Analizamos el último Juego con Gold, un JRPG noruego que nos hará recordar que, en este género, tiempos pasados siempre fueron mejores.
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En otras ocasiones he podido hablar del efecto balsámico que tiene la nostalgia en muchos jugadores. No solo una de las series del verano ha sido un homenaje a los 80, si no que nos encontramos rodeados de juegos que apelan al pasado para hacer mejor al presente. Por lo general, estos homenajes se sitúan en la época de los 8 bits, donde los indies han encontrado una auténtica mina de oro, pero en otros casos, como Earthlock: Festival of Magic, apela a la edad de oro de los JRPG, aquella conformada en la quinta generación de consolas, la de los 64 bits, que nos dio grandes clásicos de nuestro imaginario como los mejores Final Fantasy (del VI al IX respectivamente), Vagrant Story o la saga Suikoden. Tras esta generación, el JRPG jamás ha vuelto a su esplendor de antaño. Aunque mucho se ha intentado, entre el declive de la industria japonesa en pos de la occidental y las mecánicas caducadas del género para el jugador contemporáneo, es muy posible que jamás volvamos a disfrutar de juegos de tal factura en nuestros tiempos.
A pesar de ello, aún hay enamorados que no se rinden en su futil tarea de revivir el género tal y como era en aquellos días, menos Action y más JRPG puro, para ofrecernos videojuegos tan cargados de amor y cariño como Earthlock, la última adición a los Juegos con Gold. Un revival pequeño con una historia grande que nos demuestra que no serán los japoneses los encargados de volver a iluminar el pasado, pues no parecen querer intentarlo, si no un intrépido grupo de desarrolladores noruegos que muy posiblemente crecieron mamando de estos clásicos anteriormente citados. El resultado es un juego solvente muy consciente de sus limitaciones que, sin llegar a la grandeza, es más que posible que nos haga pasar un buen rato y recordarnos qué era aquello de las batallas por turnos. Larga vida al JRPG clásico.
Apartado técnico
Earthlock: Festival of Magic es un título modesto procedente de un estudio independiente y se apoya en unos gráficos con una estética de dibujos animados para construir su colorido mundo. El diseño de los personajes parte de la misma solvencia y en muchos casos se muestra realmente inventivo a la par que simpático. Estamos ante un juego pensado para agradar a todos los públicos, por lo que la estética de fábula está muy presente y latente, tanto en los protagonistas como los enemigos y monstruos a los que nos enfrentaremos. Tenemos al clásico héroe, en este caso un chatarrero que intenta hacerse su hueco en el mundo, la chicha guerrera, altiva al principio, amiga al final; y un pequeño cerdito dispuesto a demostrar que la altura es algo que se lleva en el interior. Estos entre muchos otros.
Los escenarios, aunque variados, presentan una amplitud que muchas veces juega en su contra, pues hace que parezcan vacíos. La cámara fija, como en los viejos tiempos, nos permite ver solo lo que el diseñador quiere, por lo que habría sido relativamente sencillo hacerlos más vivos. El único momento donde podemos girarla es en los combates o en el mapa del mundo, que como los antiguos JRPG, nos ofrece una versión ligeramente ampliada de nuestro personaje para recorrer las distancias entre un punto u otro.
La música es posiblemente uno de los puntos más flojos del juego y dónde menos han sabido recuperar la nostalgia de grandes compositores como Nobue Uematsu o Yasunori Mitsuda. No es que las melodías estén mal del todo, aunque tampoco son memorables, pero se echa de menos una mejor mesura del tempo. La fanfare de Final Fantasy cuando ganas una batalla es uno de los sellos indiscutibles del juego, y es toda una motivación escucharla. Pues bien, en Earthlock las canciones da la sensación que van sin ton ni son y no tienen ningún tipo de sentido de la entrada ni del climax.
Jugabilidad
Si comparamos la jugabilidad de Earthlock con algún Final Fantasy, podríamos decir que al que más se acerca es a la décima entrega de la saga, pues ambos comparten el mismo sistema de batalla por turnos. No hay tiempo para elegir las acciones y a la derecha podremos ver cuándo es el turno de nuestros personajes y de los enemigos, por lo que tendremos que calibrar muy bien qué acción queremos hacer para poder ganar la batalla. Como muchos JRPG, subir de nivel y ganar experiencia es fundamental para avanzar por el mundo, así como desarrollar a nuestro personaje dependiendo de cuál queremos que sea su especialidad. En este caso nos encontramos con una especie de tablero de cartas llamados Talentos. Cada vez que subamos de nivel, desbloquearemos un talento, donde podremos alojar diferentes cartas que nos iremos encontrado a lo largo del juego. Estas cartas potencian valores como la fuerza, la defensa, la agilidad o la magia. Además, hay talentos especiales que conseguiremos a medida que avancemos, ya sea de jefes finales o construyéndolos, que nos permitirá beneficiarnos de otros parámetros así como activar habilidades. Una de las cosas curiosas es que los talentos normales siempre pueden cambiarse, por lo que si queremos que nuestro personaje gane más en defensa y caiga en ataque, podemos modificar las cartas para ello, lo que le otorga cierto dinamismo.
El juego está pensado para que agrupemos a nuestros personajes y estos creen vínculos entre sí. Este tipo de vínculos están cuantificados por niveles, por lo que cuanto más tengamos a dos personajes juntos, más fuerte será el vínculo. Además, el vínculo permite cargar ataques especiales, una especie de turbos a los Final Fantasy VII que serán muy útiles para combatir jefes. Además, también sirven para desbloquear habilidades especiales o hacer que dos personajes se beneficien de la magia de Cura (Regen, en este caso).
Nuestros personajes gozan de dos tipos de clases de combate mientras luchan. Por ejemplo, el personaje principal puede armarse con un arma o con una pequeña daga (en un perfil más de pícaro), lo que desbloquea distintas habilidades que no tendría en la otra clase. Este cambio puede hacerse en batalla al coste de perder un turno, y es realmente útil porque la munición de las balas no es ilimitada (aunque puedan construirse) y deberemos medir bien cuánto queremos gastar y si no preferimos hacer ataques meelé.
Otro de los aciertos del juego es no reclinar todo el peso de la jugabilidad en los combates, algo que lo haría aburrido. Y es que también incluye puzzles en algunas mazmorras que deberemos resolver para desbloquear cofres y acceder a los siguientes niveles. Volviendo al combate, uno de los alicientes es que cuantos más enemigos reúnes (aparecen en pantalla) más experiencia conseguirás, por lo que es fundamental agrupar a cuantos más enemigos mejor (he contado que se puede hasta ocho) para hacerse con el máximo de experiencia en un corto período de tiempo. La dificultad está bien ajustada, y no podrás liquidar a los jefes solo matando a los monstruos del camino, si no que tendrás que farmear experiencia para ir subiendo de nivel.
Duración
Para ser un JRPG, su duración es corta y no debería pasar de las 25 horas de juego. Por los logros podemos descubrir que los niveles solo llegan al 20, y realmente el tablero de habilidades es lo suficientemente pequeño como para que no podamos avanzar más de allí. Si bien es cierto que pueden construirse objetos, se echa de menos no contar con un equipo que poder personalizar y mejorar. Y es que una de las cosas que más he echado de menos es que no exista la posibilidad de añadir equipo como armaduras, armas, colgantes y otros items indispensables en cualquier JRPG para ir avanzando y mejorando, y sobretodo, para alargar la vida del juego intentando conseguir las mejores.
Conclusión
Earhtlock: Festival of Magic, como ya hemos dicho, es uno de los juegos de septiembre con Gold, así que cuesta mucho encontrar motivos para que no lo descarguéis y al menos le echéis un vistazo. Si no sois fans del género, es posible que os cueste un poco entrar, pero por su sencillez, no es un mal juego iniciático. No está a la altura de los grandes, y sobrevuela el campo de lo correcto, pero no es para nada un mal juego. Eso sí, tenemos unas cuantas advertencias.
El juego está por completo en inglés, y si bien no debería ofrecer una dificultad elevada porque los diálogos pueden leerse con calma, es muy posible que tire para atrás a más de uno a la hora de jugarlo. En el juego tampoco existen voces, así que el tema del doblaje, en esta ocasión, escapa de la polémica (ah, que época aquella de los personajes mudos).
En definitiva, un juego cargado de amor y nostalgia que nos hará echar una lagrimita al recordar que los antiguos JRPG siempre fueron mejores. Me echo a temblar cuando imagino Final Fantasy XV, aunque prometa ser un portento gráfico y un delirio jugable, pues qué agradable es poder jugar a un juego por turnos sin prisas, a un ritmo tranquilo y meditando bien cada paso que das. Una fórmula que si bien podría pensarse caduca, da excelentes resultados en Earthlock: Festival of Magic. No lo duden amigos, denle al botón de descarga.
Pros | Contras |
* Amor por el género. | * Algunos escenarios. |
* Buen diseño. | * Música a destiempos. |
* No es excesivamente largo. | * Completamente en inglés. |