La guerra de consolas está empezando a quedar obsoleta. Lo nuevo es la guerra de las suscripciones y el modelo de negocio.
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Con la entrada de esta novena generación de consolas, parece que por fin esa prolongada lucha que en su día comenzaron SEGA y Nintendo, de una manera mucho más agresiva, todo hay que decirlo, y que ha tenido como ganadora a PlayStation hasta la llegada de Xbox 360, empieza a flaquear en sus cimientos. La guerra de consolas no tiene ningún sentido hoy en día, pues las exclusividades ligadas a un solo hardware cada vez son más escasas. Si, incluso en el lado de Sony.
Microsoft lo entendió rápido, moviéndose hacia el futuro con Xbox Game Pass, desligándose de una Xbox One que comenzó con tan mal pie, que arrastró las ventas de toda una generación. Sin embargo, el bombazo real vino cuando, por sorpresa, los de Redmond anunciaron que incluirían todos y cada uno de sus títulos First Party directamente en Xbox Game Pass. Suponemos que como nos sucedió a nosotros, desde Sony también se quedarían como conejo sorprendido en mitad de la carretera justo antes de arrollarlo.
Las quejas y dudas por parte de absolutamente todos los sectores se multiplicaron: el famoso «¿Pero eso es rentable?», corría como la pólvora, y de hecho, lo ha estado haciendo hasta hace más bien poco. Porque Xbox Game Pass se convirtió en el eje central de Xbox, por encima de la propia consola. El ecosistema se impuso y gracias a la ayuda de Project XCloud, ahora conocido como Xbox Cloud Gaming, la barrera del hardware se eliminaba casi por completo, haciendo solo necesario un sencillo dispositivo móvil para jugar a los juegos de Xbox.
La guerra de consolas deja de tener sentido
Nintendo iba, va, y seguramente irá a lo suyo, como ha hecho siempre. Y Sony ha seguido apostando por lo que le ha ido bien desde la primera PlayStation, darle valor a su sistema, a su propia consola donde jugar a los mejores títulos de la industria, el ‘Only on PlayStation’ que tan bien le ha funcionado. Pero ante un futuro que se torna digital, la empresa japonesa no estaba tan bien situada como se esperaba, confiando en su tremendo poder y un «momentum» eterno que creía que nunca se acabaría.
Y me sabe mal decirlo, pero como es una editorial, y la escribo yo, ahí va: Al final, han venido los lloros. El poderío económico de Microsoft ha hecho que Xbox Game Pass fuera un competidor imposible de abordar, en el terreno de las suscripciones. Sony ha cambiado su estrategia claramente con algo que pocas veces había hecho, llevar sus exclusivas a PC, un hecho que parece que irá más allá, con estrenos simultáneos, tal y como lleva haciendo Microsoft desde 2016, con Quantum Break como pionero de este hecho.
Brasil 2022 – Comienza la guerra de suscripciones
La cuestión es que ya no podemos suponer todo esto. Estamos viendo desde hace unos días, como en la disputa por la adquisición de Activision Blizzard King por parte de Microsoft, en Brasil, se han mostrado los documentos con las opiniones oficiales de las compañías al respecto. Entre ellas Sony. Y todas las lindezas han salido a la luz:
- Microsoft acusa a Sony de comprar el bloqueo de la llegada de juegos a Xbox Game Pass
- Sony acusa a Microsoft de querer romper la industria con una oferta contra la que es imposible competir.
- Temen la exclusividad de Call of Duty porque influiría directamente en la elección de consola (es uno de los títulos más vendidos de PlayStation).
- Microsoft dice que Sony teme un modelo de negocio innovador que amenace su liderazgo forjado «por acuerdos de exclusividad firmados a lo largo de los años y centrados en sus plataformas».
Por supuesto, en este marco, Microsoft solo se está defendiendo de estas acusaciones que pretenden derribar la compra de Activision Blizzard, o al menos de obstaculizarla, de la misma manera que Sony tiene todo el derecho del mundo a poner sus inconvenientes sobre la mesa y magnificarlos lo máximo posible para intentar recuperar la gran ventaja obtenida desde hace años.
La realidad es que la industria de los videojuegos está cambiando definitivamente. El formato digital ya va por delante del físico en ambas plataformas y en ese segmento, las suscripciones jugarán un rol crucial en esta nueva guerra. Incluso la adquisición de Bethesda no ha sido tan destructiva como se pensaba (al menos de momento, habrá que ver que sucede con Starfield). Hasta Sony, con su compra a Bungie y la declaración pública de que seguirán siendo multiplataforma, se apunta al modelo de «más es mejor».
Las exclusividades serán menos exclusivas y es solo puede significar una cosa: Aquí quien ganamos somos NOSOTROS. La competitividad vuelve a ser alta entre ambas compañías y la lucha por nuestro dinero les lleva a innovar y ofrecernos formas de jugar cada vez más atractivas.