Analizamos la remasterización de Shenmue, un título que redefinió la jugabilidad moderna y ha influido a autores como David Cage o Toshihiro Nagoshi.
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Hoy llega a nuestras consolas una de las remasterizaciones más esperadas de los últimos años, la de todo un juego de culto que revolucionó el medio allá en los 2000 y se ha asentado como uno de los títulos más influeyentes de su generación, así como el estandarte de la malograda Dreamcast. Enfrentarme al análisis de Shenmue ha sido todo un reto que no solo me ha descubierto al que ya considero uno de los padres fundacionales de los walking simulator e, indudablemente, el abuelo de la saga Yakuza, si no también me ha abocado a todo un debate interno sobre cómo nos relacionamos con nuestro pasado en el medio y sus peculiaridades si tiramos de odiosas comparativas.
Ahora mismo, es muy fácil conseguir acceso a películas antiguas, y aunque puede que la forma de hacer cine de entonces y el uso de la tecnología nos choquen, podemos acabarlas sin mayor dificultad por nuestra parte. Al fin y al cabo solo tenemos que mirar. Sin embargo, me resulta muy curioso cómo nuestra relación y adaptación a las fórmulas y mecánicas del pasado en los videojuegos son de una complejidad mucho mayor que en otras artes, como el citado cine y la literatura. Y en esto han influido dos factores.
El primero, es que hasta hace relativamente bien poco, la Historia del videojuego aún no había tomando consciencia de sí misma dada su juventud en este mundo. ¿Qué necesidad había de recuperar de una forma masiva y abierta a todos los grandes títulos del pasado? Porque sí, emuladores ha habido siempre, pero conformaban una parte muy residual de los usuarios totales y, además, no siempre cumplían con la legalidad del copyright. Pero en los últimos años, parece que todos se han puesto las pilas para poner el pasado a nuestro alcance, y no solo hemos podido acceder a versiones remasterizadas de otras épocas, si no que cada vez más el concepto de remake al completo empieza a hacerse más presente. Es extremadamente importante que las nuevas generaciones no pierdan nunca el acceso a los videojuegos que construyeron lo que somos ahora, ya sea por pura curiosidad histórica o inquietud jugable. Es por ello que celebro la llegada de Shenmue a todas las consolas de nueva generación ya que nunca deberíamos perder títulos por el camino.
La segunda, los videojuegos, aunque arte, son hijos de la tecnología de sus días, y esto significa que muchos videojuegos ya antiguos, sobre todo aquellos que empezaban a coquetear con el 3D, van a ser muy duros de jugar en el presente ya que llevamos vividos 20 años de mejoras tecnológicas y refinamiento en las mecánicas. Los videojuegos pueden ser mucho más crueles que cualquier otro medio con el paso del tiempo, y aunque en el cine nos podamos reír cuando a los monstruos se les note el cartón, no hace ni pizca de gracia que el control de tu personaje sea tan horrible que apenas puedas disfrutar de lo que el autor te está contando.
En esta dicotomía me he encontrado mientras jugaba a la remasterización de Shenmue. Por una parte, mi yo adolescente estaba encantada de, por fin, jugar al título más de culto de entre los cultos, el mayor legado de la difunta Dreamcast. Siempre había perseguido a Shenmue, pero las barreras de la emulación habían impedido que pudiéramos encontrarnos. Hasta ahora, veinte años después de su lanzamiento. Pero mucho ha pasado en el mundo de los videojuegos desde entonces y ya nada de lo que propone Shenmue es novedoso o, incluso, está bien implementado. Muchos juegos ya han aprendido de él y también le han superado, así que más allá de ser el primero en conseguirlo, jugarlo por primera vez ahora no aporta ningún valor más que dolores de cabeza por lo tosco de su control y alguna que otra sonrisa cuando descubres de dónde salen tantas mecánicas posteriores, como los QTE. Puro ejercicio de curiosidad histórica.
Es aquí cuando me pregunto a quién quería llegar Sega con esta remasterización, ¿a todos aquellos que ya lo han jugado para que tengan un achaque de nostalgia? ¿O a un nuevo público que bien podría estar interesado en el inminente Shenmue III? Si buscaban lo primero, lo han conseguido, excepto un par de mejoras insuficientes, Shenmue luce prácticamente igual que su antecesor pero con filtro HD. Para los segundos, solo me queda decirles que si son muy curiosos de la historia del videojuego es un título imprescindible que marcó un antes y un después, pero sus mecánicas caducas y un control tosco e impredecible pueden llegar a ensombrecer, y mucho, la experiencia.
Apartado Técnico
Shenmue HD es una remasterización del videojuego original, por lo que no se ha creado nada de cero, si no que se ha mejorado lo que ya había. Shenmue HD es el equivalente a que un míope se ponga las gafas: de repente el mundo es mucho más nítido, pero no necesariamente mejor. Esa neblina que veíamos en nuestras antiguas máquinas conseguía disimular los enormes pixeles que se utilizan en algunas texturas, algo que ahora sí se ve muy bien en esta remasterización, donde algunas superfícies han quedado bastante mal paradas. La sensación a líneas generales es que el juego está muy poco trabajado a nivel técnico, y que simplemente han hecho un emulador para la ocasión subiendo un poco los brilli-brillis y no cambiando o mejorando prácticamente nada. Además, en las cutscenes no se ha podido recuperar el panóramico y, a veces, va saltando de los 4:3 a los 16:9 sin tener ningún tipo de armonía de formatos.
Entiendo que hay un fuerte componente nostálgico en este tipo de trabajos de recuperación, y que queremos que lleguen al espectador actual tal y como se jugaron entonces, pero no se puede pretender seducir a un nuevos públicos manteniendo férreamente todos los aspectos del pasado. Uno de ellos, especialmente el más molesto, es el control del personaje Ryo Hazuki, el protagonista, que no responde bien a nuestros comandos y puede ser particularmente insufrible cuando callejeamos por el barrio de Yamanose. ¡Y si solo fuera eso! La cámara que nos permite mirar a nuestro alrededor para explorar y encontrar objetos no se queda muy atrás en irritabilidad, tampoco los malabares que hay que hacer a veces para hablar con ciertos personajes. Esto son cosas que ya costaban antes, cuando el primer 3D empezaba a implementarse, y que cuestan muchísimo más ahora, porque ya estamos totalmente acostumbrados a otro tipo de control.
También entiendo que pulir mecánicas de movimiento ya habría sido entrar en el terreno del remake, tocando muchísimo más el código del juego y añadiendo un par de ceros a los costes de desarrollo, pero es que a lo mejor lo que necesitaba Shenmue no era una remasterización a medio cocer que desmerezca la importancia del original, si no un profundo lavado de cara que ponga en valor lo mucho que ha conseguido y la gran influencia que ha sido para obras posteriores. Con esto no quiero decir que se tenga que renunciar a la estética original, la propia jugabilidad ni mucho menos a la historia que nos cuenta, ni tampoco que esta remasterización tuviera que ser un remake con todas las de la ley. No. Pero qué menos que adaptar ciertos aspectos toscos del pasado como lo era el control de movimiento para que sea jugable para todos los públicos ahora. Si en un pasado no se pudo hacer mejor seguramente era porque no se podía, si ahora tenemos la posibilidad de hacerlo bien, ¿por qué no ir a ello?
Jugabilidad
Shenmue nos pone en la piel de Ryo Hazuki, un adolescente de finales de los ochenta cuya vida cambiará cuando su padre, lider del dojo que regenta la familia, sea asesinado por un poderoso miembro de las Triadas chinas en un novelesco giro de los acontecimientos. A partir de aquí, Ryo comenzará por su propia cuenta y pie una investigación por toda la región para descubrir quién ha asesinado a su padre y, por supuesto, vengarle. Creo que la mejor forma de definir a Shenmue es como un Yakuza donde hay muchos menos combates pero cuya esencia es prácticamente la misma. Como Ryo, tendrás que pasear por la ciudad haciendo preguntas a los vecinos sobre lo ocurrido, atando cabos y dejando que, literalmente, una cosa lleve a la otra. Todo desde una perspectiva del espacio muy yakuzil. De hecho, no es ningún secreto que Shenmue se cuenta como uno de sus principales referentes.
Pues bien, el barrio será nuestra área de acción. La primera zona del juego se divirá en tres partes, nuestra casa, un pequeño barrio residencial y Dobuita, el pueblo comercial más cercano. En todas las zonas, siempre veremos a los mismos personajes pulular por el escenario dependiendo de la hora de juego que sea. Por ejemplo, todas las mañanas a las nueve, se puede ver al carnicero yendo diligentemente a su puesto, donde estará hasta la hora de cierre. Una de las piedras angulares de la jugabilidad de Shenmue precisamente es su gestión del tiempo. Solo se podrán visitar las tiendas en el horario estipulado y tendremos una hora de llegada a casa por la noche que debemos cumplir pues si no, el juego nos llevará automáticamente hasta allí a la espera de un nuevo día. Y aquí uno de los puntos más desesperantes: no hay saltos temporales.
El andar mucho y hablar con las buenas gentes de los barrios es básicamente una gran parte del juego, donde a veces deberás resolver pequeños puzles o encontrar objetos que te ayuden en tu misión. Pero también existe una parte de combate, y he aquí cuando las comparaciones con Yakuza se disparan, pues es casi como su semilla, un proto-sistema. Puedes entrenar estas habilidades para potenciar los ataques de brazos, piernas o ambos por igual, con un listado de ataques que podremos ir mejorando poco a poco. El inventario también es importante, pues podremos combinar con el entorno diferentes objetos que nos encontremos, como velas para encender un sótano oscuro o una katana sin empuñadura que en realidad es una llave. Shenmue es también conocido como el impulsor de los Quick Time Events, pues aunque no fue el primero en utilizarlos, sí lo fue en llamarlos así. De hecho, los videojuegos de David Cage son deudores totales de Shenmue, pues aplica los QTE de una forma muy similar, durante persecuciones, peleas o momentos de tensión.
A nivel jugable, Shenmue es sin duda muy interesante, y a pesar de lo farragoso que resulta hacerse a él hoy en día, se puede disfrutar de una manera muy actual, ya que muchos títulos de nuestro presente están bebiendo directamente de su fuente para llevar sus pasos mucho más allá. Es sin duda en este apartado donde Shenmue brilla y donde se explica su importancia en el medio y los autores que han venido después.
Duración
Shenmue no es un título especialmente largo, pero sin duda, se hace muy lento. Como ya he comentado antes, el juego no permite saltos temporales para adelantarte al reloj. Esta medida ya fue puesta en duda en su propia época, y se solucionó añadiendo esta función en el segundo Shenmue. Muchos esperábamos que también se incluyera aquí, pero los desarrolladores han preferido mantener intactas las mecánicas en un intento más por espantarnos a todos de jugarlo. Por si fuera poco, el tiempo pasa excesivamente despacio en este primer Shenmue, y en algunas ocasiones he tenido que esperar más de 10 minutos con el personaje mirando al limbo mientras llegaba la hora estipulada.
He leído muchos comentarios que justifican esta imposición dadas las muchas actividades paralelas que Yu Suzuki nos propone para que nos sintamos como todo un adolescente japonés de los ochenta: jugar en las recreativas a antiguos títulos de Sega (el emulador dentro del emulador), coleccionar figuras también de títulos estrella Sega (la endogamia) o simplemente ir a dar puñetazos al aire en el parque para entrenar a Ryo. Esto podía tener cierto sentido hace 20 años, cuando la oferta era mucho menor y el público estaba mucho más acotado a los adolescentes, pero ahora se convierte en una exigencia bastante fatigosa que no costaba nada haber esquivado. Aún así, y si no se os atraganta demasiado, tenéis 10 horas largas en esta primera entrega.
Conclusión
Posiblemente, el estatus de videojuego de culto y la veneración que se profesa cada vez que alguien susurra Shenmue hará que muchos jugadores curiosos que no pudieron probarlo en su día, como yo, quieran acercarse para ver por sus propios ojos a qué viene tanto revuelo. Quizá algún joven jugador que vea el tráiler de Shenmue III se sienta intrigado y acuda a las primeras entregas para adelantarse a su salida. Pero dudo mucho que nadie que juegue por primera vez acabe disfrutando de todo lo que propone. Una remasterización conlleva una gran responsabilidad, pues los videojuegos cuentan con complejidades que van mucho más allá de contar una historia, los videojuegos no se miran, se juegan, y si la jugabilidad no acompaña todo el conjunto está destinado a sufrir.
Esto se agrava cuando ya no vivimos en un entorno donde ese estilo de juego impera, si no que se ha evolucionado de una forma tan brutal que cuesta creer que solo hayan pasado 18 años. Pulir ciertos apartados y mimar un poco más esta remasterización podría haber sido lo que la saga Shenmue necesitaba, pero da la sensación de que el trabajo ha sido mínimo más allá de portarlo a HD. Un gran juego en su día que hoy llega tarde y sin una actualización a la altura para que pueda ser disfrutado en los tiempos que corren.
Como novedades y por primera vez en occidente, se han incluido las voces japonesas, cosa que agradecí y mucho. Lo que no se ha conseguido es que se traduzca del inglés al castellano, una tarea que ha quedado pendiente y que hará que su accesibilidad en nuestro mercado sufra doblemente.
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*Gracias a Koch Media por habernos proporcionado el material para la review.