Yakuza 0 asalta Xbox One con un viaje a los orígenes que ayuda a construir la identidad de Kiryu y Majima gracias a una trama madura y consistente.
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La década de los noventa trajo consigo una de las mayores crisis de la historia japonesa. En los años ochenta experimentó una enorme burbuja especulativa, algo equiparable a la burbuja inmobiliaria de 2008 que se extendió por todos los rincones del mundo. Tanto es así que cuando estalló dicha burbuja, los japoneses que hasta ese momento consideraban que vivían en una economía milagrosa, el milagro económico japonés, después experimentaron una década de recesión: la década perdida
Considerado como el sucesor espiritual de la obra de Yu Suzuki, Shenmue, la saga Yakuza puso a prueba su valía hace más de 10 años con el lanzamiento del primer juego durante los compases finales de la segunda consola de sobremesa de Sony. De forma desapercibida, la serie de Ryu Ga Gotoku Studio hizo sus pinitos en el país del sol naciente gracias a la salida de nuevas e interesantes entregas que enriquecieron el universo de la misma. Por desgracia, Europa no corrió la misma suerte por culpa de una serie de factores. Aquella que salta a primera vista fue, probablemente, la pobre recepción de las susodichas, un hecho especialmente agravante si tenemos en cuenta que la primera entrega sí llegó traducida a nuestro idioma.
Yakuza 0 y la conquista de Occidente
Sea como fuere, la propia SEGA tampoco invirtió demasiados recursos a posteriori para que la franquicia fuera ganando fuerza hacia la orilla occidental, provocando que muchas de las entregas llegaran a destiempo (algunas ni siquiera traspasaron las fronteras), pero algo cambió con la llegada de la presente generación. Una generación que ha propiciado la reunión de toda la rama principal en un solo ecosistema y que ha vuelto con energías renovadas con el desarrollo de varios remakes para con los episodios más veteranos. El público occidental hizo posible lo que parecía imposible: la conquista de Yakuza en Occidente.
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Porque la saga desarrollada por la gente de Ryu Ga Gotoku Studio es algo más que peleas callejeras con varios estilos de lucha. Apostar por Yakuza significa embarcarse en una historia a largo plazo que derrocha madurez y adultez por los cuatro costados. Yakuza es una representación muy fiel de la sociedad japonesa. Una sociedad amparada en el contrabando, lavado de dinero, la especulación de bienes inmobiliarios, la extorsión y el tráfico de drogas como forma de vida. Una vorágine de crecimiento económico que se hace especialmente notoria con esta suerte de precuela.
Empero, también tenemos un viaje hacia los orígenes para con dos personajes principales que nos han acompañado durante tantas entregas y que aquí tienen que comenzar desde cero. Unos orígenes ambientados en la llamada década perdida.
Apartado técnico
Ahora no tanto, pero la saga Yakuza siempre ha sido objeto de menosprecio desde su primera entrega en PlayStation 2. Menosprecio a la hora de poner a nuestra disposición un apartado gráfico que a pesar de no codearse entre las vacas sagradas, sí que ha sabido sacar partido a su hardware. Si bien, con el lanzamiento de Yakuza 6: The Song of Life y Judgment, así como la evolución de su motor gráfico, Dragon Engine, las cosas parecen haber cambiado para bien. Y más que lo van a hacer con el lanzamiento venidero de Yakuza: Like a Dragon en Occidente.
Yakuza 0 representa la calma que precede a la tempestad. Una previa a la evolución que nos ocupa, fruto de la naturaleza originaria de de este juego y su primera aparición en PlayStation 3. Cierto, en su momento, el juego de Ryu ga Gotoku Studio fue el que mejor se veía hasta la fecha, pero las entregas que le siguieron no tardaron en dejarlo atrás por culpa del cambio de motor gráfico. Con su lanzamiento en PlayStation 4, PC y ahora Xbox One, sigue sin esconder su verdadera su verdadera naturaleza. Es una remasterización con una subida de resolución y unas 60 imágenes por segundo, pero este se las ingenia para seguir manteniendo el tipo, sobre todo cuando ponemos atención al diseño de los personajes principales y la enfermiza atención por el detalle en los poros de la piel.
Ciudades vivientes
No obstante, los distritos de Sotenbori y Kamurocho son los principales protagonistas de este Yakuza 0. Desde la pasada generación de consolas, un puñado de desarrolladoras han dedicado muchos esfuerzos en la evolución de los mundos abiertos y la promesa de visitar todo tipo de localizaciones donde sentirnos inmersos. No tengo dudas de que muchos títulos triple A han buscado la libertad absoluta y una experiencia orgánica, pero sí tengo pruebas de que ninguno ofrece la misma densidad que la saga de la yakuza.
Es un hecho de que hay muchos mundos abiertos que superan, y con creces, la extensión de los distritos nombrados más arriba. Estos pueden ser recorridos en pocos minutos y abogan más por la presencia de zonas estrechas que abiertas. Sin embargo, también es justo reconocer que su densidad y la vida que derrochan están a años luz que las vistas en cualquier otra propuesta que hay en el mercado. Da igual donde vayamos, siempre hay grupos de personas desempeñando sus quehaceres diarios y respetando sus horarios, maleantes dispuestos a plantarnos cara a las primeras de cambio, y un sinfín de colores y luces de neón para dar vida a dos distritos ambientados a finales de los años 80.
Un derroche de vida que gana muchos más enteros gracias a unas voces japonesas que nos meten de lleno en el universo del juego.
Jugabilidad
Si algo nos enseñó Dante en Devil May Cry 4, fue su capacidad de cambiar entre sus cuatro estilos de combate en cualquier momento de la batalla pulsando el botón de dirección. En ese momento, llamaba al nombre del Estilo para así mostrar su color respectivo, realizando una acción especial relacionada con el Estilo seleccionado. Al final, la cantidad de movimientos y armas de Dante propiciaban una experiencia satisfactoria así como un buen equilibrio entre las mismas. Una práctica que, por suerte, también se puso en práctica en la siguiente entrega. Si bien, ahora no es el momento adecuado para hablar sobre demonios y su afán por llorar.
La saga Yakuza siempre se ha caracterizado por homenajear los Beat ’em up (yo contra el barrio) clásicos como podría ser Double Dragon. Y aunque la futura entrega de la serie viene dispuesta a cambiar esta fórmula por la de un juego de rol más clásico, está claro que el tono de la saga siempre ha estado amparado en el clasicismo cuando nos hacemos a los mandos. Un clasicismo consistente en la presentación de combates vistosos y demoledores que abandonan de forma deliberada el realismo en pos de la espectacularidad. ¿Pero acaso importa? Estamos hablando de una franquicia protagonizada por la mafia japonesa.
Sí, Yakuza 0 es, en esencia, un juego clásico de peleas con cierta predisposición a la realización de golpes finales que a veces nos recuerdan a la saga Mortal Kombat (salvando las distancias) por culpa de la brutalidad de los mismos. Si bien, se trata del perfeccionamiento de un estilo que brilla con luz propia cuando la interactividad con el entorno se hace manifiesta, pudiendo usar partes del mobiliario urbano para repartir estopa contra nuestros oponentes. Porque, ¿hay algo más satisfactorio que destrozar todo el mobiliario a nuestro paso?
Tres estilos de combate propios
La comparación para con los demonios de Capcom, propuesta de forma intencionada durante los primeros compases de este escrito cobra aquí especial importancia desde el momento en el que ponemos nuestras miras en una de las innovaciones más importantes de Yakuza 0, la adición de distintos estilos de lucha tanto para Kiryu como para Majima y que se pueden cambiar en el fragor de la batalla.
Nada más comenzar la partida con Kiryu, disponemos de un estilo inicial abocado al equilibrio de las partes. Sin embargo, no tardaremos en cambiar de costumbres partiendo de movimientos mucho más rápidos, aunque no tan destructivos, así como una lluvia de combos un poco más demoledores que a pesar de no consumir demasiada energía, son mucho más útiles cuando enfrentamos a enemigos mucho más pesados. Majima, por su parte, es un personaje con movimientos mucho más veloces, alocados e impredecibles (no tan destructivos) que los de su contraparte. No obstante, hay un estilo que sí depende del uso de armas y que resulta especialmente demoledor. Por lo tanto, la estrategia cobra aquí especial importancia y no tanto el hecho de repartir estopa sin ton ni son.
Y hablando de cobrar. El dinero es un bien tan importante como lo pueda ser en la vida real. La inversión para con los distintos objetos disponibles en tiendas no es especialmente elevado si ponemos nuestros servicios para auxiliar a los más necesitados. El verdadero gasto se hace patente desde el momento en el que ponemos nuestras miras en un árbol de habilidades similar al de los juegos de rol mediante el cuál podremos hacernos más poderosos. Yakuza 0 no es un título que abogue por el diálogo entre las distintas bandas para resolver conflictos. Son nuestros puños los que se encargan de poner fin a esto.
Duración
A pesar de la naturaleza violenta del juego, existen más cosas aparte de usar nuestros puños. La historia principal no deja de ser una sucesión de combates, diálogos que parten de secuencias cinemáticas con mucha fuerza visual y zonas contemplativas que puede ser superadas en unas 20 horas de juego. Pero Yakuza 0 nos invita a conocer su hogar y su familia. Hay decenas de misiones secundarias, subhistorias, que nos permiten echar un vistazo al Japón de los años 80, una época llena de excesos, y conocer a sus habitantes, un reflejo de la sociedad que puede ser extrapolada a la actual. Muchas nos sacarán más de una carcajada por lo estrafalarias que pueden llegar a ser, pero otras tantas apuestan por otros derroteros que nos harán arquear las cejas e incluso conseguirán que se encoja nuestro corazón. Si nos paramos a hacer todas, podemos subir otras diez horas al contador.
Yakuza 0 es también un viaje hacia el infinito. Tenemos a nuestra disposición decenas de minijuegos que van desde bailes de discoteca con música de la década de los 80, pasando por máquinas de peluches y terminando por sesiones interminables en el karaoke. Los minijuegos de esta entrega ofrece diversión sin límites. Y si os cansáis de esto, que lo dudo horrores, siempre podéis inspeccionar cada rincón de los escenarios en busca de las numerosas tarjetas de teléfonos con modelos para así llamar a las chicas pertinentes; un reflejo de las mentalidades machistas que, por desgracia, siguen imperando a día de hoy en el país del sol naciente.
¿Queréis más? ¿Por qué no os pasáis por los salones recreativos? El hecho de que el juego sea propiedad de SEGA pone a nuestra disposición una parte del legado que ha dejado tras de sí el otrora gigante nipón desde sus orígenes. Porque si en anteriores iteraciones de la saga existía un Club Sega con máquinas arcade de títulos como Virtual Fighter 2, ahora tendremos que viajar al pasado para así jugar a Space Harrier, OutRun, Fantasy Zone y Hang-On. Sumando esto a todo lo nombrado, está claro que la duración de Yakuza 0 puede alcanzar cifras considerables.
Conclusión
De vez en cuando hay que volver a los orígenes para no perder el rumbo. La necesidad de construir la identidad de Kiryu y Majima, la fantasía elaborada durante años sobre cómo llegaron a este mundo y el derecho de terceras personas implicadas a ser reconocidos cuando ayudaron a los primeros a crecer. Yakuza 0 es un viaje a los orígenes en busca de las propias raíces que hace méritos a la hora de establecer una narrativa madura. Un viaje genial e inolvidable que ayuda a su crecimiento personal y que está apadrinado como un excelente punto de partida para iniciarse en la saga.
Es más, estoy seguro de que el jugador más apasionado de la saga también encontrará algo de luz al que considero que es uno de los mejores títulos de la serie, sino el mejor. Una luz, otrora atada a las consolas de sobremesa de Sony, que finalmente extiende sus hermosas alas en una verdadera odisea para conquistar Xbox One. Ahora, solo resta esperar para que el resto de capítulos hagan acto de aparición en la misma y así podamos seguir recorriendo las calles de Kamurocho (y más allá).
Agradecemos a Cosmocover el material ofrecido para realizar este análisis.