Os dejamos con el tercer capítulo que recapitula la historia completa del universo Dark Souls. ¿Nos acompañas?
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Capítulo 3
La leyenda de Artorias y el nacimiento de la Nigromancia
En su preparación para la batalla, a Artorias le fue entregado el Colgante de Plata, un antiguo tesoro de Anor Londo que le ayudaría a defenderse de los maleficios que se pudiese encontrar allí. Una vez llegaron a Oolacile, Ciaran, Gough, Artorias y su lobo Sif avanzaron enfrentando la corrupción del lugar hasta que se vieron superados. Para continuar con el avance hacia su meta, Gough decidió quedarse atrás para así ganar tiempo. El gigante se vio superado, siendo encerrado en una prisión, donde sus captores vertieron cera hirviendo en sus ojos, dejándolo ciego.
(Gough, El Ojo de Halcón, preso)
Artorias y Ciaran, acompañados por el entonces pequeño lobo Sif, continuaron adentrándose en el pueblo hasta encontrarse ante el borde del Abismo, lugar donde los humanos no podían avanzar sin ser tragados por la Oscuridad, entonces apareció Kaathe, y le ofreció un pacto a Artorias, si aceptaba, la serpiente le entregaría un anillo con el que sería capaz de caminar por el Abismo, no se sabe que le pidió a cambio, pero si que el caballero aceptó, momento en que su espada quedó maldita, Artorias se adentró en el Abismo junto a su lobo Sif, dejando a Ciaran atrás. Allí se enfrentaron a infinidad de monstruosidades nacidas de la corrupción del Abismo, y en la zona más profunda del pueblo, encontraron a Manus.
Artorias y Sif se lanzaron al ataque contra la abominación, el caballero pudo esquivar y defenderse gracias a su experiencia y al Colgante de Plata, pero el pequeño lobo no podía seguir el ritmo de su adversario, por lo que en un ataque mortal dirigido a él, Artorias no tuvo otra alternativa que parar el golpe usando su escudo en su brazo más diestro, el izquierdo. El golpe fue tan potente que el brazo de Artorias se partió, quedando inutilizable. Viendo que la derrota era inminente, Artorias le dio su escudo a Sif junto con el Colgante de Plata, para que este huyera aprovechando el escaso tiempo que el caballero podría darle ahora que tenía un solo brazo.
Una vez el lobo huyó, Artorias no tardó en sucumbir, pero no ante la potencia de los ataques de Manus, sino ante el poder de la corrupción del Abismo, la cual hizo mella rápidamente en la conciencia y voluntad del caballero, que debido a que no contaba con el colgante que protegía su pura y justa alma, fue presa fácil de la Oscuridad.
(Artorias corrompido por el Abismo)
La armadura de Artorias quedó totalmente corroída por la corrupción, y su Gran Espadón ya maldito terminó su transformación en el Espadón del Abismo. Artorias quedó consumido, no quedando nada de él, tan solo una armadura vacía de pura Oscuridad, y quien había sido un poderoso y valeroso caballero que luchaba por la luz, se vio transformado en lo que más odiaba, un Espectro de la Oscuridad que custodiaba al Padre del Abismo.
Fue entonces cuando apareció un caballero anónimo, quien parecía venir de un futuro muy lejano. Este desconocido no-muerto pudo derrotar al gran caballero Artorias y a la infinidad de seres corruptos del Abismo, llegando ante el mismísimo Manus, derrotándolo y rescatando a la princesa de Oolacile, pero esto nunca se supo, ya que solo la Gata Alvina y la Diosa Seta Ellizabeth conocían la verdad, pero todos los logros conseguidos por el anónimo viajero fueron otorgados a Artorias para no alterar la historia con la llegada de un viajero del futuro, y así es como nació la leyenda de Artorias, el Caminante del Abismo.
Con la amenaza del Abismo en Oolacile controlada, Kaathe empezó a esparcir un rumor que más tarde se convertiría en leyenda o profecía según donde vivieses, el rumor anunciaba la llegada de un no-muerto elegido que pondría fin al reinado de los Dioses dando lugar a la Era de la Oscuridad, una era en el que sería el hombre quien reinaría sobre sí mismo.
Estos rumores causaron un miedo atroz en Gwyn, quién dio a todos los creyentes de la Blanca Via la misión de dar caza y matar a todos los no-muertos, pero a Lloyd, tío de Gwyn y líder de esta Iglesia se le ocurrió un plan mejor. Gracias a la capacidad de los no-muertos de acumular humanidades en su interior y aumentar el tamaño de su alma con el tiempo, Lloyd descubrió que haciendo arder los restos de los no-muertos podía convertirlos en pequeñas hogueras usando su humanidad y alma como combustible.
Aún así necesitaba poder enlazar esas pequeñas hogueras con la Primera Llama, por lo que creó una nueva orden dentro de la Iglesia, las Guardianas del Fuego, unas mujeres que se enlazarían cada una a una hoguera y a su vez a la Primera Llama, creando un puente con el que las llamas se comunicarían y mantendrían la Primera Llama encendida, además de poder ofrecer humanidades adicionales para avivar esas pequeñas hogueras.
Mientras tanto, debido a la llegada de la Señal Oscura, algunos humanos comenzaron a interesarse por la magia capaz de controlar la muerte, la Nigromancia, por lo que muchos de estos llamados Nigromantes se dirigieron a los dominios de Nito, el Rey del Cementerio, con la intención de robar su poder y usarlo para derrocar a los Dioses de Anor Londo. Liderándolos se encontraba Molinete, el más poderoso de los Nigromantes, quien quería el poder de Nito para resucitar a su esposa e hijo quienes murieron trágica y repentinamente.
Molinete fue el único en robar un poco del poder del Rey del Cementerio, con el que pudo descubrir el Rito del Avivado, un ritual que imitaba el empleado por los clérigos de la Iglesia de la Blanca Vía para avivar las hogueras, pero con una llama mucho mayor. Molinete encontró el método de emplear su poder para traer a su familia perdida de vuelta a la vida.
(Molinete tras los experimentos)
Pero no salió como él esperaba. Su esposa e hijo no aparecieron como humanos ante él, sino como seres que se unieron a su cuerpo, convirtiéndose los tres en uno solo. Molinete quedo profundamente consternado y dedicó el resto de su existencia a intentar enmendar su pecado, pidiendo perdón a su familia por la tortura eterna a la que los estaba obligando a vivir.
Aunque Lloyd había conseguido una solución temporal a la Primera Llama y a los no-muertos, surgió otro problema, algunos feligreses de la Iglesia de la Blanca Vía se vieron afectados por la Señal Oscura, por lo que acudieron temerosos pidiendo el perdón para evitar la muerte. Lloyd se encontraba en una encrucijada, pues si ordenaba matar sin más a sus creyentes, empezarían a tener dudas, así que pensó en otra cosa. A sus oídos había llegado los rumores de que en la Tumba de los Gigantes se hallaba un ritual profano con el que se podría avivar aún más las hogueras, así que decretó que todos aquellos miembros de la Blanca Vía que portasen la Señal Oscura debían dirigirse al territorio de Nito. Aquel que se hiciese con el Rito del Avivado vería perdonados todos sus pegados y se le purificaría eliminando la maldición de la Señal del No-Muerto.
Por otro lado, una niña nació en la ciudad de Anor Londo, pues Velka, la Diosa del Pecado, había tenido un bebe fruto de una infidelidad con Seath el Descamado. A la niña se le dio el nombre de Priscilla, y nació como hibrida de Deidad-Dragón, al poco de nacer demostró unos poderes espectaculares como la capacidad de volverse invisible y de robar la vida.
Velka temió por la vida de su hija si Gwyn se enteraba de lo ocurrido, por lo que pidió a Ariamis, un Dios con la capacidad de crear mundos dentro de sus cuadros, el crear un mundo donde poder esconderse con Priscilla. Así huyeron al Mundo Pintado de Ariamis, donde podrían vivir ocultas y en paz, protegidas por los Guardianes de la Pintura, quienes defenderían el cuadro por siempre.
Gracias a Lloyd, Gwyn ganó algo de tiempo mientras buscaba otra manera de mantener viva la Primera Llama, pero no tardarían en surgir nuevos problemas, pues la corrupción de Nuevo Londo cada vez era mayor, y amenazaba con esparcirse.
En anteriores capítulos
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