Después de resurgir de sus cenizas con fuerzas renovadas, Final Fantasy XIV alcanza nuevas cotas de maestría con una nueva expansión y con su llegada a Xbox.
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Hay videojuegos que trascienden al propio entretenimiento para convertirse en parte de nuestro legado cultural, y luego está la licencia de Square Enix y la leyenda que -a día de hoy- sigue escribiendo. Desde el debut del primer Final Fantasy allá por la década de los 80, la leyenda de los cristales ha sentado cátedra en el juego online, se ha establecido como uno de los referentes de los universos persistentes y muy pronto saltará a la consola de Microsoft, Xbox Series X|S, dejando muy claro que su conquista no tiene techo.
Sin embargo, tras más de una década de batallas y aventuras épicas en el mundo de Hydaelyn, demuestran que no estamos ante un producto de una moda o un éxito fruto de la casualidad, sino del talento de una compañía en la que el entretenimiento, la capacidad de superarse y una proximidad con su comunidad de jugadores que han mantenido hasta la actualidad. ¿Como se consigue mantener el estatus de leyenda durante tanto tiempo?
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Una fantasía final masiva y online
Hay que ser muy atrevido, audaz, osado e intrépido para romper moldes. Si bien, la creatividad requiere de valentía y la oportunidad de poder innovar en nuestra forma de trabajo. Solo entonces generamos cambios motivados para favorecer el progreso. Por eso debió satisfacer a la gente de Square Enix Business Division 5 el ser lo suficientemente osados para venir directos a los jugadores y preguntar si querían ser resucitados cual Ave Fénix. Porque eso es lo que ocurrió con Final Fantasy XIV: A Realm Reborn y que posteriores expansiones se han encargado de reivindicar por todo lo alto.
Los MMORPG han sido durante mucho tiempo una fuente de entretenimiento y camaradería para jugadores de todo el mundo. Con una gran variedad de títulos y géneros, la experiencia de juego en línea se ha convertido en algo único y emocionante. Sin embargo, una de las principales preocupaciones en el desarrollo de estos juegos es el tipo de progresión que emplean. La progresión vertical y horizontal son dos enfoques distintos que afectan directamente cómo los jugadores experimentan y disfrutan de estos mundos virtuales.
En la mayoría de los MMORPG, la progresión vertical es la norma. Los jugadores suben de nivel, adquieren nuevas habilidades y mejoran sus estadísticas para enfrentarse a desafíos cada vez más difíciles. Si bien este enfoque puede ser gratificante al principio, a menudo lleva a una sensación de vacío y monotonía una vez que se alcanza el nivel máximo. En cambio, la progresión horizontal se centra en la personalización y la elección del jugador en lugar del aumento de poder. Los jugadores pueden elegir cómo desarrollar sus personajes y cómo enfrentarse a los desafíos del juego, lo que resulta en una experiencia más rica y variada. La progresión horizontal permite a los jugadores disfrutar del proceso en sí y no solo de las recompensas que obtienen al alcanzar ciertos hitos.
Afortunadamente, Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, aborda la progresión de una manera acertada al combinar tanto la progresión vertical como la horizontal. Tanto es así que los jugadores tienen la oportunidad de subir de nivel y adquirir nuevas habilidades, pero también tienen la opción de profundar en las múltiples opciones de progresión horizontal que el juego de marras ofrece. A este respecto, apostando por una historia y narrativa envolvente, un mundo abierto y dinámico, una progresión significativa, una gran variedad de clases y razas, un sistema de combate fluido e interesante, una comunidad inclusiva y activa, y soporte y actualizaciones constantes.
El ave Fénix de los MMORPG
¿Es entonces la mejor incursión en esto de los MMORPG? No necesariamente. Quizás porque ofrece todo aquello que ya han hecho pasadas propuestas; perdiendo por ende el factor sorpresa; pero a cambio lo hace un poco mejor. Esto es apostando por unos buenos diálogos, una historia intrincada, y unas misiones que, aunque en algunos casos sufren el mal endémico de los recaderos, un problema inherente para con el género que nos ocupa, están muy bien hilvanadas. Y por qué no. La oportunidad que brinda a toda clase de jugadores de comenzar una aventura gracias a una clase de maestra de cómo hacer una obra con una buena progresión.
Una aventura en la que el equipo de desarrollo lo ha dado absolutamente todo con tal de ofrecernos una experiencia a la altura de lo que han estado construyendo durante esta última década, una suerte de línea maestra, dando respuestas a la mayoría de incógnitas y elevando la escala del conflicto hasta límites insospechados, por no hablar de algunos momentos que no decepcionan en lo más mínimo.
Una fantasía compartida
En resumidas cuentas, desde su renovación, Final Fantasy XIV ha ocupado un lugar especial para millones de personas. No solo como juego, sino como viaje, como historia en la que embarcarse durante meses y años. En la que pelear, montar en chocobos o entablar nuevas amistades con personas de todo el mundo. También por su vocación a la hora de contar historias y presentar personajes que permitan al jugador establecer una conexión emocional con todo lo que sucede en pantalla. Mucho, por no decir todo, de lo que hace el juego de marras se había hecho antes, de un modo u otro.
Sin embargo, este A Realm Reborn llegó a mucha gente, mostrando mayores pretensiones narrativas y sorprendiendo con una puesta en escena que hacía valer pagar cada mes para jugar como ninguna de las otras. Y todo eso por medio de un despliegue al servicio de sus personajes y sus temas, no a la inversa. Un despliegue que estará disponible en Xbox Series X|S en primavera de 2024.