La gente de Saber Interactive vuelve a la carga con su nuevo simulador todoterreno: SnowRunner, una experiencia que ha sabido adaptar el oficio de camionero.
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El héroe local de Springfield, Homer Simpson, es uno de los iconos culturales más emblemáticos de la Edad Contemporánea. Todos llevamos uno dentro más allá de las deformidades propias de una caricatura. Si bien, su mezcolanza de virtudes y defectos que permite comprender nuestras propias fortalezas y debilidades, lo convierte en uno de los mejores personajes que se ha creado en los últimos 30 años para cine y televisión.
El primer pensamiento que tuve cuando oí hablar acerca de SnowRunner es que iba a rememorar aquel episodio en el que Homer decide retar a Red en comer el Don Solomillón, un filete de siete kilos. Al terminarlo, Red no reacciona y el Doctor Hibbert comunica que está muerto. Homer se siente culpable y decide tomar el empleo de camionero de Red, haciendo las entregas que a este le faltaban. El resto ya lo sabéis. Homer recibe un reconocimiento nacional por parte de sus compañeros describiéndolo como el mejor camionero de la historia.
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Y aunque la máxima de este SnowRunner no consista tanto en llevar alcachofas y trabajadores inmigrantes mientras un dispositivo secreto se encarga de llevar el contenido de la mercancía, ni mucho menos, sí que apuesta por un desarrollo amparado en alcanzar cuantos destinos sean necesarios en aras de ayudar, por un precio fijado, a las personas interesadas.
Apartado técnico
Para tratarse de una producción que se encuentra en una medianía cada vez más difusa a estas altura de la generación, SnowRunner sabe como impresionar al jugador más escéptico. Es una obra que apuesta por el realismo, tanto desde la parte jugable, como a la hora de poner sobre la mesa un escaparate visual que no se resiente en ningún momento, y que destaca por los efectos de iluminación y la humedad del barro. Tanto es así que sabes como identificar que hay que tener un grado de concentración mayor, dado que es un terreno sumamente resbaladizo e inestable.
Asimismo, es un juego que mira a través de los pequeños detalles, ya que los vehículos están recreados con mucho mimo, especialmente cuando ponemos nuestras miras en sus cabinas. Un mimo también extensible a un montaje de sonido que saca toda su artillería para representar el sonido del motor y el de los neumáticos cuando interactúan con todo tipo de superficies. Además, tenemos un buen acompañamiento en forma de emisoras cuya máxima es la de hacer más amenos los trayectos.
Jugabilidad
Allá por el año 2017, la gente de Saber Interactive vistió sus mejores galas en plena naturaleza con el fin de ofrecernos una experiencia todoterreno en mundo abierto que no hacía demasiadas concesiones, sobre todo para con los más impacientes. Una para con un público determinado en la que nos veíamos obligados a asumir el desafío de recorrer parajes salvajes e indómitos a bordo de los únicos vehículos capaces de salir airosos de tamaña empresa. Más que nunca, debíamos demostrar que podíamos triunfar allá donde los demás habían fracasado, aunque dominar el peso de los vehículos y su paso por el terreno nos costase muchos intentos.
Desconozco las razones por las que el juego desarrollado por el estudio con sede en Nueva Jersey porta un nombre distinto, ya que es igual de duro que el título original durante los primeros compases, la esencia sigue siendo la misma y las partes implicadas también, en especial si nos amparamos en la parte encargada de su distribución. Sea como fuere, en ShowRunner, solo disponemos de un mapa de la zona, el cabrestante y nuestras habilidades al volante como nuestros mejores aliados. Y vaya si vamos a depender de estos elementos, ya que el juego nos enseña rápidamente que quedar encallados en el barro solo puede significar una cosa: que la fuerza de nuestro motor no baste para salir del atasco.
Una dura curva de aprendizaje
En estos casos, es indispensable utilizar el cabrestante seleccionando los objetos que tengamos más cercanos, como árboles, arbustos u otros objetos capaces de aguantar nuestros embistes. Al fin y al cabo, estamos conduciendo vehículos sumamente pesados que son propensos a desviarse de la hoja de ruta. Una ruta dispuesta a lo largo de varias localizaciones que van desde las zonas más vegetativas y rurales que nos ofrece el estado de Michigan hasta el ambiente helado de Alaska. Barro, agua y hielo, entre otros elementos, aúnan sus fuerzas para derrotarnos. Son mundos abiertos separados a través de la distancia y con ambientes que nos llevarán muchas horas dominar.
Pero cuando esa sensación agridulce de no saber qué hacer se convierte en satisfacción, nada puede pararnos. Porque a medida que obtenemos mejores vehículos, nuestras habilidades para abrirnos paso a través de los diferentes terrenos resbaladizos y pantanosos, también van in crescendo. Seremos mucho más cuidadosos en todos los sentidos, escogeremos caminos alternativos que antes habíamos pasado por alto, y evitaremos las zonas de peligro que tienen todas las papeletas de poner en un compromiso el estado de los vehículos por culpa de un sistema de daños dividido por los diferentes componentes. Al final, SnowRunner nos ofrece una sensación de aventura constante, de novedad inevitable, propensa a romper las reglas y a la expectativa de lo que pueda pasar. Siempre al amparo de lo desconocido.
Duración
SnowRunner no es un juego de mundo abierto, pero casi, ya que nuestro viaje engloba varias zonas de una extensión considerable. Las misiones, que reciben el nombre de contratos, suelen ser bastante parecidas las unas con las otras: el traslado de material de un lugar del mapa a otro. Mas en este caso, no importa tanto el contenido ni la finalidad, sino el viaje. Porque cada traslado es distinto del anterior, y las experiencias vividas durante el trayecto son difícilmente equiparables.
Son sensaciones que pueden contarse por varias decenas y que extienden la duración de este SnowRunner hasta el infinito, puesto que hay mucho por hacer y más tiempo si cabe que debemos emplear a los mandos.
Conclusión
Jugar a SnowRunner me ha fortalecido y convertido en alguien mucho más paciente, más compasivo y con un fuerte espíritu de adaptación en pos de llevar las mercancías más voluminosas de un lugar a otro. Mi determinación a la hora de ayudar a los demás se ha hecho aquí todavía más manifiesta. Es la prueba fehaciente de que ser camionero no es nada fácil. No es un trabajo para todos. El estrés, la fatiga y el nerviosismo siempre acechan a la hora de lanzarnos a la carretera. Quizá esté equivocado, pero el juego de Saber Interactive ha sabido trasladar con sumo acierto este oficio al panorama interactivo.
*Agradecemos a Koch Media el material proporcionado para poder realizar este análisis.