Gracias a juegos como Fable III podemos entender los últimos acontecimientos políticos en nuestro país.
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Ayer mismo acudimos todos a un momento histórico en nuestro país, quizá aún no somos conscientes de que en el futuro, nuestros hijos verán reflejado en los libros de texto este día. Las elecciones de ayer ponen rumbo a una era diferente, donde la gente con mayores conocimientos es la que tiene el poder de cambiar las cosas.
Y no estoy aquí para expresar mis ideales políticos ni para intentar que vosotros cambiéis los vuestros. Lo ocurrido ayer tiene que ver mucho con nuestra generación, con la generación de adultos de entre 18 y 45 años, y de aquellos jóvenes que vendrán en los años venideros. Lo que pretendo plasmar en este texto es como han ayudado los videojuegos a que entendamos los cambios necesarios en la política actual de nuestro país.
Desde tiempo atrás, muchos desarrolladores han intentado hacernos entender la importancia de la economía a nivel mundial. Numerosos juegos han hecho uso de complejos sistemas de economía en sus propuestas y esto ha ayudado a que mucha gente pueda entender algunos principios básicos; como impacta y de que manera podemos mejorar si pulsamos diferentes palancas. Pero no es lo único en lo que algunas grandes mentes pensantes han trabajado para que entendamos como puede cambiar un país sentando algunas bases.
En términos políticos podríamos acogernos a numerosos ejemplos, bien conocidas son las descripciones de poderes externos al propio gobierno que nos desvelaba Hideo Kojima en Metal Gear Solid II y que hoy siendo adultos, no nos resultan tan “de ciencia ficción“. Sin embargo hay un ejemplo algo más banal, menos enrevesado y más sencillo que mezcla las acciones sociales junto al impacto económico en la cara visible de una sociedad a través de un videojuego, y ese sin duda fue Fable III de Lionhead Studios.
Que me apasionen los videojuegos creados por Peter Molyneux me ha servido para ganarme no pocos detractores, pero a lo largo de mi vida como jugador y amante de la política, he visto en las obras de este creativo ejemplos muy visibles en nuestra historia reciente. Los voy a ir explicando si me dedicáis vuestro tiempo a leer lo que queda de artículo.
En Fable III vemos como una sociedad es devastada por el hambre y unas políticas sociales complicadas, basadas principalmente en la alta recaudación de impuestos por parte del actual gobernante de Albion lo está pasando mal. La tierra que dirige el rey Logan, invierte más en el negocio de la guerra que en la propia industria heredada de generaciones pasadas, lo cual repercute en una gran dificultad para generar riqueza y aumenta la pobreza y la precariedad laboral; se aprecia una disminución tangible de población, y gran parte de la que queda vive bajo el umbral de la pobreza. Os suena de algo ¿verdad?
Lo interesante no es tanto el dinero que vamos a necesitar conseguir para cambiar nuestra desolada población, si no más bien las alianzas entre pueblos que vamos a tener que forjar para hacer frente a la llamada revolución. Y es que habrá que juntar fuerzas con diferentes maneras de entender la situación actual de Albion; desde radicales norteños (Los moradores), que buscan una disgregación de Albion, hasta la resistencia de Bowerstone, una agrupación de trabajadores que aboga por una riqueza industrial justa. Resulta curioso como algunas fuerzas políticas en nuestro país han seguido el mismo camino, uniendo sus posibilidades para ponerse de acuerdo en un fin común.
Como es habitual en los juegos de Lionhead, las decisiones morales están a la orden del día, y como en la vida real, no podemos contentar a toda la población. Hay decisiones económicas y políticas que cambiarán el mapa completo del juego. Sin embargo, nuestra misión no solo consiste en derrotar al enemigo si no hacer que estos pueblos se ayuden entre si; por ejemplo, realiza misiones que solucionen los conflictos de Brigthwall y estos ayudarán con comida a los moradores del valle de Mistpeak.
Seguro que mientras estabas leyendo estas líneas habrás identificado diferentes propuestas electorales en España, partidos políticos y las posibilidades de pacto que podrían surgir. Ninguna de ellas está libre de mejorar y ser mejor.
Son juegos como Fable o el más reciente Assassin´s Creed Syndicate los que preparan a las futuras generaciones a entender cuales son los caminos a elegir; muchos de ellos cogen recursos de la propia historia. Redistribuir riqueza, invertir en industria, solucionar tensiones entre pueblos y no desatender las necesidades sociales de nuestro pueblo no parecen objetivos difíciles de conseguir en los videojuegos, ojalá que nuestros dirigentes se pusieran unas horas al día a los mandos.