High On Life es un buen juego y muy divertido, pero tiene algunos momentos realmente únicos como este.
Más historias en la categoría Editorial
- Pese a las críticas, Xbox aún está cumpliendo el «caso por caso»
- La opinión del redactor: El GOTY debería estar claro y solo hay un candidato: Metaphor: ReFantazio
- Microsoft ha abandonado completamente Europa, y esto es un desastre
No te pierdas nada y ¡Síguenos en Google News! |
No pude analizar High On Life, y quizá es una de las decisiones más acertadas que tomé el año pasado, pues quería disfrutarlo tranquilamente, explorarlo sin enfrentarme a esa presión de tiempo que normalmente tenemos que soportar con las reviews. Normalmente, cualquier desvío, misión secundaria o farmeo para subir de nivel en otro juego es válido para esta tarea, pero High On Life contiene algunos momentos, realmente «absurdos», que te mantienen pegado a la pantalla…más de la cuenta.
Probablemente, debería de dar aviso de spoilers, porque el momento que os voy a contar es opcional, pero a mi juicio, creo que merece la pena desvelar este secreto para que todo el mundo lo conozca y si puede ser posible, lo disfrute como yo.
High On Life es mucho más «cinemático» de lo que creías
Con poco que lo hayáis jugado, habéis comprobado que en la misma casa de nuestro protagonista y ya en presencia de Gene, nuestro retirado cazarecompensas, mientras está tirado en el sofá, se dedica a ver películas humanas, pero estas son más bien de «serie B» y que se mueven en ese género de terror-gore casi humorístico. En concreto, «Tammy and the T-Rex», protagonizada por el conocido Paul Walker y Denise Richards (que fue chica Bond en «El Mundo Nunca Muere»), es la primera que podemos ver. Eso sí, doy fe de que no sé si está entera, pues me puse a verla y se corta a los 20 minutos.
Pero más adelante, casi en las últimas misiones del juego, pude abrir uno de esos secretos: Una puerta dimensional que a través de un disco que te vende el cocinero de la ciudad principal, te ofrece acceso a varias curiosidades, pues teletransporta zonas enteras, como una mini-ciudad, un parque de Skate o un auténtico cine completo. Y en ese cine, podremos entrar para ver una película, como debe de ser. Lo absurdo es que la podremos ver completa. Sí, de principio a fin, hasta con los créditos al final. Pero eso no es todo.
Hasta ahí, ya resulta sorprendente que en un videojuego cuelen una película completa de imagen real, pues ¿quién va a pensar que un jugador se va a parar ahí a verla entera? Y es que Demon Wind -así se llama la película-, es de serie B, una película malísima que nadie querría ponerse a ver… excepto si es con amigos y te lo tomas todo a risa. Y precisamente esa es la clave, pues el cine está completamente vacío, salvo por tres colegas alienígenas que están en primera fila, despellejando la película durante toda la duración de la misma.
Sé que muchos de nuestros lectores no son muy amigos del inglés, pero es necesario tener un mínimo de fluidez para disfrutarlo. Porque la película no viene subtitulada, pero el diálogo de estos tres colegas si, y de hecho, sus comentarios predominan sobre el audio del cine.
Lo siguiente es una sucesión de comentarios ingeniosos, graciosos, ocurrentes, que van comentando la absurda película, que ayuda a disfrutarla de una manera única. Os juro que no solo la vi entera, también me reí a carcajadas muchas veces. Fuera del humor de Justin Roiland, que puede gustar más o menos, viví una situación típica de estar con amigos, abrir unas cervezas, unas pizzas y reírnos de los absurdos momentos de una película de miedo.
También es cierto que la película es tan mala que ya sola da bastante risa, pero estos comentarios la puntilla necesaria para hacerla una experiencia única. No son pocos los que claman que High On Life es gracioso o un buen juego, lo cual es discutible, pero lo que no se puede negar, es que es una irreverente irrupción de humor en el segmento de títulos de media tabla, que lo hace más visible que el resto. Lo mejor de todo es descubrir que los videojuegos, tengan más o menos bugs, tienen aún capacidad de sorprendernos sin tener que pertenecer a ninguna «gran IP».