En los tiempos que corren en los que los parches "Day One" y los Season Pass están a la orden del día ¿aún es recomendable reservar videojuegos?.
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Siendo una niña recuerdo que una de mis aficiones era correr al kiosko cada mes a por mi revista de videojuegos. La podía releer media docena de veces, devoraba sus páginas parándome a observar las imágenes de los títulos que estaban por venir y haciendo mi lista de deseos. En aquél entonces, no teníamos tantos medios ni tantos juegos como ahora, ni había tanta prisa en comprarlos en el mismo día de su lanzamiento. Pero ha llovido, y ahora el tema es otro. De un tiempo a esta parte parece como si estuviéramos instaurados en un sistema de histeria colectiva, de la que se beneficia toda la industria menos los propios jugadores, los usuarios finales para quienes supuestamente se hacen los videojuegos.
Incentivos por reserva, betas cerradas y exclusivas por reserva, descuentos por reserva, cheques de regalo por reserva… y lo que haga falta por conseguir una reserva. Eso sí, luego nos encontramos con parches «day one» por no cerrar bien los desarrollos, pases de temporada programados post-lanzamiento, juegos que decepcionan, y un sinfín de desilusiones. Todo ello me lleva a preguntarme: ¿merece la pena reservar videojuegos? porque actualmente no veo cual es la necesidad ni la ventaja de hacerlo.
El precio de los juegos
Toda la vida he considerado a las consolas de videojuegos como bienes de lujo, y yo tuve suerte de tener un padre jugón, porque mientras que antes no todos los padres claudicaban comprándole «la dichosa maquinita» a sus hijos, ahora lo raro es que no haya una de ellas en cada hogar. También se hacen juegos como churros, la competencia es feroz entre las compañías desarrolladoras y las distribuidoras, cada sector quiere su parte del pastel, y esto al final se traduce en una caída de los precios porque los títulos se quedan «viejos» enseguida. ¿Es malo? no, esto nos beneficia a nosotros, los jugadores, pero es un claro indicativo de que esperar merece la pena, y lo puedo explicar con un ejemplo personal.
Desde Gears of War 4 (saga para mi muy especial) que no reservaba un juego para recibirlo en su lanzamiento, y el siguiente fue el injustamente defenestrado y masacrado Mass Effect: Andromeda. Estamos de acuerdo en que el título de Bioware llegó con las animaciones de los personajes a medio cocer, pero para esta redacción es un juegazo sobresaliente. Había jugado las 10 horas gratuitas como miembro de EA Access, pero viendo el sidral que se había montado y que los propios responsables prometían mejorarlo, decidí aparcarlo temporalemente. Yo, quien llevaba años esperando una nueva entrega de la saga (a la que también adoro, por cierto) decidí esperar. Y es ahora cuando lo estoy jugando, cuatro meses después.
En definitiva, lo compré por 55€ pero lo estoy disfrutando ahora que cuesta 35€. Pues reservo muy pocos videojuegos, pero esta es la última vez porque a la próxima no me pillan, bajan de precio demasiado rápido como para pagar ese sobrecoste, y esto se aplica tanto a lo físico como a lo digital.
La lacra de los Season Pass
Mucho se ha hablado ya de algo que no gusta a nadie, los DLC o los pases de temporada que aún a riesgo de dividir comunidades, amplían el contenido de los juegos previo pago. Muchos de estos contenidos ya han sido creados antes de lanzar el juego, y otros se van generando una vez lanzado. Esto es pagar a ciegas por algo que no sabes si te va a gustar después, o que tal vez para cuando llegue, ya no tendrás interés en seguir jugando, como les pasó a muchos de mis amigos con The Division, por ejemplo.
Algo que está muy de moda últimamente, es diseñar ediciones especiales con una fuerte carga de contenido digital, o incentivar las reservas con un triste DLC que en la mayoría de casos puede conseguirse luego a través del juego, o que incluso perdura en el tiempo y aún habiendo pasado varios meses, puede que te encuentres la tarjeta con el código en el interior de la caja del juego.
Y luego hay casos rarísimos como el de Overwatch, juego sin Season Pass cuyas actualizaciones son siempre gratuitas, lo cual está muy bien, pero que salió a 60€ con muy poco contenido de inicio. Un salto de fé en el que «tú me pagas ahora, y yo ya te iré dando cosas». Inaudito. Por suerte ha resultado ser un muy buen shooter multijugador que funciona a las mil maravillas y que va cumpliendo con lo prometido, pero si no llega a salir así, ¡ay!.
Betas cerradas y regalos por reserva
Son el último grito: «Reserva el juego y consigue la beta». Vale, tú haces tu reserva, esperas a poder ver una prueba anticipada, si te gusta sigues adelante con ella, y si no te gusta, lo cancelas en tu tienda bajo condiciones. Ellos te muestran un poco del juego para aumentar tu hype, y tú lo pruebas antes que tu vecino. Ni tan mal. Pero a mi modo de ver no es suficiente para depositar mi confianza y mi cartera.
Luego están los incentivos materiales, usualmente merchandising sobre el juego que suele ser del gusto de los coleccionistas, pero que en muy pocos casos justifica un precio que luego va a caer rápidamente. Y es que seamos realistas, Xbox en España vende lo que vende, y donde menos parece hacerlo es en el formato físico, cuyas reservas son las que pueden llevar estos acompañantes en sus lanzamientos.
Resumiendo y siempre bajo mi parecer, la respuesta es no. Reservar videojuegos no nos beneficia en nada. Tenemos el juego el día del lanzamiento igual que si vamos a la tienda a por él. Los «goodies» o regalos que se ofrecen para morder el anzuelo son obviables o fácilmente sustituibles, y las betas cerradas luego pueden ser abiertas o incluso versiones completas de prueba. Sin embargo, si aprendemos a esperar podemos obtener mejores precios, ediciones completas con todo el contenido publicado (GOTY) y quien sabe si hasta lograríamos un cambio en la tendencia y en las pretensiones de las compañías, que hoy por hoy parecen no hacer más que aprovecharse de nosotros la situación.
¿Cómo estáis actuando vosotros en torno a este tema?.