Os contamos la historia de Microsoft Studios Osaka, la filial japonesa anticipada por Don Mattrick y que nunca llegó a hacerse realidad.
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Corría el año 2013 y Microsoft se encontraba a las puertas de una nueva generación de consolas, tras conseguir un éxito considerable e inesperado con Xbox 360. Los últimos años no habían sido los mejores en cuanto a producción en Microsoft Studios, pero la división era rentable y presumían de poderío económico. En aquella época se hablaba de cifras impresionantes, hasta mil millones de dólares para producir contenido para Xbox One. En medio del furor promocional Don Mattrick llegó a pronunciar el nombre “Microsoft Studios Osaka“, una subdivisión de Microsoft Studios a medio camino entre el estudio interno, y editora para juegos japoneses. Microsoft iba a conseguir por fin dejar su huella en el mercado nipón… o no.
Seguro que a muchos os suena tirando a poco, pero una sede en Osaka para el equipo que hoy capitanea Matt Booty llegó a ser un proyecto real, y no parecía mala idea cuando (supuestamente) tienes mil millones de dólares para quemar. El resto de la historia ya lo conocemos, Kinect fracasa, la presentación de la consola es un desastre y Don Mattrick sale por la puerta de atrás para acabar liquidando Zynga. Spencer se queda al frente de una división disminuida, dirigiendo a un tiempo el control de daños e intentando triunfar con un modelo, el de la publicación de second party, en esos tiempos ya en desuso. No sabemos que fue de aquellos mil millones, pero no parece que se hayan gastado solo en nuevos juegos para la consola. ¿Y Microsoft Studios Osaka? parece que nunca llegó a ser una realidad, siendo desmentida su existencia por Phil Spencer en 2014.
No obstante y si juzgamos por como fueron las relaciones entre Microsoft y Japón los primeros años de generación, parece que los de Redmond contaban con haber tenido un equipo en tierra japonesa, y su abrupto final, víctima seguramente de la restricción presupuestaria a la que fueron sometidos tras pasar a estar bajo la división de Windows, dejó a los de Spencer sordos, ciegos, y mudos en el archipiélago asiático. La pregunta es ¿Sería buena idea resucitar la iniciativa de Osaka? Es posible. Quizá ni siquiera ahora la división de gaming pueda permitirse tener un gran estudio fuera de occidente, pero una réplica de Microsoft Global Publishing que hablara de tú a tú con los creadores de contenido nipones, solo podría traer beneficios a la maltrecha imagen de la marca en Japón. Por ahora hemos visto acertados esfuerzos por parte de Phil Spencer por armarse de contenido occidental, quizá ahora le toque el turno a Asia.