Un recuerdo por diez años de desarrollo de Final Fantasy. Un recorrido nostálgico por aquello que empezó siendo Versus XIII y acabó en Final Fantasy XV.
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Diez años han pasado desde que, en un ya lejano E3, Square Enix anunciara por todo lo alto sus ambiciosos planes para la llamada Fabula Nova Crystallis: Final Fantasy. Una titánica propuesta que incluía videojuegos como Final Fantasy XIII o Final Fantasy Versus XIII acompañada de vídeos espectaculares que nos dejaron con la boca abierta y la baba en el suelo mientras esperábamos que se cristalizara el proyecto en forma de fecha de lanzamiento.
En ese momento, tenía 16 años, aún iba a la ESO y mis tardes consistían en un pique constante con mis amigos por ver quién completaba más los tableros de esferas de Final Fantasy X (una historia que incluye peleas por partidas borradas, aparentemente sin querer, y planeadas venganzas). Ya se había estrenado Final Fantasy Advent Children, o al menos habíamos encontrado medios de dudosa legalidad para poder verla, y estábamos fascinados con lo que el futuro podía depararnos.
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Pero volvamos al momento en el que se anuncia Versus XIII y su maravilloso tráiler. Eran otros tiempos, Final Fantasy seguía siendo exclusiva de Sony y Playstation 3 aún no estaba disponible en Europa (y para unos adolescentes como nosotros aún estaría más tiempo fuera de alcance) por lo que la maravilla técnica que nos prometieron bastó para colmar nuestros más húmedos sueños. Un Final Fantasy que es literalmente Advent Children pero jugable, un Final Fantasy que ya no posee tiempos de carga porque eso son cosas de la pasada generación. Qué ilusos, qué inocentes, qué jóvenes.
Dos generaciones de consolas y diez años después, Square Enix va a cumplir el sueño de un par de adolescentes que se quedaron esperando un juego que nunca llegó, o al menos, que nunca llegó a tiempo. No sería hasta 2013 que la desarrolladora nipona anunció en un E3 para el recuerdo que el ya difunto Versus XIII estaba más vivo que nunca y había pasado a conformar la decimoquinta entrega de la saga.
Saltos, lágrimas de alegría, hype y nostalgia combinadas. Por fin podíamos ver un gameplay del juego, y qué bien le iba a sentar la nueva generación a la saga. En un intento de insuflar aire fresco y atraer a un público que ya había perdido la ilusión en los J-RPG más clásicos de estrategia por turnos, Hajime Tabata decidió transformar el sistema de combate en un Action RPG puro que recordaba al grandísimo Final Fantasy VII: Crisis Core o a otro de los proyectos interminables de Square, Kingdom Hearts.
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Poco tiempo tendría que pasar para que pudiéramos catarlo. En un intento de inflar las ventas de Final Fantasy Type 0 Remastered, también parte de Fabula Nova Crystallis, Square Enix anunció que incluiría una demo jugable de Final Fantasy XV donde podríamos empezar a atisbar la grandiosidad gráfica y las posibilidades del juego. Una batalla contra Bégimo para el recuerdo y dos horas de juego ponían en movimiento, por fin, los diseños de Tetsuya Nomura, que más desatado que nunca en la estética Gackt, se lucía con cuatro personajes masculinos tan de su gusto.
Ayer, un año después de esa demo y adelantándose al E3, Square Enix anunciaba que ya tenía una fecha de salida para que marcaramos en el calendario: 30 de septiembre de 2016, el día en el que cumpliríamos nuestro sueño frustrado de adolescencia. Pero esa fecha no venía sola, venía acompañada de la Platinium Demo, un ejercicio de pura genialidad en el que encarnamos a un Noctis prepúber perdido en el mundo de los sueños. Con esta onírica excusa y acompañados de Rubí, un misterioso zorro en miniatura de aspecto pokemiano, descubriremos con Noctis los diferentes mundos que nos ofrecerá el juego. Un reclamo perfectamente orquestrado.
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Entiendo que este artículo, crítica o memorias pueden destilar un tremendo fangirlismo, pero no menospreciéis el poder de la nostalgia. En el final de la demo, Noctis aterriza en las escaleras de la llamada Ciudadela. Las mismas escaleras que salieron en aquel tráiler de hace ya diez años. Hoy he podido jugar a esa promesa, he podido volver atrás en el tiempo y tener dieciséis años otra vez. Porque esa es la magia de la nostalgia, el poder transformador que atrapa nuestra vieja y experimentada alma y nos devuelve a tiempos pasados que siempre fueron mejores.
Por eso jamás podré hacer una crítica objetiva de Final Fantasy XV, porque siempre habrá demasiada subjetividad en forma de recuerdos de ilusión adolescente. Una ilusión que no debemos perder cuando nos enfrentamos a los videojuegos. Porque parece que, con los años, progresivamente dejamos que se desvanezca en pos de esa seriedad tan impostada del hacernos mayores. Hoy, volví a mi adolescencia, y fue gracias a Final Fantasy.