Analizamos Grow Up, secuela directa de Grow Home y el último trabajo del estudio de Ubisoft encargado de dar vida a juegos como The Division.
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Tras convertirse en uno de los indies revelación del pasado año y una grata sorpresa para Ubisoft, Grow Home estrena una secuela que apunta mucho más alto que su antecesora. Grow Up continúa las aventuras del entrañable robot BUD, un droide botánico cuya principal función es analizar y hacer crecer la flora de los planetas en los que es enviado.
En la primera entrega su misión fue oxigenar su planeta natal para hacerlo habitable. Con su característico y desenfadado humor con guiños a grandes clásicos de la ciencia ficción como Alien (no en vano, M.O.M, nuestra nave nodriza hace referencia directa a la inteligencia artificial de la Nostromo llamada MU-TH-UR), Grow Up construye su sencilla historia alrededor de una colisión, la pérdida de las piezas de la nave y su posterior recolección por nuestro inesperado héroe BUD. He ahí nuestra nueva misión y principal campaña del juego: recuperar las piezas, salvar a M.O.M y salir de allí, pero no sin antes explorar un colorido y rico planeta que haría sonrojar a la mayoría de algoritmos de cierto mastodonte con pies de barro estrenado recientemente.
Grow Up continúa lo empezado en la primera entrega mejorándolo y ampliándolo. Los usuarios de Xbox One que no hayan jugado a Grow Home no deben preocuparse por nada, pues se pueden disfrutar completamente por separado, siendo innecesario conocer las anteriores aventuras de BUD para poder divertirse en esta nueva experiencia. No es la primera vez que destaco como un atributo favorable en un juego que éste funcione tanto para adultos como para niños, ese arte maestro que tan bien domina Pixar. Este es el caso de Grow Up, un juego para todos los públicos que se ganará el corazón de grandes y pequeños. Si tienes hijos que estén empezando con los mandos, no lo dudes ni un solo segundo, pues está destinado a convertirse en un clásico inolvidable de su infancia. Y los mayores quedaréis sorprendidos de lo adictivo que puede llegar a ser controlar a este pequeño gran robot que tan bien te escala una inconmensurable montaña como te planta un peligroso cactus que lanza espinas. ¡Empezamos!
Apartado técnico
Grow Up continúa con la estética que hizo famosa a su antecesor para llevar un paso más allá su propio concepto de mundo abierto. Con escenarios poligonales y texturas de colores planos, Grow Up construye su propio planeta sobre una gran variedad paisajística que va de desiertos a grandes cascadas de agua flotando en la atmósfera del planeta. Y es que la gravedad de este planeta actúa de forma peculiar sobre los cuerpos sólidos, permitiendo que ciertos islotes o grandes rocas floten a diversos niveles otorgándole al juego una verticalidad de lo más interesante y muchísimo más explotada que en su antecesor.
La extensión del mismo no es excesivamente grande, pero sus diferentes montañas y depresiones geográficas ofrecen un alto rango de exploración para adquirir los diversos ítems y desafíos que propone el juego. Además, si lo comparamos con el primer juego es un gran salto cuantitativo, ya que allí solo disponíamos de una pequeña isla en medio del mar y no todo un planeta a nuestra disposición. Uno de los mayores gozos visuales del juego es ir escalando por las diversas raíces principales hasta sobrepasar la atmósfera y ver el planeta casi desde un punto de vista espacial como si de repente estuviéramos en Mario Galaxy.
A nivel de diseño, cabe destacar la variedad de fauna y flora que convive en el entorno, dotándolo de una vida propia y haciéndonos sentir que este ecosistema, efectivamente, está muy vivo. El personaje principal, BUD, empieza con el traje que le hizo famoso en el primer juego, pero como novedad se incluye la posibilidad de cambiar este skin no solo por una función estética, si no también de jugabilidad, como explicaremos más adelante. En general podríamos decir que el juego posee un gran continuismo a nivel estético, pero se entrevé una mayor ambición en la escala del mapeado. Es de alabar que un juego que empezó siendo el personal experimento de algunos de los miembros de Ubisoft Reflections (creadores de The Division) haya acabado con secuela debido a su inesperado éxito. Esperemos que Ubisoft se calme con Grow… y no le dé el tratamiento que suele tener para el resto de sus franquicias, a quienes no duda en sacar hasta el último jugo de las entrañas del código. Algo que se le puede achacar al mismo Grow Up, que mantiene muchas de las mecánicas y simplemente expande el mapeado, sintiendo que lo que empezó como una propuesta de riesgo ha acabado convirtiéndose en otro producto clónico de la compañía.
Jugabilidad
Como en el primer Grow… controlar a BUD al principio puede ser un pequeño dolor de cabeza y de manos. Escurridizo como él solo, es muy fácil perder el control del robotito y hacer que caiga irremediablemente por una pendiente para estrellarse contra el suelo mientras escalamos. El sistema continúa siendo el mismo, en sus manos tiene una especie de imanes que le permiten escalar por cualquier superficie. Cada brazo es un gatillo, derecho e izquierdo, y deberemos alternarlos para ir avanzando. En esta segunda entrega se ha facilitado al jugador una serie de mejoras que harán que no perdamos la cabeza en exceso. Un Jet-Pack que nos evitará alguna que otra caída tonta, un útil paracaídas para los grandes saltos y también un Ala Delta para planear y cubrir grandes distancias si se salta desde un punto lo suficientemente alto. Y es que el objetivo sigue siendo trepar lo más alto posible, esta vez no por una sola raíz, si no por varías, para recuperar las ansiadas piezas de nuestra destrozada nave. Para ello deberemos ayudarnos de la flora del planeta con champiñones saltarines, improvisados trampolines o rugosas raíces que nos harán crecer más y más alto (sí, un chiste un poco fácil).
Más allá de esta campaña principal, el juego es un típico sandbox en el que encontrar ítems y completar desafíos. Estos ítems son de tres tipos: Cristales, que potenciarán nuestra energía; Habilidades, que serán los ya citados paracaídas o Ala Delta, entre otros; y las propias piezas de la nave. En cuanto a los desafios nos los proporcionará nuestro incansable compañero de viaje, un satélite propulsado con energía solar que nos irá retando a completar ciertas rutas en una determinada cantidad de tiempo para conseguir desbloquear los diferentes trajes de BUD. Estos trajes incorporan mejoras jugables, además de estéticas, que nos permitirán atraer a la fauna del planeta o volar mucho más rápido. Un claro aliciente para desmarcarse de la misión principal y explorar a fondo el planeta diseñado para la ocasión.
Tendremos una altura marcada en nuestro menú que nos indica cuánto nos falta «crecer» para llegar a la Luna, donde está estrellada nuestra nave. Esto se conseguirá a través de las raíces espaciales, unas plantes que, cuando consigues conectar su tallos con unas piedras de energía, crecerá más y más hacia el espacio, permitiéndote escalarla y alcanzar estos islotes flotantes de los que anteriormente hablábamos. Una vez hayamos desbloqueado el Ala Delta, será muy fácil desde estos puntos elevados llegar hasta casi cualquier zona del mapa.
Duración
Recuperar las piezas de la nave no debería llevar más de tres o cuatro horas de juego, pero si lo que quieres es hacerte con todos los logros y completar todo lo que el juego propone, quizá debas añadirle unas cuantas más. Eso sí, una vez has desbloqueado las diferentes habilidades del juego es mucho más rápido y llegar de un punto a otro no supone ningún reto. Además, hay unos routers desperdigados por el mapa que, además de guardar partida, nos permitirán hacer viajes automáticos por todo el planeta acortando aún más las distancias. Sin duda, no lo compres si esperas un juego de larga duración. Pero si lo comparamos con el primer Grow Home, la duración se ha alargado considerablemente.
Conclusiones
Grow Up crece en ambición pero le falta ese factor refrescante que caracterizó a su primera entrega. Aún así, continúa siendo un juego tremendamente simpático que nos hará pasar un buen rato con su sobrado encanto y ahora ampliados paisajes. Como hemos dicho en la introducción, es vital señalar el gran atractivo que puede tener para el público más infantil, y es que Grow Up excede la media de calidad de la mayor parte de títulos dedicados a esta franja de edad.
Además, se han aumentado las posibilidades de nuestro pequeño colega BUD, como poder plantar semillas de las plantas que analicemos o planear sobre la superficie del globo. Grow Up aprueba pero no deslumbra.
Pros | Contras |
* Todo un mundo por explorar. | * Poco riesgo. |
*Sigue derrochando simpatía. | * Puede acusar de repetitivo. |
*Nuevas habilidades |
*Gracias a Ubisoft por habernos proporcionado el material para la review.