Os traemos el análisis de Worms Rumble, una nueva entrega de la franquicia que rompe las reglas dejando de lado la estrategia tradicional.
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Es inevitable señalar a los Battle Royale como uno de los géneros más populares en la actualidad y no como una simple moda temporal. Tanto es así que no son pocos los estudios que se han querido subir al carro de este tipo de títulos, ya sea mediante el desarrollo de una nueva obra o bien implementando un modo con todos los elementos característicos en franquicias ya asentadas. En otras palabras, es un fenómeno social que desde 2019 ha demostrado que es imparable, ya que cada vez hay más gente alrededor del mundo que lucha por sobrevivir en entornos centrados en la hostilidad.
Sin embargo, lo que nadie se imaginaba es que, en sus más de 25 años de historia, la saga Worms también se pasaría a la acción más frenética en tiempo real y, contra todo pronóstico, en forma de Battle Royale. Nacida allá por el año 1995 y otrora amparada en la estrategia militar por turnos, estas adorables lombrices armadas hasta los dientes han trabajado juntos para cambiar las tornas de la batalla con el lanzamiento de Worms Rumble. Y lo mejor de todo es que ha sabido mantener el equilibrio justo entre la nostalgia y la necesidad de adaptarse a los nuevos tiempos, avenirse a los cambios.
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Apartado técnico
Sin exprimir las capacidades técnicas de ninguna de las máquinas que le han dado cobijo, puesto que es un juego rápido y frenético donde el tiempo de respuesta a los mandos lo es todo, Worms Rumble es una obra que rezuma simpatía por los cuatro costados, gracias especialmente a un estilo artístico muy cuidado y original. Desde el propio diseño de las lombrices, con cientos de opciones que nos permiten personalizarlas a placer, hasta los enormes escenarios por los que nos movemos, todo demuestra buen hacer. De la misma manera, los propios modelados son realmente sólidos y están muy trabajados, con unas animaciones que les confieren mucha vida.
A todo esto, hay que sumar que el título de marras se desenvuelve a una impecable tasa de 60 fotogramas por segundo que no se resiente en ningún momento, por muchas explosiones y elementos destructibles que haya en pantalla, algo que resulta vital en todo juego multijugador que se precie.
Jugabilidad
No es la primera vez que la gente de Team17 experimenta con su clásico por excelencia de la estrategia, pues en sus más de 25 años de historia, la saga Worms ha ido mutando en pos de compartir protagonismo con máquinas de pinball, palos de golf y burbujas que se encuentran en la zona superior de la pantalla. Empero, nunca han resultado ser un arma tan formidable (a la par que llamativa) como un Battle Royale, donde siempre se escuchan muchas voces disonantes. Con o sin polémica de por medio por el mero hecho de ser diferente, este Worms Rumble se siente divertido y muy frenético.
Nada más hacernos a los mandos de esta propuesta que aúna hasta 32 jugadores en tiempo real, comienza un recital de acción en 2.5D que pone de manifiesto un sistema de juego que tampoco ofrece nada nuevo que no hayamos visto antes. Uno en el que tendremos que guiar a nuestra lombriz a través de escenarios mientras rodamos, saltamos y nos liamos a tiros contra otras lombrices. Dicho de otra manera, nuestra máxima es armarnos hasta los dientes para tener una mínima oportunidad de sobrevivir. Ahora bien, ya os avisamos de que la muerte es inevitable en la obra que nos ocupa y que vamos a morder el polvo durante los primeros compases, dado que las partidas acaban convirtiéndose en un festival de explosiones que impregnan cada rincón del mapeado.
Si bien, entre tanto caos, nos encontramos ante una obra que también ofrece muchas posibilidades y que cuenta con unas armas sumamente imaginativas y muy bien distribuidas. Desde las tradicionales bazucas, bates de béisbol y fusiles de asalto hasta un lanzador de ovejas, además de un puñado de nuevas incorporaciones, podremos hacer sufrir a nuestros oponentes mientras subimos de nivel y personalizamos a nuestro invertebrado favorito. Tampoco faltan los ganchos y varios jetpacks que aprovechan la verticalidad de los escenarios.
Duración
Entre sus múltiples bondades, Worms Rumble ofrece partidas muy rápidas en las que el objetivo casi siempre reside en conseguir el mayor número de bajas posible. Esto es así en los clásicos modos de Deathmatch o Team Deathmatch (Partida a muerte y Duelo por Equipos respectivamente) consistentes en eliminar a nuestros contrincantes, con regeneraciones ilimitadas y que no tiene una clasificación de nivel mínima adjunta.
En cambio, las modalidades de Último equipo en pie y Último gusano en pie ofrecen reglas muy distintas, puesto que, si nos matan, somos eliminados de la partida y solo podremos observar para ver que hacen el resto de nuestros compañeros.
Y pese a que se pueden acceder a estos últimos modos antes nombrados desde los primeros compases, el juego nos recomienda esperar al menos hasta que subamos al nivel 5. A fin de cuentas, la presión que ejercen estas partidas es mucha y el más mínimo error nos aboca al fracaso. Sea como fuere, siempre sacamos algo de todas las rondas, en vista de que cada vez que subimos de nivel (ya sea nuestro personaje o las armas que este emplea), tenemos acceso a nuevos e interesantes cosméticos que nos permiten realizar personalizaciones de las maneras más rocambolescas posibles. Eso significa que podemos invertir horas y horas en remozar a nuestro alter ego.
Conclusión
Dando un giro drástico a la franquicia, Worms Rumble nos ofrece un concepto que puede no gustar a los jugadores más acérrimos que han estado ahí desde los inicios de la misma, pero que brinda un soplo de aire fresco al apartado jugable y que mantiene muchas de las características que hicieron famosas a estas lombrices. Entonando el adiós a la estrategia por turnos, la obra de Team17 se adapta a los nuevos tiempos por medio de una experiencia que ofrece encuentros basados en la acción y que únicamente puede quedarse corto debido a los pocos modos de juego que atesora. Si bien, eso es algo que solo el tiempo lo dirá.
Agradecemos a Team17 el material ofrecido para realizar este análisis.