Continuamos relatando la historia de Dark Souls en esta cuarta entrega.
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Vas a leer la cuarta entrega de la Historia de Dark Souls. ¿Es la primera vez que llegas a esta sección? ¿Te has perdido alguna de las tres anteriores? No pasa nada aquí mismo tienes enlazados los capítulos. El primer capítulo, el segundo también y por supuesto el tercero. Ahora sí, disfruta de la cuarta entrega.
Capítulo 4
La inundación de Nuevo Londo y la perdición de Izalith
Mucho tiempo después de lo sucedido en Oolacile, la Edad de Fuego de Gwyn volvió a verse de nuevo amenazada, pero esta vez el peligro provenía de la corrupta Nuevo Londo, donde los Cuatro Reyes deseaban expandir sus dominios para así poder robar más humanidades y saciar su hambre infinita, preparando a su ejército de Espectro Oscuros para una guerra contra la Luz.
Las noticias sobre aquello se esparcieron por Lordran, por ello una joven hechicera llamada Beatrice se encaminó para enfrentar a la misma oscuridad que había devorado el pueblo natal de sus antepasados, Oolacile. Aunque en ese momento era costumbre que todos los magos aprendiesen en la Gran Academia Mágica de Vinheim, Beatrice fue enseñada como se hacía antiguamente, directamente de su maestra, y a pesar de ser joven, era extremadamente poderosa y versada en el uso de la magia, por lo que no tuvo dificultad en derrotar a los Espectros Oscuros que osaban ponerse en su camino.
Tal era el poder de la joven bruja que fue la única humana que pudo caminar por el Abismo por sus propios medios sin ser consumida por la Oscuridad, por lo que pudo enfrentarse a los Cuatro Reyes, quienes ya estaban totalmente corrompidos, habiéndose transformado todos en un único y retorcido ser que solo buscaba saciarse de humanidades.
Beatrice luchó bien, pero no pudo escapar de su funesto final, pues Gwyn decidió no arriesgarse a que la Oscuridad del Abismo se esparciera por Lordran, así que mandó inundar la que en su día fue una ciudad símbolo de orgullo y prosperidad, Nuevo Londo. Tras eso envió a tres poderosos hechiceros para que sellaran la ciudad para siempre, evitando de este modo que el poder del Abismo pudiese escapar jamás y quedase oculto bajo el agua. No hubo tiempo para la evacuación, miles de vidas inocentes se perdieron, la vida de la Bruja Beatrice fue una de ellas.
Mientras aún no habían terminado de recuperarse de lo ocurrido en Nuevo Londo, algo empezó a ocurrir con los seres humanos afectados por la Señal Oscura. Cuantas más veces repetían el ciclo de vida-muerte, parecía que iban perdiendo algo de sí mismos cada vez, hasta que algunos llegaron a convertirse en seres sin conciencia únicamente en busca de humanidad, ellos eran los conocidos como Huecos, nombre que se les dio por el agujero que les aparecía en el pecho.
(Dos No-muertos totalmente Huecos)
Debido a los Huecos, muchos reinos tuvieron miedo de estos no-muertos, pues con el paso del tiempo, los Humanos habían olvidado que no es que estuvieran sufriendo una transformación consecuencia de una maldición, sino que al estar la Primera Llama cada vez más débil, estaban volviendo a ser lo que eran en un principio. Debido a este miedo empezaron a despreciar y discriminar a los portadores de la Señal Oscura, pero eran incapaces de matarlos, así que a algunos se les encarcelaba y torturaba sin cesar, mientras que a otros se les expulsaba de sus ciudades, dejando a miles de no-muertos vagando por el mundo. Pero todos ellos tenían algo en común, todos habían oído la leyenda del no-muerto elegido, y se encaminaron a Lordran, viendo en esa leyenda su única razón para vivir.
Con La Primera Llama cada vez más débil, Gwyn se encontraba perdido, así que acudió a su antigua aliada, La Bruja de Izalith, sabiendo que era una maestra en el uso de la magia de fuego, le pidió que usase sus conocimientos para reavivar la Primera Llama. Pero la Bruja tuvo otra idea, la cual no era avivar la debilitada llama, sino crear una dúplica, y creyéndose poseedora de un poder mayor lo intentó.
Este acto fue su perdición, pues no teniendo éxito en su intento, la explosión resultante destruyó toda Izalith creando el Fuego del Caos, una fuente de Vida corrupta. La ciudad pasó a conocerse como Izalith Perdida, y en el epicentro de la explosión quedó los restos de la Bruja de Izalith, ahora convertida en el Lecho del Caos, el cual distorsionaba a los humanos transformándolos en seres a los que se les llamó Demonios.
Las ciudades colindantes también se vieron afectadas por el experimento fallido, si bien los seres humanos no mutaron, Ciudad Infestada era un lugar de incubación de muchas enfermedades y parásitos, los cuales fueron afectados por las ondas del Caos transformando poco a poco a sus anfitriones en monstruosidades.
(Un ciudadano de Ciudad Infestada y uno de los Selladores de Nuevo Londo)
Viendo lo ocurrido en Ciudad Infestada, uno de los selladores de Nuevo Londo decidió abandonar su puesto para intentar salvar a los ciudadanos valiéndose de su conocimiento de la magia sanadora, pero fue asesinado sin haberlo conseguido.
Algunas de las hijas de la Bruja se encontraban cerca cuando ocurrió el desastre, aunque la peor parte calló sobre el hijo nonato de La Bruja de Izalith, que más tarde se le conocería como Descarga Incesante. Estando en el epicentro de la explosión el bebé se vio afectado por todo el Fuego del Caos, mezclándose esta corrupción con la lava condenándole a sufrir un dolor indescriptible constantemente desde su nacimiento. Sus hermanas no pudieron hacer otra cosa que crear un anillo que lo volvería prácticamente inmune a la lava, aliviándole el dolor, el cual le pusieron en su mano derecha.
(El Demonio Ciempiés y Descarga Incesante)
Pero las mutaciones causadas por el Fuego del Caos no cesaron y provocaron que el brazo se le desprendiera del cuerpo, cayendo y transformándose más adelante en un Demonio Ciempiés. Descarga Incesante se quedó custodiando el cuerpo de una de sus hermanas, la cual murió poco después de la explosión.
Quelaag y Quelaan vieron transformadas la parte inferior de sus cuerpos en demonios-araña. Quelaan sintió lastima por todos aquellos que estaban sufriendo por la culpa de su madre, por lo que empezó a investigar alguna manera de intentar curarlos.
Mientras tanto Quelana, la mayor de las Hijas del Caos, era la más poderosa de todas y logró escapar a tiempo de la explosión, pero se encontró vagando por el mundo avergonzada por no haber intentado ayudar a su madre y hermanas. En sus viajes llegó al Gran Pantano, y pronto encontró a un hombre que quiso ser su discípulo, Salaman, por lo que le enseñó los secretos de su magia de fuego.
Más tarde Salaman compartió sus enseñanzas con los habitantes de su ciudad, el Gran Pantano, ese fue el nacimiento de la Piromancia entre los humanos, por ello el Gran Pantano empezó a ser conocido como la cuna de la Piromancia y Quelana como la madre de esta arte. Después de eso el Gran Pantano pasó a ser famoso por sus pirománticos y algunos de ellos viajaron a Ciudad Infestada para intentar estar más cerca del lugar donde estaban las brujas de fuego más poderosas, pero la gran mayoría se vieron superados por las monstruosidades que allí se encontraban.
Uno de los que sobrevivieron a las dificultades de la corrupta ciudad fue Eingyi, un piromántico acusado de hereje por las piromancias que creó, las que convertían el sagrado fuego en unas nubes tóxicas. El joven piromántico acudió a la ciudad de las brujas en busca de consuelo, pero quedó infectado por los parásitos.
Mientras tanto, Quelaan había continuado con sus investigaciones sin conseguir ningún resultado, así que sintiéndose responsable de los actos de su madre, absorbió gran parte del pus que los parásitos estaban formando en los infectados, cayendo gravemente enferma, quedando ciega y sufriendo un dolor crónico atroz. Al ver tal acto, Eingyi juró estar al lado de su señora costase lo que costase, aunque ni siquiera hablaran el mismo idioma, decidió cuidar de ella hasta el fin de sus días.
Quelaag también decidió proteger a su hermana, así que se posicionó como guardiana de las puertas de la ciudad que más tarde sería conocida como Ciudad de los Demonios, asesinando a cualquiera que intentase cruzar, robándoles su humanidad para así entregársela a Quelaan pues estas parecían calmar su dolor. Por su lado, Grana, otra de las Hijas del Caos, decidió proteger a su madre, quedándose en los escombros de la ciudad dispuesta a matar a cualquiera que osase acercarse al Lecho del Caos.
Viendo como el experimento de la Bruja de Izalith había salido tan horriblemente mal, el Señor de la Luz Solar estaba cada vez más desesperado, pues no habiendo solucionado el problema, por culpa de la Bruja ahora había una legión de Demonios amenazando sus dominios, y con el alarmante y peligroso aumento de los no-muertos en Lordran, Gwyn debía hacer algo rápido.