Os traemos el análisis de Paint the Town Red, una obra que viste sus mejores galas para vivir por y para la violencia sin tapujos.
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Somos una especie violenta por naturaleza. Por dos razones. Porque somos agresivos y porque somos creativos. Existen múltiples definiciones de violencia, en especial las que relacionan la imposición física, sin embargo, la violencia es mucho más que eso, ya que es tan vieja como el mundo y la historia. De la misma manera, en la historia del videojuego hay unos cuantos títulos que son tan inquietantes, deprimentes, traumáticos y gráficos que ya el mero hecho de jugarlos garantiza que vamos a sufrir o que no vamos a poder dormir durante una buena temporada.
Por ende, que la apariencia de Paint the Town Red no os lleve a equívocos, puesto que este juego desarrollado por la gente de South East Games reivindica la necesidad de visibilizar la violencia por medio de un desarrollo indecentemente violento. Dicho de otra manera, gira en torno a la necesidad de causar el mayor daño posible pasando del orden social al caos.
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Apartado técnico
En el mundo de los gráficos 2D, un píxel es algo así como un bloque de información que forma parte de una imagen digital y que responde a su vez a un mapa de bits. Por ejemplo, cuando hacemos zoom a una imagen, podemos notar como esta se compone de una reja de píxeles muy pequeños pero cuadrados. A eso es lo que llamamos píxel y podríamos considerarlo como el iniciador de la era de la programación digital.
Si bien, el caso de Paint the Town Red es un poco distinto, ya que emplea un sistema voxel para la escenificación del gran teatro del mundo de la violencia, que es una cuadrícula 3D incremental en la que cada punto de la cuadrícula contiene datos para un solo bloque. En pocas palabras, es una unidad cúbica que compone un objeto tridimensional. Y ya puestos a nombrar uno de los casos más laureados, Minecraft se ampara en este tipo de representación y la obra que nos ocupa también imagina su información espacial por medio de una matriz tridimensional, el equivalente del píxel en un objeto 2D, con el fin de crear personajes y escenarios en los que se desata la violencia por doquier.
Jugabilidad
Menuda hostia. ¿Qué sería de los videojuegos sin un buen par de tortas? Las hay más o menos pequeñas, pero también las hay terminantes, de esas que te hacen crecer la barba y sumar 2-3 años en el Documento Nacional de Identidad en apenas unas décimas de segundo. Y también las hay que son la hostia, esas que son capaces de partir las vértebras, no ya al que las recibe, sino también al que las contempla. A través de una vista en primera persona, Paint the Town Red es una obra que tiene muy mala hostia, ya que nos hace reflexionar sobre la violencia en sus diferentes manifestaciones y escenarios, desde un bar hasta una prisión, para así enfrentarnos a multitud de oponentes.
Y aunque el título de marras presenta distintos escenarios en cuanto a vistas y contenidos dentro de los mismos, el fin sigue siendo el mismo; la chispa definitiva que hace estallar el conflicto, dándose en ese momento una especie de catarsis emocional. Por supuesto, nosotros representamos esa chispa.
Por ejemplo, cuando jugamos en el bar y todo parece estar tranquilo, nos disponemos a dar el primer paso, dado que eso es el resultado de pensar que algo es posible. Se supone que es un día de celebración, pero no es así, podíamos sentir la tensión, por lo que ponemos todo patas arriba. De repente, más gente comienza a involucrarse, rompiendo botellas contra las paredes para intentar apuñalarse los unos a los otros. Luego hay gente que se arrastra a otros lugares, como un escenario en el que se lleva a cabo un concierto, para así golpear con más saña. Al final, hay decenas de personas peleando entre sí y lo único que podemos hacer es seguir promoviendo maneras y formas imaginativas de violencia y reacciones viscerales, recogiendo lo que sea que encontremos a fin de asegurar que nadie quede con vida.
Duración
Por desgracia, la cosa no va mucho más allá. No hay nada más que nos anime a seguir jugando. Y pese a que Paint the Town Red cuenta con varias modalidades que alargan la vida útil del mismo, sentimos que ya hemos visto todo lo que nos puede ofrecer al respecto. Porque por encima de batallar en escenarios más o menos icónicos de la vida real, también tenemos la posibilidad de luchar en una especie de arena donde tenemos que sobrevivir a hordas de enemigos que hacen las veces de gladiadores y con trampas mortales que pueden jugar a nuestro favor o en nuestra contra.
Por otra parte, existe un modo que sobre el papel parece mucho más llamativo, dado que este cambia las reglas del juego. Un modo que recibe el nombre de las Profundidades y que nos obliga a adentrarnos en las entrañas de la tierra en pos de experimentar una propuesta tipo roguelite, en tales circunstancias, permitiéndonos escoger la clase de nuestro personaje, cada una con sus propias características y mejoras. Si bien, una vez que llevamos a cabo estos preparativos, el resto sigue siendo lo mismo, avanzar a las profundidades y acabar con todo lo que se nos ponga por delante.
Conclusión
Los videojuegos se crearon específicamente para entretener al público, siendo desde tiempos inmemoriales simples códigos y algoritmos de ordenador traducidos en píxeles que interactúan entre sí. Y aun cuando hoy en día esta industria ha ido evolucionando los gráficos y propuestas hasta convertirse en un reflejo de nuestra realidad, no son pocos los juegos que siguen apostando por ofrecer un desarrollo “sin sentido” pero con la violencia como principal baluarte. Esto último, por supuesto, no es necesariamente malo, pero la violencia en el arte de este Paint the Town Red dura poco tiempo, a pesar de que mientras dura resulta entretenido, y cuando no hay mucho más por explorar, el desarrollo se vuelve algo monótono.
Agradecemos a South East Games el material proporcionado para realizar este análisis.
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Apartado técnico65/100
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Jugabilidad60/100
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Duración75/100
Lo bueno
- El tratamiento de la violencia.
- Formas imaginativas y virulentas de afrontar las situaciones.
- El sistema de físicas.
Lo malo
- Una vez saboreas la violencia, el resto resulta irrelevante.
- El desafío en las Profundidades podría haber dado más de sí.