriores dejaron en evidencia el planteamiento, provocando incluso su salida de la compañía.
El fue el principal percusor de introducir Kinect en cada Xbox One, quizás cegado por el éxito que tuvo el sensor en Xbox360, el cual logro vender en sus primeros años, más de 20 millones de unidades.
Por otro lado tenemos a Phil Spencer, que desde hace un mes tomo el mando de la división de Xbox, parece que todo son buenas intenciones para enfocar la nueva estrategia con Xbox One hacía el jugador core o tradicional. Esto no quiere decir que se excluya a los jugadores que busquen otras experiencias en la plataforma, ya que Kinect y los demás servicios seguirán disponibles, pero viendo que Kinect ya no será algo esencial y después de ver todos los guiños que ha ido ofreciendo a los jugadores más dedicados en las últimas fechas, parece que el planteamiento que se tomo en un principio no era el adecuado según su visión de negocio.
Kinect en Xbox360 fue una revolución, después del fenómeno de Wii con el Wii-Mote, Microsoft se saco de la manga un nuevo dispositivo que consiguió encandilar a millones de jugadores que querían probar la experiencia que ofrecía el poder jugar a un videojuego siendo tu el mando. Algo que reporto a la compañía un buen repunte en ventas y un elemento diferenciador que más tarde usarían de nuevo con Xbox One.
Aunque la experiencia fuera revolucionaría, para Kinect en Xbox360 salieron diferentes juegos con una calidad más que cuestionable. Quizás Microsoft en esos momentos se cegó pensando que si con un dispositivo que no estaba todo lo pulido que esperaban, habían conseguido vender más de 20 millones, ¿por qué no incluirlo en Xbox One desde el día uno? esa fue la idea y por ella apostaron hasta el próximo mes de junio, momento en el que Kinect pasará a ser de nuevo un dispositivo extra, un dispositivo que no tienes que usar ni comprar si no quieres.
Kinect en Xbox One no ha supuesto la revolución esperada ni contaba con el factor novedad de su antecesor.
Microsoft va a lanzar el pack de Xbox One sin Kinect por 399€, un precio inferior en 100€ al modelo con Kinect incluido. Con este movimiento parece estar claro que lo que encarecía la consola era el extra del sensor de movimiento, aunque siendo sincero, no esperaba que Microsoft tomará la decisión de apartar el sensor de la experiencia que proponían para relegarlo a un mero extra. Esta decisión, deja claro que la inversión en I+D del producto ha sido muy elevada para los frutos conseguidos, lo que haría ver que no se podían permitir una bajada de precio de la consola con Kinect incluido por un precio de 100€ menos. Así que tomaron una decisión drástica, quitamos Kinect de uno de los packs, bajamos el precio y competimos directamente al mismo nivel.
No pasa desapercibido la “pobre” recepción que han tenido los primeros títulos en exclusiva para el sensor de movimiento. El caso más sonado podría ser el del reciente Kinect Sports Rivals, el cual habría recibido trato de un Triple A para Kinect y la crítica se ensaño con el (algo que no es tan importante), pero lo que si era importante era la recepción por parte de los jugadores, una recepción que parece no haber cumplido con las primeras expectativas, cuando el juego salió de las listas de los juegos más vendidos en Estados Unidos y Reino Unido a la primera o segunda semana.
Estos datos, podrían haber llevado a Microsoft a tomar la decisión de enfocar sus inversiones a otros juegos cuya recepción por parte del mercado sea más amplia, no hay que olvidar que las sagas fetiches de Microsoft de los últimos años han tenido una explotación grande, algo que no es malo, ya que Microsoft daba al jugador lo que ellos demandaban.
Xbox One esta vendiendo muy bien, pero parece que Microsoft no esta del todo contenta con la recepción final que esta teniendo el producto. Esto no quiere decir que con el nuevo modelo y precio el panorama cambie de manera radical, pero si que tengo claro, que esta nueva opción para el consumidor, le generará beneficios a Microsoft a corto y medio plazo. Otra cosa que tengo clara, es que la decisión de quitar Kinect y vender el sensor por separado ha sido una decisión relativamente nueva, algo se ha ido cocinando desde la entrada de Phil Spencer y desde la salida de Don Mattrick.
No es normal que se cambie el discurso en tan poco tiempo, porque si la intención era desde un primer momento sacar ambas versiones, ¿qué les impidió hacerlo desde un principio? esta pregunta seguro que ya os la habéis hecho antes, pero la verdad es que no hay una respuesta clara, quizás pensaban que iba ser un éxito desde el principio y que no tendrían que rectificar nada de la estrategia, pero como ellos son los que manejan los resultados, dejan claro con esta decisión, que algo no les gustaba como estaba saliendo.
Esta es la pregunta más sonada desde el anuncio de ayer, el relegar a Kinect como un extra más, puede repercutir en muchas cosas y no se me ocurre ninguna en la que el sensor salga beneficiado. Por una parte muchos de los estudios ya no tendrán interés en buscar usos al sensor para sus producciones, ¿para que invertir en algo que mucha gente no usará? este pensamiento podría ser muy común desde ahora.
Por otra parte tenemos a los jugadores que compraron la consola de lanzamiento con Kinect porque creían en su potencial a largo plazo, con este nuevo movimiento, aunque Microsoft se empeñe en decir que Kinect seguirá siendo importante en su estrategia, no sería de extrañar que muchos de sus actuales usuarios se sientan algo preocupados por al ver que le sensor ya no es algo prioritario, pero es un pensamiento totalmente lógico cuando la propia empresa ha decidido el dar un pequeño empujón al sensor para poder competir con una nueva estrategia.
Para Microsoft este movimiento le asegura el convertirse en un rival más competitivo, saben que tienen un catálogo presente y futuro impresionante, saben que tienen una plataforma online que sigue en crecimiento y saben que para competir a veces hay que tomar decisiones no muy populares como esta. De esta manera pueden competir con su rival directo, ya que el nuevo modelo se venderá por 399€, justo el mismo precio por el que se esta vendiendo Play Station 4, así que con este movimiento se aseguran el poder comprobar que es lo que piensa el mercado al poder elegir entre una plataforma u otra sin que haya un elemento diferenciador como es el precio de Xbox One con y sin Kinect.
Microsoft ya comento hace unos días que mayo sería un mes divertido de anuncios, y no podremos negar que lo esta siendo. Después de haberse quitado estos anuncios para antes del E3 que se celebra en Los Angeles el próximo mes de junio, mi intuición me dice que vamos a tener una de las mejores conferencias de Xbox en años, ya que todo parece encajar para dar la campanada.
El nuevo modelo sale el 9 de junio, mismo día que se celebra la conferencia de Microsoft en el E3, mismo día en el que las aplicaciones dejarán estar sujetas al pago del servicio Xbox Live Gold, mismos mes en el que se estrena Games With Gold… no creo en las casualidades, así que el 9 de junio podemos estar delante del relanzamiento de Xbox One, pero esta vez bajo la mirada de Phil Spencer.