Sucumbimos a la hipnosis del planeta arenoso de Arrakis para analizar Dune: Spice Wars, una brillante recreación de todo un universo social, política, económica y religiosamente articulado.
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En el mundo creado por Frank Herbert para Dune, la lucha por el poder lo es todo y en especial, la forma en que se comprende las enrevesadas relaciones entre las figuras que lo detentan y quienes les rodean. Y en medio de semejante mapa de intrigas, batallas y disputas, se encuentra la Spice Melange, una poderosa droga de enorme valor. No se puede exagerar la importancia de la especia para el funcionamiento del Imperio en Dune. Su adquisición merece ser llamada la operación más vital en el universo. La razón de esto radica en sus notables propiedades.
El efecto más popular y evidente de la especia es el freno que pone al envejecimiento. Sus cualidades geriátricas prolongan la vida y retrasan muy significativamente la aparición del envejecimiento en aquellos que la ingieren regularmente, aumentando la esperanza de vida a unos 200 años de media. Esto hace que sea muy preciada incluso por aquellos sin ningún interés en sus otras propiedades o su uso como herramienta política.
La segunda y quizás más notable de las propiedades de la especia es la habilidad profética que otorga a algunos adeptos que la ingieren en cantidades lo suficientemente grandes. Es esta propiedad la que hace que la melange sea tan esencial para la estructura y el mantenimiento del Imperio. Tanto es así que, sin especia, la raza humana se quedaría atrapada y pudriéndose en planetas esparcidos por los diferentes rincones de la galaxia, limitada a viajes espaciales de corta distancia. Solo el uso de la especia permite cruzar el vacío interestelar.
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Con semejantes propiedades, la especia juega un papel central en todas las novelas de Dune y establece una serie de conflictos de alto impacto en videojuegos como el que protagoniza estas líneas, Dune: Spice Wars, un juego de estrategia en tiempo real 4X en el que deberemos liderar a nuestra facción y luchar por el control y el dominio del inhóspito planeta desértico de Arrakis.
Apartado técnico
Una de las más destacables señas de identidad de la mitología de Dune es la poderosa imaginería visual con la que cuenta: el planeta desértico, los gigantescos gusanos de arena, la especia, el agua como bien más preciado… Es una ambientación muy evocadora la que Frank Herbert proporcionó a sus novelas, que iban a ser tres, luego fueron cuatro y acabaron siendo seis, sin contar las que más adelante escribió su hijo Brian Herbert en colaboración con el escritor Kevin J. Anderson (autor de diversos spin-offs de sagas como Star Wars, StarCraft y Expediente X).
Una vez entendido este planteamiento, Dune: Spice Wars se las apaña para ofrecernos un gran espectáculo en lo visual (que no en lo puramente técnico, que muestra un acabo más simple), un torrente de hipnóticas imágenes y una puesta en escena gloriosa, fría y exigente. No remarca, no repite, no explicita y eso es algo de agradecer. El soberbio diseño de producción, la fotografía de contraluces y claroscuros, hacen que estemos ante un espectáculo que hay que ver en un buen monitor.
Jugabilidad
El género 4X es uno de esos tipos de videojuegos que sirve para cimentar géneros. Su nombre viene por los pasos a seguir en que se apoya su mecánica: exploración, expansión, explotación y exterminio. Así pues, los juegos de estrategia 4X son habitualmente títulos en los que controlamos un agente o facción en un territorio inexplorado que debe descubrir y colonizar, con recursos que debe recolectar y consumir y con la presencia de otras facciones hostiles a las que debe derrotar.
Por ende, la diplomacia y el espionaje cobran en Dune: Spice Wars una importancia que no siempre se le otorga en esta clase de videojuegos. Podéis establecer tratos comerciales, realizar exigencias, denunciar a otras facciones en un intricado sistema de favores. Los espías, además, tienen a su alcance varias misiones especiales que nos van a permitir obtener recursos extra a través de edificios y cosechadoras de especia para dominar la economía, aumentar la visibilidad sobre los territorios colindantes, o extraer información.
Los líderes de facción, dotados de una gran inteligencia artificial, no quedarán impasibles ante la expansión de nuestro imperio, reaccionando de forma realista a cada paso que damos. ¿Tropas en las fronteras? A nadie le gusta, menos a ellos, así que poco tardarán en denunciarnos y, llegado el caso, declarar una guerra justificada a la que pueden sumarse otras naciones si no hemos cuidado bien las relaciones diplomáticas. Es fabuloso. A veces el caos que se genera en la partida es tan divertido y emocionante, que cuesta resistir la tentación de soltar una “bomba”. En este sentido, el juego incorpora nuevas opciones militares que ayudan a que las batallas no sean tan farragosas como en capítulos anteriores. Es más fácil que nunca guiar los pasos de las tropas, a las que podemos agrupar en ejércitos o unir a unidades espaciales.
También se deja notar en la interfaz de usuario, más clara e intuitiva imposible, aun cuando el juego está plagado de opciones estratégicas. ¡Adiós a los menús enrevesados!
Duración
Lo repites una y otra vez de forma instintiva. «Cinco minutos más y lo dejo»; pero nunca lo haces. Es la gran mentira que nos decimos a nosotros mismos para no sentirnos mal tras horas y horas delante del PC. Siempre hay alguna excusa a la que recurrir; batallas que librar, rutas por explotar o tratados diplomáticos que firmar. Y la sonrisa nunca te abandona. Puede que los ojos estén irritados, pero ahí sigues, feliz, a lo tuyo, gestionando tu imperio con una variedad de acciones estratégicas que sorprenderá incluso a los veteranos de franquicias como Civilization.
La gente de Shiro Games no se ha dejado nada en el tintero para que pasemos muchas horas con nuestro teclado y ratón, al mismo tiempo que llevamos a nuestra facción a la a la victoria con personajes icónicos, como el duque Leto Atreides, el barón Vladimir Harkonnen, el emperador Padishah Shaddam IV, Esmar Tuek y Liet Kynes.
Conclusión
Sectas religiosas femeninas, culturas adaptadas al entorno, misticismo, poderes psíquicos y una ecología sorprendente son, entre otros, los elementos cuya conjunción conforma la originalidad de la monumental e inabarcable saga Dune, una de las mejores obras de ciencia ficción, fácilmente comparada con El Señor de los Anillos en términos de importancia para el género. Y además, nos sumerge en un mundo con gusanos enormes de arena. ¿Qué más se puede pedir?
De modo que, si te apasiona la obra de Frank Herbert, Dune: Spice Wars es el juego ideal para vivir aventuras y explorar la ambientación de una de las sagas más importantes de la historia de la ciencia ficción.
*Agradecemos a Funcom el material proporcionado para poder realizar este análisis.
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Apartado gráfico70/100
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Jugabilidad85/100
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Duración80/100
Lo bueno
- Muy fácil de jugar pero a la vez difícil de dominar.
- Tiene fuerza visual en cualquier modo de juego.
- Un juego sin fin.
Lo malo
- Las facciones podrían estar más diferenciadas entre sí.