Analizamos We Happy Few Lightbearer, la segunda expansión del juego en la que encarnaremos a una personalidad del rock.
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We Happy Few es un juego que dejó impresiones ambivalentes, y que salió en un momento en el que probablemente se le juzgó como parte de las nuevas adquisiciones de Microosft. Con una narrativa potente, imaginativa y adulta, y una estética a la altura, el juego flaqueaba sobre todo por sus bugs y pobreza técnica, carencias que a día de hoy siguen sin resolverse del todo. Sin embargo el estudio no ha dejado de dar soporte al título, no solo con fixes sino también mediante varias expansiones que estaban ya planeadas en su lanzamiento. Hoy nos llega la segunda de ellas, Lightbearer.
En We Happy Few: Lightbearer encarnamos a una rutilante estrella del pop rock, Nick Lightbearer que ha estado unos pequeños problemas con el alcohol, las drogas, los periodos de amnesia y la muerte a puñaladas de algunos de sus fans y amigos más cercanos. En Lightbearer Compulsion Games da rienda suelta a sus instintos más lisérgicos, lamentablemente a costa de la jugabilidad que acaba siendo la más simplona de todas las campañas del universo We Happy Few, tal y como veremos en nuestro análisis.
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Apartado técnico
Como decíamos al principio los problemas de We Happy Few no se han resulto, el juego sigue teniendo un rendimiento bastante terrible, sobre todo teniendo en cuenta que fue creado en Unreal Engine 4, y que no es precisamente un muestrario de las más avanzadas y exigentes técnicas gráficas. Con todo sí se nota algo de mejoría en algunos apartados, y es que las incorporaciones hechas por el estudio en los últimos meses dan ya algunos frutos. Evidentemente el netcode del juego es inarreglable, y esto lastra al conjunto.
Al mismo tiempo We Happy Few Lightbearer es probablemente la campaña más brillante a nivel estético, y en la que mejor y más acertádamente la imagen sirve a la narrativa, fundiéndose con lo jugable. Las ensoñaciones del personaje principal son un verdadero festival visual, destacando especialmente el enfrentamiento con la ex esposa gigante. Las actuaciones vocales siguen a muy buen nivel y las nuevas melodías aportadas a esta expansión tan musical son una agradable sorpresa.
Jugabilidad
Las campañas originales de We Happy Few como sabéis seguían a tres personajes distintos, cada uno con su propia forma de jugar, unos más basadas en el combate y otra en el sigilo. Lo cierto es que la única que funcionaba era la primera, que era también la más larga y rica de localizaciones, y esta tónica se mantiene con Lightbearer. El combate de esta expansión es sin duda el peor del juego, y todo el crafteo ha sido reducido a su mínima expresión. Los enemigos regulares serán fans y papparazis que deberemos dejar frutos a base de solos de guitarra. Cualquier importancia del sigilo se diluye también en esta expansión.
Por mucho que el diseño de niveles haya mejorado, y que se añadan situaciones más imaginativas que en el título original, los problemas de control persisten, y probablemente la solución de causalizar al máximo el juego no fuera la mas idónea. De hecho las crecientes aspiraciones jugables del título hace que sus carencias sean más dolorosas, y veamos más las grietas de un juego que tendría que ser repensado absolutamente en cuanto a controles, siendo especialmente insufribles las nuevas secuencias de plataformeo. Se echa de menos además un árbol de habilidades real como teníamos en el título base.
Duración
Los que hemos jugado al título base sabemos que su campaña principal era bastante larga, por encima de las veinte horas y que las dos restantes aún siendo más cortas nos daban para entre cinco y siete horas de juego. Lightbearer se limita a durar solo un par de horas, tres a lo sumo y sin embargo no creo que debamos valorar su duración como algo negativo. La idea principal de Lightbearer no da para mucho más, y por tanto intentar estirar esta expansión no sería una buena idea. Sin embargo cabe preguntarse si, ante un punto de partida tan débil, no hubiera sido mejor buscar una campaña que realmente tuviera sentido y un significado. Lightbearer tiene un personaje principal majo, y algunas buenas ideas, pero palidece frente a la carga emocional que tenían las tres primeras campañas.
Conclusión
We Happy Few con todos sus problemas era un juego con carga de profundidad. Dejaba entrever un estudio que podía ser capaz de dar experiencias complejas para un solo jugador, y al que solo le faltaba (mucho) músculo técnico. Incluso en We Came From Below la expansión que precedió a Lightbearer la cosa se mantuvo a buen nivel en materia narrativa. No podemos decir lo mismo de We Happy Few Lightbearer.
No hay que echarse las manos a la cabeza, es probable que las mejores mentes de Compusion se encuentren ya trabajando en lo siguiente, y esto no deja de ser un pequeño detalle para los que apostaron por el juego originalmente y quieran seguir profundizando en su universo por menos de diez euros.Cierto es que a nivel visual estamos ante una pequeña gema, aunque ese siempre ha sido uno de los fuertes del estudio. Lamentablemente este lightbearer solo se puede definir con un término, y este es: superfluo.