Este fin de semana hemos variado un poco la sección "La opinión del redactor" para darle un poco de humor al mundo del Gears Of War. ¡Que no quede una mandíbula sin batir!
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El otro día estaba comiendo unos riquísimos nachos con queso y guacamole, regados con una Coronita a la que metí una rodaja de limón por la boca del botellín con la misma gracia con la que Geralt de Rivia se ha calzado a toda la Logia de las Hechiceras. No sé si fueron los influjos del alcohol exacerbados por el calor, el exagerado escote de una de las comensales o la visión durante toda la comida de Mordor, es decir, de la línea del culo que generosamente uno de mis amigos me mostró cuando se fue a sentar y sus pobres pantalones sucumbieron al esfuerzo, pero empecé a notar que mi cerebro se ponía en marcha pero con el embrague echado, “mierda, aquí viene algo malo” pensé para mi.
Intenté evitarlo pero no fue posible, encadené torpemente unos pensamientos que me llevaron a una extraña cuestión: ¿Qué comería un gear tras un durísimo día de trabajo matando locust? Lo peor de aquello es que no estaba solo comiendo aquel manjar, y me abstraje valiéndome verga la conversación de mi alrededor.
Todo eso me hizo darme cuenta de que jamás había visto a un soldado de la CGO comiendo, ni siquiera en una secuencia CGI. Lo más cerca que hemos estado de presenciar algo parecido fue cuando al principio del Gears Of War 3 vimos a Dom disfrazado de granjero cultivando unos sospechosos nabos.
Pero no sé, tras horas de correr con una armadura más pesada que ellos mismos, tener una musculatura equivalente a cinco redactores de SXO antes de ir al baño y no parar de hacer sentadillas entre los cambios de cobertura, ¿no les entra hambre? Yo sinceramente creo que sí, a juzgar por los comentarios que sueltan a veces, como el difunto Dominic Santiago en el primer Gears Of War, cuando exclamó ¡comida caliente! Tras detonar el resonador.
Imaginé que si fuera invierno, un buen cocido podría ser un perfecto reconstituyente o incluso un par de huevos con patatas fritas acompañados de baçon, salchichas, chorizo, butifarra, chistorra y/o panceta. Si fuera verano una ensalada de pasta con legumbres y carne podría aportarles la cantidad de energía necesaria para salir a reventar locust.
Sin embargo esa respuesta no satisfizo mis ganas de perder el tiempo con imbecilidades, puesto que cuando regresé a la realidad tras recorrer mis pensamientos, los invitados todavía seguían en casa. Miré en la mesa pero ya no quedaban nachos, ni queso, ni guacamole ni tamales ni nada, y me vino a la mente otra cuestión que mágicamente tenía que ver con lo anterior. ¿Qué comería un gear si fuera mexicano? Rápidamente descarté los tamales y los nachos porque yo me había comido unos cuantos y de lo que tenía ganas no era de ir a matar locust.
Pensé que un buen pozole serviría para aportar la fuerza suficiente a un gear exhausto si fuera invierno. Considero a esta súper sopa la hermana mexicana del cocido, incluso hermana mayor si se me permite el atrevimiento. ¿Y en verano? Un buen picadillo, unas flautas o unos tacos bien rellenos y siempre con mucho guacamole -elaborado con lima, ojo, nunca limón- sería más que de sobra.
Antes de volver a la realidad me convencí de que si seguían en casa los invitados me preguntaría que comería un gear si fuera venezolano, pero cuando abrí los ojos por suerte se habían ido teniendo la deferencia de no despedirse, algo que yo agradecí enormemente. Ya no me hacía falta pensar en qué comería un gear si fuera venezolano aunque tampoco me hacía falta porque ya lo sabía de antemano, pabellón y arepas reina pepiada. ¿O no chamos?