Valfaris es lo nuevo de Steel Mantis, creadores de Stain: Back From Hell. ¿Se habrán superado? Os lo contamos en nuestro análisis.
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En esta generación resulta complicado destacar entre tanta obra indie, sobre todo si no lo has jugado, lo han regalado con el Gold o incluido en el Xbox Game Pass. Lo habitual es pasar desapercibido, pero a menudo sucede que se lanza un trailer con un nuevo título que llama la atención por su estética. Slain: Back From Hell, fue uno de ellos. Steel Mantis, el estudio desarrollador, consiguió una atmósfera absolutamente brutal que posiblemente resulte en el título de la generación al que el apodo «Metal», le vaya mejor.
Porque no sólamente contaba con una música claramente Heavy Metal, si no que el juego parecía sacado directamente de la portada del típico album de un grupo Metal. Un vikingo que se enfrenta a horrorosos engendros, demonios y criaturas en el que el gore, la violencia y la brutalidad se respira en cada pixel. Realmente parecía que no habíamos metido en una de esas portadas. Y con Valfaris, esta especie de «no-secuela», sigue esta misma estela de Slain, pero en una portada igualmente metal, pero futurista. ¿Hemos dicho futurista metal? Pues eso.
En Valfaris seremos Therion, un guerrero galáctico que vuelve a su hogar-fortaleza, Valfaris, alertado por un importante problema: el planeta apareció de repente en otro lugar de la galaxia y se precipita hacia una especie de estrella muerta a la que llaman Sol-Mori (se entiende como sol muerto). A su llegada verá cómo es recibido por fuerzas hostiles y no sólo eso, el planeta está absolutamente cambiado, corrupto e infectado, cuando en su día era prácticamente un paraíso.
Un juego con el que se nos acaban los adjetivos para definirlo: Oscuro, violento, indómito, brutal, lleno de acción y con una grotesca belleza que nos ha embelesado. Pero ojo, no sólo no es apto para los más jóvenes de la casa por su estética, tampoco lo es por su gran dificultad.
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Apartado técnico
Hay aspectos de Valfaris innegables, como su gran jugabilidad, divertida y bien medida, pero su estética es muy especial, tanto, que su combinación pixel-art de estilo gótico y oscuro podría no gustar a muchos directamente por considerarlo bastante feo. Y precisamente no es que sea el mayor fan de lo gótico, pero es innegable afirmar que Valfaris es estéticamente precioso y que tiene tantos detalles en cada pixel de sus orgánicos escenarios, que resulta imposible no detenerse de vez en cuando a observar la armonía en movimiento de los mismos, que en ocasiones, quieren resultar hasta repulsivos.
Técnicamente el juego se mueve muy bien, a excepción de las primeras misiones, donde extrañamente sufrimos unas ralentizaciones que se desvanecieron totalmente después de la primera hora de juego, algo que quizá podría atribuirse a cargas en segundo plano de la consola o problemas eventuales, porque después la carga gráfica os aseguramos que es mucho mayor y no tuvimos ningún problema en absoluto, todo, a 60fps.
De hecho, aquí se nota una evolución en su técnica, porque los efectos de partículas están claramente generados en 3D y visualmente es muy superior a Slain, con los desmembramientos a la orden del día. No podemos pedir más pero tampoco creemos que sea la intención de los creadores, así que para el objetivo, todo funciona de manera redonda. Sobre todo, si lo mezclamos con una banda sonora metalera compuesta por el artista y ex-miembro de la banda Celtic Frost, Curt Victor Bryant.
Es en su concepto metal donde mejor se comprende Valfaris, ya que todas las ideas se generan desde ahí y ayudan al propio ritmo del juego, que quizá no tendría la misma intensidad sin ese constante acompañamiento de guitarra, que ya no es tan «monótono» como en Slain y ahora se permiten dejarnos algunos segmentos calmados donde no hace falta machacarnos, mejorando el ritmo del mismo.
Jugabilidad
En esencia, Valfaris se parece mucho a Slain, como ya hemos comentado hasta ahora, pero si que debemos de esperar grandes novedades al respecto, porque siendo muy parecidos hay un cambio importante, porque en el primero el ataque principal era cuerpo a cuerpo y el de distancia el especial, pero ahora Therion cuenta con una pistola como ataque principal y una espada como secundaria, que prácticamente se alternan en utilidad dependiendo de la situación en la que nos encontremos.
Los enemigos reciben los impactos y proporcionan un feedback en pantalla que se antoja satisfactorio, nuestras armas parecen ser contundentes y realmente nos sentimos como un poderoso héroe de acción -metalero-. Es importante decir esto, porque realmente resulta placentero jugarlo y aunque el sistema es esencia muy básico, la combinación de enemigos, escenarios y situaciones propuestas mezcladas con el plataformeo están MUY BIEN conseguidas.
Es decir, la sensación que transmite el juego es totalmente satisfactoria, porque no solamente tendremos esa pistola y la espada, si no que también tendremos una especie de arma destructiva y un escudo. Lo interesante de todo es que una barra de maná que sólo se puede recargar con los golpes de espada es la que te permitirá disparar ese arma poderosa como si fuera su munición o parar los golpes con el escudo (con parrys incluidos), acciones que disminuirán la barra. Por supuesto, el juego prácticamente te obligará a usar con soltura todas las opciones para sortear a todos los enemigos con efectividad.
Y que una vez más, estamos ante un título dificil. Como con Slain, lo que al principio puede parecer sencillo, se va complicando cada vez más, con una variedad de enemigos enorme, de todas las formas y colores que nos obligarán a aprender sus patrones, pues aunque tengamos una barra de vida, esta no es mejorable en todo el juego, ni tampoco la de maná. Pero hay otra variable que tener en cuenta y es que en esta ocasión tendremos una amplia variedad de armas que podremos encontrar por el escenario.
Hasta 19 diferentes repartidas entre las tres clases que nos permitirán disparar desde misiles dirigidos, lanzallamas, un cañón de almas, patas de araña que nos dan vida con cada golpe, un surtido que con el que en principio optaremos solo por algunos tipos, precisamente porque son susceptibles a mejoras con un tipo de componente que encontraremos continuamente pero que al mismo tiempo es limitado, lo que nos obligará a repartirlas entre las armas que mejor manejemos.
Lo que podemos destacar por encima de todo es la tremenda cantidad de «mini-bosses», que irán aumentando conforme vayamos progresando en la aventura hasta el punto de fundirlos en los niveles más altos. Y no son fáciles, pero casi todos tienen algún punto débil (no físicamente) o momentos de sus animaciones donde son mas vulnerables y precisamente aquí es donde podemos ver perfectamente lo que vamos aplicando a nuestra forma de jugar conforme morimos una y otra vez, aunque evitaremos llamarlo un souls-like, porque Therion nunca pierde ese toque de «ser el que manda».
Duración
Nuestra partida ha durado unas asombrosas 10 horas. Lo cierto es que hay algunos segmentos que hemos repetido más de una vez por haber tenido que jugar a través de una tablet (aprovecho para un shout-out a la app OneCast, impresionante mientras llega xCloud), pero Valfaris para alguien muy ducho no creemos que se extienda más de las 6 horas o incluso menos, teniendo en cuenta que en esta misma partida el contador de muertes ascendía a 364.
A pesar de todo, no hemos sido capaces de encontrar dos de las 19 armas disponibles, por lo que una segunda vuelta ya bajo un preparado y recomendadísimo «Newgame+», seguramente nos permita estar más atentos a esos callejones que hemos ignorado después de pasar alguna sección con dificultad.
Conclusión
Valfaris es una pasada. Para un adorador de DOOM como yo, Therion parece alguna especie de primo lejano del Doom Slayer en 2D. El metal constante, la estética oscura pero al mismo tiempo increíble, todo nos ha envuelto perfectamente en un gameplay que cumple con su cometido con creces. Aunque comprendemos que como jugador@s, estaréis pensando otra cosa distinta, esta gente de Steel Mantis ha bordado un título que merece su reconocimiento.
Podríamos achacarle que se parece a Slain, que es el juego pixel-art número cuatromilquinientos o que el metal no nos gusta y evidentemente, por eso no puede ser perfecto. Quizá Valfaris no pretenda mucho más de lo que consigue y ahí es precisamente donde está la perfección. Conmigo ha conectado. Es brutal, es sangriento, es divertido y es bueno. Como dijo Tenacious D en la canción del mismo nombre: «Nadie puede destruir al Metal».
*Gracias a Steel Mantis por habernos proporcionado el código para la review.