The Elder Scrolls fue un emblema de Bethesda, pero dos juegos casi olvidados de la saga produjeron un cataclismo en la empresa de Microsoft.
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Todos festejamos la adquisición de Bethesda por parte de Microsoft, de seguro, si estás leyendo esto, es que tengas entre tus favoritos algún juego de la empresa, o hayas quedado fascinado por despliegues técnicos y narrativos increíbles de la talla de Skyrim y Fallout, pero el sello también tuvo días mucho más oscuros que incluso la llevaron al borde de la bancarrota.
Antes de Skyrim, Bethesda desarrolló varios títulos deportivos como la saga Wayne Gretzky de hockey sobre hielo para MS-DOS y NES e incluso varios de Terminator que salieron bajo licencia. Sin embargo, el paso más grande de la empresa llegaría cuando decidieron embarcarse en la aventura de los RPGs, un territorio increíblemente de nicho en finales de los 80 y principios de los 90. Así debutaba, entonces, en el mercado The Elder Scrolls: Arena, que logró conquistar a un público bastante grande e hizo que los directivos de la desarrolladora se animaran a realizar The Elder Scrolls II: Daggerfall, que se convertiría en un éxito rotundo que daría paso a Morrowind, la tercera parte de la saga. A pesar del éxito que parecía imponer el nombre Elder Scrolls, hubieron dos títulos no tan auspiciosos que produjeron un gran daño económico en la empresa.
El éxito y los experimentos de Bethesda con The Elder Scrolls
Quizás los más viejunos o los más fanáticos recuerden a «An Elder Scrolls Legend: Battlespire» de 1997 y T»he Elder Scrolls Adventures – Redguard» de 1998, cuya idea inicial era crear una suerte de universo expandido de The Elder Scrolls, de hecho, en el manual de Battlespire, Christopher Weaver, cofundador de Bethesda, indicaba que el juego era «el comienzo de un género híbrido basado en lo que los jugadores querían».
¿Qué pasó con estos juegos? ¿Por qué no hay nuevas aventuras de estos spin offs? Quizás esta investigación sirva para responderte esas preguntas.
Una aventura llamada Battlespire
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The Elder Scrolls desde otra perspectiva: Redguard
«Yo me encargué de Redguard, un juego que amé, pero no fue bueno para la compañía. El período entre 1996 y 2000 fue muy duro, después Bethesda se hizo parte de Zenimax y eso nos devolvió a la vida».