Una de las sagas que acompañó la salida de la Xbox 360 y que pasó bastante desapercibida. Esta es la opinión del redactor sobre las dos entregas de Ninety Nine Nights, saga exclusiva de Microsoft.
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Sin terminar la adolescencia pasé seis años sin tocar los videojuegos. Todo ese tiempo mal gastado estudiando una carrera terminó cuando unas navidades me regalaron la Xbox 360. Ya solo me quedaba adquirir algún juego y disfrutar. No quería esperar a nada y el horario solo dejaba la opción de ir a una tienda de segunda mano, allí encontré una copia gastada del Ninety Nine Nights. No sé si fue el escote de la mujer de la carátula, el calor infernal que hacía en la tienda o el empuje de mi, por aquel entonces, pasional e insultante juventud, pero me decidí a comprarlo.
Una vez llegué a casa ni me molesté en saludar a la gente que obstaculizaba mi acercamiento a la Xbox. Totalmente engorilado metí el juego en la ranura mientras le comentaba a mi novia si podría manejar a la chica de la portada, “es puro feminismo cariño, ¿no lo ves? ¡Una chica protagonista de un videojuego! Jugar al N3 es luchar por la igualdad” tuve que justificarme.
Los gráficos me sorprendieron MUCHO. Me había saltado toda una generación de consolas y el progreso gráfico y jugable impresionaba. Llamé a mis amigos para que vinieran a casa a disfrutar conmigo del N3, a lo que aceptaron encantados. Cuando llegaron al día siguiente aprendí una lección sobre lo que había cambiado el mundo del videojuego, en este caso a peor. Uno de mis amigos que también tenía la Xbox 360 se había mostrado muy ilusionado con venir a probar el juego cuando yo le dije que el N3 estaba muy bien, sin embargo, al llegar a casa sus ganas de probar el juego habían desaparecido por completo.
Otro de mis amigos me comentó que la razón de ello era que había mirado por internet y en una web de videojuegos decían que el N3 era un juego mediocre. Me sorprendió que le hiciera más caso a las impresiones de un extraño que a las mías, cuando años antes la opinión de los amigos era la mejor guía. Tras jugar durante unos minutos, a mi amigo le gustó lo que veía en la pantalla y una vez que agarró el mando fue difícil hacérselo soltar.
En ese momento yo ya me había viciado bastante al N3 y realmente pensaba que era un buen juego. Los escenarios eran amplios y estaban muy vivos, había una exploración moderada que le sentaba muy bien, a medida que ibas jugando y subiendo de nivel se desbloqueaban ataques bastante vistosos y muy placenteros de ejecutar. Había siete personajes para controlar, cada uno con una historia que al final encajaba con la de los demás. Los golpes especiales eran devastadores y opciones como manejar a un batallón, escoger en determinadas ocasiones el camino a seguir y la dificultad bien calibrada, me hicieron preguntarme qué dirían del juego para haber convencido tan fácilmente a mi amigo de que no merecía la pena antes incluso de jugarlo.
Me metí en internet para ver qué se comentaba sobre el Ninety Nine Nights y me sorprendió que algunas apreciaciones totalmente subjetivas sirvieran como argumentario para cargar contra este exclusivo de Microsoft. Por ejemplo se hablaba de que las misiones eran muy largas como punto negativo. Para mi era un aspecto positivo ya que al estar bien hiladas argumentalmente y crear una gran variedad de situaciones en cada una de ellas el tiempo volaba al completarlas.
Cuando salió la segunda parte pasó casi lo mismo. Solo que ahora hicieron los análisis sin jugar al videojuego. No se me olvida leer uno de ellos en una conocida revista en la que se decía que uno de los mayores errores del juego es que no había variedad de magias. 50 magias activas y 50 magias pasivas estaban disponibles para usarse a medida que fuéramos superando la historia y explorando el mapa. Bastante variedad de armas y enemigos junto con un multijugador cooperativo adictivo completaban una secuela que estaba a la altura de lo mostrado en la primera parte.
Me pregunto si las inmerecidas críticas de la prensa especializada hacia la saga N3 tuvieron algo que ver en que las dos entregas que han salido en Xbox 360 hayan pasado sin pena ni gloria. No creo que estemos ante la obra cumbre de los videojuegos pero sí ante un buen trabajo que encantaría a los fans de los Beat ‘em up debido a sus posibilidades jugables y a sus enormes mapas semiabiertos.
Puede que al ser mi primera experiencia con los videojuegos tras un largo periodo de tiempo me obnubilase pareciéndome ver una maravilla cuando en realidad estaba ante el basurón que decían por ahí. No lo tengo claro, sobre todo porque cada vez que amigos o familiares vienen a casa, su videojuego preferido para echarse unas partidas es el Ryse: Son Of Rome. ¿Me habré rodeado de gente que tiene el sentido del gusto en el tercer ojo igual que yo?
Por si acaso, voy a seguir mirando de vez en cuando el Twitter de Phil Spencer, con la esperanza de ver anunciada una tercera entrega de la saga para Xbox One. Sé que es difícil, pero desde que conseguí el logro “La caza es mi amante” en La Tierra Media: Sombras de Mordor ya nada me parece imposible.