Nos metemos de lleno en el agujero de Into the Pit, un shooter Roguelite demasiado divertido como para perdérselo.
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Probablemente sea su estética, lo acertado de su trailer o simplemente ese intencionado aroma a Doom que desprende, pero de una manera o de otra, Into the Pit, me llegó desde un primer momento. En nuestra atrejeada agenda de final de año llena de tantos lanzamientos me era muy complicado hacer un nuevo hueco para este tipo de títulos, pero gracias a Xbox Game Pass y las facilidades para instalar, probar y echar un rato a cualquiera de los juegos que se van lanzando en el servicio, el título de Nullpointer Games era un firme candidato a esta prueba.
Aunque ya desde un primer momento, debemos de darle un toque al equipo, pues estos minutos iniciales no invitan precisamente a seguir hacia delante. Una explicación vaga, unos personajes oscuros, una premisa que desconocemos y con la que casi hubiéramos preferido un sistema de menús que nos lleven directamente al primer foso, que es REALMENTE donde aprendes de que va el asunto. Porque Into the Pit es un FPS de estética retro que basa su sistema en el conocido Roguelite. Es decir, como Hades, pero en FPS – a muy groso modo -.
Si no sabíais la diferencia entre Roguelite y Roguelike os la explico en un segundo para que nadie se vuelva a confundir. El Roguelike, es la versión original, la pura, la que no tiene piedad. La muerte es lo que se llama “Permadeath” y cada reinicio nos hará empezar sin elementos que nos ayuden más allá de nuestra experiencia. Por eso precisamente aparece el Roguelite, una versión “lite” que poco a poco nos empuja a través del juego dándonos mejoras permanentes o elementos que nos ayudan a avanzar, a pesar de seguir penalizando la muerte con pérdida de armas, etc… Esta explicación unida a una habitual necesidad por introducir mazmorras aleatorias hacen el coctel idóneo para que usuarios ávidos de emociones y de retos encuentren en títulos como Into the Pit una constante sensación de progreso y al mismo tiempo de aprendizaje. No obstante, ahora lo explicaré a fondo.
En Into the Pit somos miembro de una familia de místicos cazadores de historias y en uno de nuestros viajes encontramos un pueblo cercano totalmente dominado por la fuerza de un foso mágico. Un foso en el que se han perdido, secuestrado o desaparecido una enorme cantidad de habitantes, a los que deberemos de rescatar para ir desvelando poco a poco todo lo que esconde este agujero sin fondo siguiendo el rastro de notas que deja nuestra hermana desaparecida, Luridia.
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Aunque ahora que lo pienso también se le podría llamar Roguelike…anyway, vamos al detalle.
Apartado técnico
Lo primero que nos llama la atención es su estética, a la que perfectamente podríamos calificar como “exótica”. Ciertamente la primera impresión es de un FPS de corte retro, muy pixelado y de mapeados básicos – y realmente es así -, pero como juega y maneja la iluminación de los escenarios sumada a una original paleta de colores me han acabado atrayendo más que una polilla a un armario de ropa vieja.
Aunque el juego no podría ser visualmente muy cómodo para todo el mundo, pues el rápido movimiento del protagonista unido a la distorsionada calidad de imagen inferida por la propia estética del mismo suele provocar este estado en los primeros minutos del juego. Acertada o no, su apartado gráfico entra en ese extraño territorio de “o lo odias o lo amas”. En mi caso, como apasionado de estos locos fps retros, me ha encantado. Por supuesto, 60 fps a tope. Hemos jugado en Series X, pero se presume igual para todos, pues no tiene mejoras activas.
Pero no sólo eso, porque una vez puestos en faena, en los combates que libramos en cada una de las estancias del foso, la música nos pondrá totalmente a tono, recordándonos casi al 99% a los Doom modernos, y esa electrónica rítmica que parece traida del primo hermano de Mick Gordon. Podría hacerse repetitiva a la larga, pero no podemos negar que en cuestiones de impacto sonoro, Into the Pit está bien dotado.
Jugabilidad
Vale, es un FPS, salen muchos enemigos, etc.. hasta ahí entendido, pero la mecánica es la siguiente: En el pueblo hay un foso, pero necesitaremos una serie de runas para entrar. La primera runa nos llevará a una especie de sección, compuesta de varios niveles. Cada nivel tiene 4 mazmorras que resolver. Para hacer esto, debemos de romper una serie de nexos que se llaman _____. Al terminar estas 4 mazmorras, podremos elegir si seguir bajando al foso o subir hacia arriba.
Y aquí viene la primera cuestión. Es tan aparentemente complicado de entender como os lo iría a explicar ahora, pero por una vez, no me enrrollaré haciéndolo. En lugar de eso, os diré que una vez estemos en faena, todo se vuelve de repente intuitivo y sencillo de usar como darle a un click y seguir jugando. En poco más de 30 minutos, habréis muerto, comprendido lo que hacer e incluso completado el primer foso. Al ser un Roguelite, la vida es un precioso nivel que nunca deberemos dejar de ver, por lo que en las frenéticas batallas no sólo debemos de esquivar bolas de fuego, esporas venenosas o trampas en el suelo con nuestra velocidad si no que al mismo tiempo tendremos que ser muy cautos. Una encerrona mal medida y te sacará del foso.
Pero no le tememos, no le temía. Nuestro aparentemente experto creador de conjuros usará sus manos como armas arcanas lanzando energía como si fueran escopetas, lanzacohetes o ametralladoras, eso sí, a elección nuestra al inicio de cada intentona en el foso. Al terminar cada mazmorra, el foso nos ofrecerá la posibilidad de mejorar una de nuestras armas o a nosotros mismos. Maldiciones, debilidades, veneno, resistencias, aumentos de vida… a cada nivel que bajemos más poderosos seremos y más complicado se vuelve el reto, que rematará el final de cada foso con un jefe final. El cual si os mata, os devolverá al principio sin poderes alguno, teniendo que atravesarlo de nuevo. Es duro, pero es más duro contarlo, ya que cada nueva intentona es más divertida que la anterior.
El resultado es que Into the Pit usa el foso como si fuera una especie de portal a distintos niveles temáticos en los que el propio jugador siempre tiene en sus manos la siguiente decisión, e incluso estrategias a seguir. Si temes quedarte sin vida, invierte en runas que te la devuelvan por ejemplo con cada enemigo muerto. Si quieres hacer más daño, invierte en mejoras de furia o penalizaciones que te aportan fuerza, hay muchas opciones disponibles, pero, no tantas como para volvernos locos. Así que por mi parte, que no suelo buscar mucha complejidad en este aspecto, me parece acertadísimo.
Duración
Si os soy sincero, aún no he terminado de explorar a fondo todo lo que ofrece Into the Pit. Aunque a las 8-10 horas de partida bien podríamos encontrar a todos los aldeanos y tener abiertas las tiendas de mejoras del pueblo, que ofrecerán incluso más posibilidades conforme avanza la aventura, la duración depende mucho de nuestra habilidad, como suele suceder en este tipo de títulos. Existe una trama, que calificaríamos algo así como anecdótica, pero que al menos, nos lleva por un camino misterioso y revelador.
Conclusión
Recientemente he tenido una revelación con respecto a los análisis y más en concreto con un creador de contenido al que conozco desde hace poco, pero que desde ya respeto profundamente. Y es que aquí en Generación Xbox nos gusta daros el aspecto más objetivo de cada juego, es decir, los hechos innegables del mismo, por eso seguimos usando los distintos apartados, sin perder la visión crítica de lo que debe ser un análisis. Y así nos hemos mantenido desde siempre, pero quizá como Jefe de Redacción debería de dar un paso más adelante. Por ejemplo, con Into the Pit.
No se puede negar que Into the Pit es fácilmente clasificable como “otro indie más pixelado retro fps roguelike que olvidar”, y por mi parte no pienso hacer una excepción, porque exactamente es eso. Pero ahora os pido que no lo olvidéis, y que si podéis le echéis un vistazo. Y quizá con suerte, os flipe y penséis en lo maravilloso que es el Game Pass por ofrecernos momentos mágicos de vicio como el que he tenido con el título de Humble Games y Nullpointer. Porque el juego, es realmente bueno.